
José Castrillo*
América Latina vive, en la actualidad, un proceso de reacomodo político, que se evidencia cuando valoramos los recientes eventos electorales. En las tres últimas elecciones presidenciales importantes efectuadas en Perú, Chile y Colombia ( que definirá su presidente en segunda vuelta el próximo 19 de junio), apreciamos que los ganadores no forman parte del estamento político que ha dominado el sistema político.
En Perú, llegó prácticamente un desconocido político, Pedro Castillo, con un discurso simplista y redentor, derrotando a Keiko Fuyimori, aspirante de la derecha en su tercer intento por alcanzar el poder. Con un margen de voto muy estrecho, se impuso Castillo. En las elecciones del Congreso, el partido (Perú Libre) que apoyaba al electo presidente, obtuvo un número de escaños (37), que no le permitió contar con una mayoría para imponer su agenda política. Una parte de esas fuerzas políticas lo abandonaron y hoy la continuidad de Castillo en el poder, es inestable, dado que ya superó un primer juicio político, por muy poco, en el Congreso, compuesto por 10 partidos, donde las coaliciones y juegos políticos pueden cambiar la correlación de fuerzas bien sea para apoyar o para intentar un nuevo juicio, en cualquier momento. Perú tiene tradición en defenestrar presidentes si vemos la historia de los últimos 10 años.
En Chile, igualmente, se impuso electoralmente Gabriel Boric, hasta hace poco líder estudiantil, quien llegó al poder por una coalición de fuerzas y partidos de izquierda, entre ellos el Partido Comunista. En las elecciones del Congreso chileno, la coalición de izquierda es la primera minoría en la Cámara Baja, pero en el Senado, las fuerzas de centro derecha tienen el control político. Esta situación implica que el gobierno de Boric deberá negociar con la oposición su paquete legislativo para desarrollar su programa político. A ello hay que agregar la propuesta de Constitución presentada al país por la Convención Constitucional, que ha generado dudas razonables en la sociedad chilena en general y en el estamento político, situación que deberá gestionar el gobierno. Este proyecto de Constitución deberá someterse a una consulta popular.
En Colombia, en las elecciones presidenciales realizadas el 29 de mayo, en la primera vuelta, se impuso Gustavo Petro, político de izquierda con el 40% de los votos; y el segundo candidato, con el 28% de los votos válidos que irá a la segunda vuelta, es Rodolfo Hernández, empresario y exalcalde de Bucaramanga. Ambos candidatos (aunque Petro tiene más de 30 años ejerciendo la política, fue alcalde de Bogotá y es senador), no forman parte del estamento político que ha dominado la política colombiana en los últimos 50 años. Respecto a los resultados de las elecciones legislativas, la composición política es fragmentada, ningún partido o coalición política (izquierda, centro y derecha), alcanzó la mayoría, lo que implica que el presidente que gane la contienda electoral, deberá hacer un esfuerzo de malabarismo para convertir en leyes su programa político.
Un elemento a destacar en el caso de la elección presidencial colombiana es, que por primera vez, ningún candidato que va a la segunda vuelta, forma parte del estamento político dominante. “Fico” Gutierrez (derecha) y Sergio Fajardo (centro-independiente) quedaron fuera de la carrera.
En los tres países analizados dos elementos políticos destacan:
- La mayoría votó por candidatos outsider o emergentes, no ligados a las elites políticas profesionales dominantes del sistema político. La gente quiere cambio. Hay un descontento social generalizado contra la política y particularmente contra los que han ejercido el poder desde hace varias décadas.
- Pese al triunfo de las fórmulas emergentes opuestas a las elites dominantes en las elecciones legislativas, ningún partido político o alianza política, alcanzó la mayoría, por lo cual el Ejecutivo deberá negociar en el Legislativo, con las fracciones políticas opositoras para poder hacer viable su programa político en términos de leyes y asignación de recursos.
¿Qué está pasando en la política en nuestra región, cuando valoramos los resultados electorales en estos tres países?
Que las mayorías han apostado por candidatos o propuestas políticas emergentes, por actores que no forman parte de las elites políticas dominantes. Esa disposición por votar y apoyar a dichos actores, está asociado con la frustración o malestar social de las mayorías al ver que sus problemas no han sido procesados y debidamente abordados por el sistema político. Por tanto, la legitimidad del sistema político, basado en el desempeño (eficacia), está en crisis, y la gente, en consecuencia, buscará otras opciones: generalmente un populista, sea de izquierda o derecha, que prometa la redención social y la resolución de todos los problemas complejos, ofreciendo recetas simplistas.
Todo sistema político debe garantizar a la sociedad certidumbre, seguridad y protección. Cuando no puede garantizar estas condiciones, la legitimidad del sistema se erosiona y entramos en una inestabilidad, dinámica que empuja a las mayorías a buscar nuevas alternativas a la resolución de sus problemas viejos y nuevos. En este contexto se produce, la pérdida de apoyo de la sociedad a las principales instituciones políticas, afectando a la gobernanza democrática.
(*) Politólogo/Magíster en Planificación del Desarrollo.
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