Opinión y análisis

Racionalidades enfrentadas en un juego de poder: la guerra en Ucrania

Tomada de El Independiente

José G Castrillo M (*)

14.06.24

A dos años de iniciada la guerra en Ucrania, conflicto que ha generado cientos de miles de víctimas y destrucción física, no se vislumbra una salida política negociada.  En esta oportunidad, queremos abordar esta guerra desde la perspectiva de la racionalidad de los actores (Estados) confrontados directamente: Ucrania y Rusia.

Cada actor, frente a la guerra como una acción deliberada, que busca un fin determinado, debe explicar o argumentar que su decisión de declararla, sea una guerra ofensiva o defensiva, era necesaria o responde a una racionalidad.

La construcción de un relato -la defensa de nuestra tierra, la identidad, el derecho a ser libres, garantizar la supervivencia del pueblo o el Estado- es fundamental para ir a una guerra o conflicto. Sólo así se puede argumentar ante los propios y otros, una razón que la justifique ante la opinión pública.

La guerra, para que sea legítima debe llegar a las mentes y los corazones del pueblo. La decisión del Estado, que va al conflicto, contiene una racionalidad (razonar en función de unos criterios y actuar, en consecuencia), que está condicionada por un marco de referencia o una teoría plausible, que explica su decisión o comportamiento, como una necesidad suprema, una razón fundamental o existencial.

En tal sentido, es de resaltar que las relaciones internacionales han estado marcadas por la guerra, como un medio para establecer un equilibrio entre los Estados, cuando uno de ellos concentraba mucho poder, para imponerse a los otros. Esa lucha interestatal, en términos teóricos, se denomina equilibrio de poder.

Cabe destacar que esta teoría que explica el orden internacional, es cuestionada y criticada, pero a la luz de los cambios tectónicos que experimenta el orden global-emergencia de nuevos actores de poder- sus premisas fundamentales están presentes y vigentes.

En el conflicto de Ucrania, la dinámica está marcada por un desequilibrio de poder entre Estados Unidos- OTAN y Rusia.

Cada bando construye su racionalidad o teoría plausible que le permita posicionar, en el imaginario colectivo de su nación, una explicación de su decisión como una verdad absoluta, y así justificar todos los esfuerzos y sacrificios que implica la guerra.

La racionalidad ucraniana: parte de un relato que sostiene que es una nación diferente a Rusia, que tiene una existencia nacional desde hace siglos, que posee el derecho a existir como un Estado independiente. Es una guerra defensiva desde su racionalidad, narrativa o marco explicativo situacional. En diciembre de 1991, el pueblo ucraniano votó un referéndum que declaró su independencia y Rusia lo reconoció, con la condición de que Ucrania entregara sus armas nucleares a Moscú, como en efecto lo hizo.

La racionalidad rusa: para este actor, la guerra que libra en Ucrania es para defenderse del cerco estratégico que Estados Unidos y la OTAN vienen construyendo desde la disolución de la Unión Soviética. Washington, incumplió su promesa dada a las autoridades rusas de la época, de no llevar a la OTAN cerca de sus fronteras. Pues, siguió la extensión sin considerar las inquietudes de Moscú sobre su seguridad.

 Estados Unidos y la Unión Europea vienen trabajando para hacer de Ucrania un baluarte o un aliado estratégico en la frontera rusa. Por tanto, el Kremlin valora esta política como una amenaza existencial, a la cual debía responder. Al no obtener una respuesta política satisfactoria a sus intereses, al dilema de seguridad que implicaba el hecho de que Ucrania fuese un Estado pivote de Estados Unidos, actuó militarmente el 24 de febrero de 2022. El relato ruso define la guerra en Ucrania como una necesidad estratégica para defender a la madre Rusia de las pretensiones de Occidente de destruirla.

Henry Kissinger y John Mearsheimer, representantes de la escuela realista de las relaciones internacionales, se opusieron a la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, y previeron que esa política tendría graves consecuencias: acertaron.

Ambas racionalidades son válidas y en términos de la opinión pública global, unos apoyan a Ucrania y otros a Rusia. Cada actor confrontado expone su relato para procurar los apoyos internos y externos necesarios, y así continuar su esfuerzo de guerra hasta alcanzar sus objetivos estratégicos: Ucrania, mantener su independencia política e integridad territorial; Rusia evitar que Ucrania sea parte de la OTAN y se convierta en una amenaza a su seguridad nacional.

 En esta guerra las racionalidades confrontadas están intactas, lo que supone que se extenderá en el tiempo, más allá de lo que desearíamos. Tucídedes, el gran historiador ateniense, señaló que las ambiciones desmesuradas (de los Estados) llevan a la destrucción.

(*) Politólogo/Magíster en Planificación del Desarrollo Global

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