Tomada de REUTERS/Suzanne Plunkett/Pool REUTERS – Suzanne Plunkett

Estados Unidos se opuso a una declaración firme de los miembros del G7 que buscaba condenar a Rusia por la invasión de Ucrania, durante la reunión de los integrantes -Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido y Japón- en la que Canadá sirvió de anfitrión.

Se trató de un encuentro que perdió vigencia tras el retiro del presidente estadounidense Donald Trump, con tema central en el conflicto en el este de Europa.

El primer ministro canadiense, Mark Carney, indicó en rueda de prensa que algunos de ellos «incluido Canadá», pudieron ir «más lejos», aunque dejó claro que todos estaban de acuerdo en continuar presiones a Rusia, así como sanciones financieras. Afirmó que Canadá proveerá ayuda militar a Kiev por un valor de 1.470 millones de dólares y subrayó «la importancia de ser solidarios con Ucrania» y «ejercer máxima presión» sobre Moscú.

En este contexto, el jefe de Gobierno canadiense también anunció un préstamo de 1.700 millones de dólares para reconstruir infraestructuras, así como pretende colaborar con Reino Unido para elevar las sanciones contra la denominada «flota fantasma» rusa, que moviliza petróleo ruso para su venta.

Desde Estrasburgo, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas, manifestó que  Rusia no tiene «ninguna posibilidad» ante la OTAN, siempre que se mantengan en unidad. «Mantener la unidad de la alianza es tan prioritario como aumentar los gastos en defensa».