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Crisis, fracturas y voluntad de poder

Tomada de El Clarín

Rafael Quiñones

Daron Acemoglu y Samuel Robinson, inmensamente conocidos por sus obras “¿Por qué fracasan los países?”, y “El estrecho pasillo”, asoman en su obra “Economic Origins of Dictatorship and Democracy”, una interesante tesis cobre el cambio político hacia la democracia. Usando como ejemplos los casos de Argentina, Sudáfrica, Inglaterra y Singapur, concluyen a través de la lógica de la economía política, que la democracia tiene más éxito en consolidarse donde las élites negocian frente a otros sectores de la sociedad que dirigen la creación y desarrollo de instituciones económicas INCLUSIVAS, que permitan el acceso a la mayor parte de la población a la riqueza, no importando si estas instituciones generan un punto de ventaja en esa competencia económica para las élites.

Los estudios históricos demuestran que son las democracias el proceso en el que las élites aceptan mejor la construcción de instituciones económicas inclusivas que mejoren las condiciones de vida del grueso de la población, que en los regímenes autoritarios. Las instituciones inclusivas de la democracia permiten que las exigencias de la población se canalicen mucho mejor hacia las élites que dirigen una sociedad, y de esta forma estas sean mucho mejor presionadas para generar reformas institucionales en lo económico y social, que se traduzcan en sustantivas mejoras en la calidad de vida en un país. Lo cual mata la tesis bastante popular de que los regímenes dictatoriales son atajos para el crecimiento económico y el bienestar material de una nación.

Igualmente, Acemoglu y Robinson hablan que dichas reformas institucionales se dan de mejor forma y con mayor eficacia en las democracias estables, de manera pacífica y consensuada. En ocasiones esos cambios acontecen cuando las élites y el statu quo perciben una muy peligrosa amenaza de rebelión y derrocamiento por las grandes mayorías, lo cual obliga hacer reformas que calmen los movimientos subversivos, tanto en lo político como en lo económico.

Los mismos Acemoglu y Robinson dejan claro que las transiciones de una autocracia hacia una democracia son más probables cuando existe una amenaza revolucionaria para derrocar el statu quo vigente en la sociedad que sostiene una determinada élite política. Este peligro, al igual que el de las reformas económicas y sociales, lleva a las élites a negociar la construcción de una institucionalidad democrática con sus adversarios políticos, que les garantice un espacio político en la nueva realidad política y evite su exterminio existencial en la lucha por el poder. Estos procesos de cambio político vienen precedidos por lo general de 3 grandes factores: 1) una crisis general que debilita la estabilidad del orden político vigente (habitualmente una crisis económica); 2) la FRACTURA de la coalición gobernante, materializada por las discrepancias y disensiones entre diversos grupos de la coalición que mantiene a un autócrata en el poder, y que se profundizan ante la crisis general; 3) la presencia de una coalición contendiente política que actúe de manera ACTIVA, altamente organizada y con una voluntad de poder claramente establecida (Tilly, 2015).

De acuerdo con Robert Dahl, las condiciones globales por las que un régimen autocrático puede dar paso a uno democrático, tienen que ver con entendimientos progresivos entre ambas coaliciones (la que sostiene la autocracia y la que la confronta), los cuales están orientadas al establecimiento de garantías mutuas. “Tales garantías permiten, por un lado, que quienes luchan por la democracia puedan ejercer, de modo cada vez más pleno, sus derechos civiles y políticos; de este modo se va procediendo a la liberación de presos políticos, al cese de la persecución política, a la progresiva erradicación de prácticas como el espionaje y la tortura, y a dar una serie de pasos orientados a la realización de elecciones libres, justas, abiertas y competitivas” (Olivar y Martínez Meucci, 2020, Pág:33).

