Destacado

Entre Ucrania y el mar Caribe está el final del viejo orden Internacional

Tomada de El Clarín

Oscar Hernández Bernalette 10.11.25

Hemos reflexionado en el pasado con un enfoque de realismo internacional que pareciera  indicarnos que estamos ante el reto de construir una multilateralidad limitada. Demasiadas evidencias  nos demuestran  que el mundo está reacomodándose geopolíticamente y que los nuevos tiempos que vienen por delante serán de desorden internacional, mientras paradójicamente se construye un nuevo orden internacional que sustituye al creado después de la Segunda Guerra Mundial y que definitivamente ya no le sirve ni a los proponentes ni a los que se beneficiarían.

 Los países  no están preparados para aceptar una integración de soberanías, ni las grandes potencias están dispuestas a que el derecho internacional  sea una cortapisa para su actuación a nivel global.  Los contrapesos en la comunidad internacional dejan de funcionar y ningún país quiere someterse al derecho internacional tal como ha evolucionado en décadas previas y cuya tarea es la  de desarrollar  normas y principios que regulan las relaciones entre Estados y otros actores internacionales. Sus ámbitos de aplicación deben ser amplios e incluyen la paz, los derechos humanos, el comercio, el derecho humanitario, el medio ambiente, el desarme y la regulación de conflictos. Estos objetivos cada vez se alejan más de los principios que intentaban dar equilibrio a las relaciones internacionales.

 Es por lo anteriormente indicado que tratar de fortalecer las instituciones de los sistemas de integración planetaria y regional es cada vez más complejo ante tanta dispersión ideológica y lucha de poder. El mundo, que vive en riesgos concretos, necesita mayor coherencia en sus instituciones, pero también requiere organizaciones más sólidas y vinculadas.  Sin embargo, todo lo que hemos estado viendo es parte del fracaso del sistema multilateral y muchas de sus organizaciones. Cuando las democracias mismas debilitan sus instituciones, se concentra en poder y se debilita el Estado derecho a nivel local, la ola golpea las instituciones supranacionales y nos sitúa en el escenario que actualmente estamos presenciando. Hacia dónde vamos no es claro, pero ciertamente será distinto.

Los organismos internacionales deberían ser los responsables  para fortalecer un sistema global de alertas tempranas, de respuestas inmediatas y control de daños para evitar situaciones como la guerra que se vive en el centro de Europa, Medio Oriente y ahora en el Caribe. Estos  han fracasado y  como consecuencia  hay una invasión que no  se debía haber producido en Ucrania  en violación de preceptos básicos del derecho internacional, y por otra parte la situación en el Caribe es una muestra de la fragilidad en mantener la paz cuando se pierde la  capacidad de negociación.

Aprendimos que el Ius ad bellum como derecho existe- y aun debatido cuando se justifica- solo y cuando su propósito es prevenir, o detener, una catástrofe humanitaria.

Es por ello que insistimos que es  tiempo de volcarnos a la microbalización” entendiendo esta como la opción de integrar en un todo parcialidades homogéneas dispuestas a mantener previsibilidad ante acuerdos y visión de mundo (integración y facilidad de las comunicaciones, libre movimiento de mercancías o extensión de los derechos humanos).

 Ya la globalización que hemos aupado pareciera llegar a su fin. El mundo se fragmenta en lo económico y en lo político. Un nuevo desorden internacional está en pleno nacimiento. Por ello, la nueva realidad quizás sea el retorno a lo más elemental, un planeta de “like minded”, esto es, que estén juntos los países que tienen las mismas causas, las mismas ideas (coalition of the willing) de lo político, del comercio, de las relaciones internacionales, del ambiente, de los derechos humanos, de la integración y pare usted de contar de cuántos temas tenemos en las agendas globales.

El mundo está en una etapa que necesita parecerse a sí mismo y no este “melange” en donde todos somos un poco de todo y al final somos tan diferentes. Unos amamos la paz y otros justifican las guerras, en sumisión, en el poder y viviendo del poder.

Pensemos, por ejemplo, en las Américas, en las alianzas regionales en las que deben estar los que quieran estar, con ganas de unir y construir. Ya las Américas deberían ser homogéneas, pero si no se puede, que sean de múltiples pensamientos. Este mismo concepto aplicaría para todas las alianzas globales y los organismos internacionales secuestrados muchas veces. La mayoría de los países forman parte de múltiples organizaciones internacionales -se aproximan a cincuenta por cada país- además, sobre los cimientos de más de setenta mil instrumentos normativos internacionales. Si este esquema está fracasando pues conlleva lo que estamos viendo .El cincho y el revólver en la cintura. El desprecio por la ley y convivencia. Lo que se hace mal en casa  igual se hace en  la jungla “park” internacional.

Deja un comentario