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Monseñor Azuaje: “Se trata de aprender para no cometer los pecados que han generado tanta sangre y sufrimiento”

José Luis Azuaje

Monseñor Azuaje recibe el premio para la CEV de parte del rector Virtuoso y de Benigno Alarcón / FOTO: Manuel Sardá.

Palabras de monseñor José Luis Azuaje Ayala, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, en el acto de entrega de premios «Valores Democráticos 2018», en la categoría Integridad Democrática.

Agradezco, en nombre del Episcopado, al Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB por este reconocimiento, que lo recibo en la esperanza de que seamos muchos los que día a día trabajemos por generar más y mejor democracia en el país.

El Episcopado venezolano, en su magisterio social –que ha sido recopilado en cuatro volúmenes titulados Compañeros de Caminos, dos por el señor Cardenal Baltazar Porras y dos en mi persona–, se ha comprometido siempre por las causas más nobles del pueblo venezolano. No somos políticos, pero eso no nos exime de hacer un discernimiento global desde la Doctrina Social de la Iglesia sobre los asuntos que nos atañen y afectan al pueblo venezolano. Esto no lo hacemos en solitario, sino en el ejercicio solidario de miles de personas que desde una visión cristiana se atreven a abrir caminos en torno a la democracia, la libertad, la justicia y el bien común. Pero también a la escucha del pueblo que se debate tantas veces entre la dominación y la liberación.

Además de apoyar todo lo que sea necesario para la transformación de las estructuras de opresión que vive el pueblo, nos toca también decirle a la sociedad que no podemos olvidar. En la historia de un pueblo no se trata de hacer borrón y cuenta nueva, sino de sacar aprendizajes provenientes de los acontecimientos históricos para no cometer nuevamente los pecados que han generado tanta sangre y sufrimiento, y deja un país destruido y lleno de tragedias.

¿Por dónde se empezó? Lo decíamos en el año 2002: «se pretende imponer modelos políticos y sociales exclusivos y excluyentes, y no se abren espacios para la armonización de visiones» (CEV. «Diálogo, camino hacia la paz». 11-01-2002). La pretensión fue «cambiar el modelo democrático constitucional por un proyecto revolucionario exclusivo y excluyente, que promueve por la fuerza del poder un proceso de cambio socioeconómico, jurídico-políticos, culturales y hasta religiosos, prescindiendo del consenso de la población» (CEV. «Seamos auténticos servidores del pueblo», 9-01-2004), por lo que «sin Estado de Derecho y sin poderes públicos autónomos no hay democracia ni se garantizan los derechos humanos» (CEV. «Al servicio de la reconciliación», 09-07-2002).

José Luis Azuaje

Ahora nos encontramos con la esperanza  de un desenlace que tienda al bien del pueblo. No hemos podido solos. Tantas veces el liderazgo político no estuvo a la altura de los retos que se presentaban, pero también, ¿es que acaso en un mundo globalizado se puede obrar en solitario? Muchas interpretaciones se pueden dar de lo que vivimos hoy. Lo cierto es que es necesario un desenlace que vaya encaminado a liberar las fuerzas transformadoras que siempre han caracterizado al pueblo venezolano cuando ha sido exigido. Es de gran interés que la propuesta política de gobernar sea «una vía de transformación del país abierta a la trascendencia y a la religión, promotora de la inclusión de todos los venezolanos por la vía del diálogo y el convencimiento, que reafirme los derechos inalienables del hombre ya consagrado en la Constitución nacional y, particularmente, ajena por igual al capitalismo salvaje y a la ideología marxista y estatista, cuyos resultados han sido negativos en los países en que se aplicó» (Tiempo de diálogo para construir juntos», 5).

Aún falta camino. La reconstrucción tantas veces genera más desgaste que la destrucción. Como venezolanos debemos ser conscientes de que si no nos enfocamos hacia un mismo norte, donde se impliquen por igual la unidad, la corresponsabilidad, la honestidad, la sabiduría, la participación, la inclusión y el desprendimiento de proyectos individuales para enmarcarnos en un proyecto común de país, corremos el riesgo de dar cabida a nuevos mesianismos destructores del alma venezolana. Por eso, es el tiempo de confiar unidos por un solo ideal: la libertad y el bienestar integral de todo el pueblo de Venezuela.

Muchas gracias.

30 de enero de 2019

 

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