En cambio, quienes integran una autocracia pedirán como garantías mínimas para no ser procesados judicialmente, ni enfrentar penas excesivamente penosas por sus actividades, ni renunciar a una parte importante de sus bienes materiales obtenidos por corrupción, así como la oportunidad de participar políticamente en el nuevo sistema democrático. Sin embargo, puede existir el caso de que la élite sostenida por el sistema autocrático no tiene incentivos en negociar medidas liberalizadoras que lleven a la democratización y consolidación democrática en el país. Esto puede suceder cuando las ganancias por mantenerse en el poder son mucho más grandes que las pérdidas y se puede “surfear” eficazmente la crisis general, no teniendo los escrúpulos para asumir costos humanos de dicha crisis, además de usar la represión para calmar las fracturas en la coalición que gobierna,  y la oposición que enfrenta, ni está organizada y empieza a renunciar A SU VOLUNTAD POR EL PODER.

En este contexto, a la oposición sólo le queda reformular las estrategias para generar un cambio político hacia la democracia. En medio de una crisis general que afecta al gobierno, su misión no debe ser ayudar a estabilizarlo para enfrentar esa crisis, sino usar la misma crisis ya de manera activa, no tanto para presionar a la cúpula del régimen, sino a la coalición que lo mantiene en el poder (burócratas, militares, empresarios prebendarios y agentes de inteligencia) para generar mayores fracturas y hacer más endeble el poder sobre el que se sostiene la autocracia. Igualmente, al verse las disensiones y quiebres de esa coalición, se debe mirar y conocer con atención, qué elementos de las facciones en conflicto tienen mayores motivaciones de aceptar las garantías para una transición democrática.

Esto tanto para generar más fracturas en la coalición como para que dichas fracturas empiecen a ser cooptadas por los intereses de la oposición y así eso grupos disidentes puedan presionar desde adentro del poder para una salida política a la cúpula que se sostiene en el sistema autocrático. Si la crisis general no persuade a las élites autocráticas de implementar un proceso de liberalización y democratización política, un mayor quiebre de las fuerzas que las sostienen tendrá más éxito.

En la actual coyuntura política del país, el retorno de las sanciones es tanto un peligro como una oportunidad para generar más fracturas dentro del régimen venezolano y por lo tanto iniciar un proceso de liberalización y democratización del país. Nuevas sanciones implican menos ingresos para la autocracia. Ya previamente la élite puede estar preparada para esta privación de recursos materiales, pero no la coalición que lo sostiene. Luego de disfrutar, aunque sea por unos meses del levantamiento de sanciones, grupos que apoyan al gobierno luego verán que dichos beneficios desaparecen y que una salida razonable es cumplir con los acuerdos internacionales que retirarían indefinidamente esas sanciones. Su costo de perder el poder no es tan grande como el de la cúpula de la autocracia y se puede negociar mejor con ellos.

Y para eso, la oposición no puede quedarse pasiva a esperar los nuevos efectos del regreso de las sanciones; tiene que moverse de forma dinámica, astuta y persuasiva entre los miembros de la coalición que mantiene al régimen en el poder. Observar quienes pierden más con el retorno de las sanciones. Persuadir que es mejor un cambio político PACÍFICO hacia la democracia con ellos en el espacio político que un status quo que ya va a dejar de ser beneficioso para ellos al mermar sustantivamente los recursos para comprar su lealtad. Llegar a acuerdos que en muchas ocasiones pueden parecer moralmente repugnantes para obtener la libertad y democracia del país como un cambio en cauces pacíficos que permitan convivir políticamente al mayor número de venezolanos.  Y para alcanzar eso, nunca lanzarse a la resignación racionalizada y la renuncia al poder. El resto es simplemente lanzarnos a los brazos de la desesperanza y la sumisión ante el poder autocrático.

Bibliografía:

ACEMOGLU, Daron y ROBINSON, James A. (2012). Economic Origins of Dictatorship and Democracy. Harvard University, Massachusetts.

ALARCÓN, Benigno (2014). El Desafío Venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática. Caracas, AB Ediciones UCAB.

DAHL, Robert (1989). La poliarquía. Participación y oposición, Madrid: Tecnos.

MARTÍNEZ MEUCCI, Miguel Ángel y OLIVAR, José Alberto (2020). Transiciones políticas en América Latina, desafíos y experiencias. Caracas, Universidad Metropolitana.

TILLY, Charles (2015) Contentious Politics. Oxford University Press.

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