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La rebelión pacífica de María Corina

REUTERS/Gaby Oraa/File Photo

Trino Márquez

El desconocimiento por parte de María Corina Machado (MCM) y sus seguidores del dictamen de la Contraloría General de la República (CGR), avalado posteriormente por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), sin que hubiera un juicio previo, se enmarca en lo que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) señala en el artículo 350: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por… la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.

En este caso, la arbitraria e inconstitucional medida adoptada contra MCM, conspira contra la libertad de los electores a elegir sus candidatos de acuerdo con el método que consideren más adecuado (prerrogativa reconocida en el Acuerdo de Barbados), y menoscaba los derechos humanos  de una ciudadana que cumple con todos los requisitos exigidos en el Art. 227 de la CRB para ser presidenta: ser venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, ser mayor de treinta años y de estado seglar; sin embargo, MCM fue objeto de una decisión arbitraria de dos órganos del Estado que le cercenaron sus derechos políticos, sin estar sometida a condena mediante sentencia definitivamente firme, por no haber ido a un juicio justo en el que tuviese la posibilidad de defenderse, tal como ocurre en una nación donde impera el Estado de derecho.    

Se trata de una batalla muy desigual porque toda la maquinaria estatal se alineó contra MCM para anular el inmenso apoyo popular con el que cuenta y el esfuerzo que viene realizando a lo largo y ancho de Venezuela para hacer valer el mandato recibido cuando fue electa candidata en la Primaria del 22 de octubre del año pasado. Contra ella se colocaron, además del TSJ y la CGR, la Asamblea Nacional controlada por el oficialismo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y la amplia red de medios de comunicación financiados con fondos públicos, que de forma orquestada la desacreditan. Los grandes medios de comunicación privados en televisión y radio, se han inhibido a invitarla a los programas de opinión por temor a la reacción del régimen, que puede acosarlos con Conatel, el Seniat o los cuerpos policiales.

La rebelión de la gente que apoya la candidatura de MCM es una expresión pacífica y constitucional –como la llama Vladimiro Mujica- que partió de las bases sociales. Las giras y concentraciones por el interior del país despiertan un entusiasmo que no se veía desde la campaña de Henrique Capriles contra Hugo Chávez en 2012 y contra Nicolás Maduro, en 2013. La gente descontenta por la inflación, la inseguridad, la corrupción, la falta de electricidad, agua potable, gasolina, el deterioro de la educación, la salud y el transporte público, ha salido a manifestar su desagrado y a exigir un cambio de Gobierno en los términos establecidos en la CRBV.

En las giras de MCM se ve a miles de personas sencillas asediadas por las necesidades cotidianas, que perciben con incertidumbre y temor el futuro que les espera si Maduro se mantiene en Miraflores seis años más. Es gente joven o con hijos candidatos a emigrar por el Darién si no se les ofrece un porvenir mejor. En ese movimiento ascendente, que desde las capas más humildes ha ido incluyendo a los sectores medios y a las clases más acomodadas, no hay nada de subversivo ni insurreccional. Lo que esas personas insatisfechas aspiran es a trasformar la realidad diaria para hacerla más amable y vivible.

El ‘hasta el final’ de la campaña de MCM, convertido en consigna épica, busca crear una emoción y un compromiso inquebrantables con esos millones de venezolanos que se movilizaron a votar por ella en la Primaria, que la han acompañado en sus recorridos por la nación y que están dispuestos a mantenerse a su lado en esta batalla tan desigual, creando los ‘comanditos’ para cristalizar el objetivo de los 600 K.

Si al final de esta dura y asimétrica contienda, el pueblo no alcanza vencer la resistencia del régimen y MCM no logra ser candidata de la mayoría que representa, viéndose obligada a declinar en favor de otro aspirante, los venezolanos que han estado a su lado podrán entender que no hubo traición ni debilidad, sino una sana decisión para tratar de salvar al país de otros seis años de penuria. La fuerza que se haya levantado habrá que intentar transferirla a otro dirigente avalado por MCM, con la convicción de que esa figura puede lograr el cambio de Gobierno por vía pacífica y constitucional, que a MCM se le negó.

Hasta nuevo aviso, la lucha sigue siendo ¡hasta el final! El capítulo no se ha cerrado.

@trinomarquezc

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