
Caracas, 28 de octubre de 2016
Esta semana se ha caracterizado por una importante escalada del conflicto entre el gobierno y la oposición que pareciera irreversible, pese al anuncio hecho por el Secretario de la MUD de asistir a la mesa de dialogo convocada por UNASUR y el representante de El Vaticano para el domingo 30 de octubre.
Cuando afirmamos que la escalada parece irreversible, lo decimos porque tras haber estado veinte años dedicado a ejercer y enseñar conflicto y negociación, hemos aprendido a reconocer cuando un conflicto está “maduro” para poder ser resuelto mediante un acuerdo negociado y, al menos que haya información que no vemos ni conocemos, las señales enviadas por las partes nos dicen que, “por ahora”, no hay acuerdo posible por tres razones fundamentales.
La primera y más importante de estas razones tiene que ver con lo que se llama alternativas a un acuerdo negociado. Cuando tratamos de negociar algo los límites de un acuerdo están determinados por las alternativas disponibles para las partes si no llegan a un entendimiento. Un acuerdo tiene sentido si, y solo si, éste supera a las alternativas de todas las partes involucradas en la negociación. En este sentido, tenemos que para la MUD cualquier posible acuerdo implica una solución cuyo resultado final es la salida de quienes hoy gobiernan, bien sea por la vía de reactivar el referéndum revocatorio, lograr la renuncia del presidente o adelantar las elecciones, de manera tal que se materialice un cambio político en el corto plazo. Para la MUD, cualquier alternativa que permita al oficialismo mantener el poder implicaría costos políticos muy elevados, por lo que su mejor alternativa, en caso de que tal acuerdo no sea posible, está en una escalada del conflicto, como la agenda ya anunciada el pasado 26, que tome ventaja de una mayoría que, de no sentirse representada, podría pasarle por arriba al liderazgo político como ha sucedido en otros países (lo que normalmente no termina bien), o comenzaría a buscar otros liderazgos.
En el caso de un régimen con altos costos de salida como el que hoy controla el poder en Venezuela, ningún acuerdo que implique su salida del poder para afrontar investigaciones, juicios y posiblemente prisión para muchos de ellos, resultaría atractivo. En este sentido, la negociación de elecciones adelantadas de las que algunos, como Henri Falcón, comienzan hoy a hablar insistentemente, no tiene mayor oportunidad que la renuncia o el referéndum revocatorio, porque su consecuencia final es la misma, o sea, la salida del régimen del poder. Esto hace predecible que, tras haber asumido los costos de una suspensión de último minuto del referéndum revocatorio, el régimen continuará prefiriendo otras alternativas distintas que, a su juicio, les permitirían no morir en la orilla y mantener el poder, tal como las que se están ejerciendo hoy a través de la represión, lo cual solo contribuirá a escalar progresivamente el conflicto.
La segunda razón tiene que ver con las expectativas de las partes. Los procesos de escalada del conflicto se dan cuando ambas partes están seguras de poder obtener lo que quieren imponiéndoselo al otro por el ejercicio del poder. Los conflictos pueden resolverse en la fase de escaldad si, y solo si, una de las partes tiene realmente el poder para imponerse sobre la otra. En el presente momento tanto el régimen como la oposición creen tener el poder para imponerse mediante una escalada del conflicto. El régimen, por tener el control de las “instituciones” del Estado y los cuerpos represivos (policía, Fuerza Armada y milicias o colectivos armados), y porque en cada escalada anterior del conflicto el régimen ha ganado a través del ejercicio de la represión. En el caso de la oposición, por contar hoy, a diferencia del pasado, con una muy amplia mayoría del país que clama por un cambio de gobierno, y cuyo apoyo podrían perder en caso de desescalar el conflicto sin un resultado favorable.
La tercera razón tiene que ver con la tesis que por años hemos defendido: Las transiciones solo son posibles cuando los costos de opresión superan a los costos de tolerancia (en este caso de salida del poder). En tal sentido, la actual situación, en la cual el gobierno trata de autocratizarse para estabilizarse en el poder, solo puede superarse favorablemente a favor de una transición democrática en la medida que la oposición, con el apoyo de la mayoría que hoy le respalda, sea capaz de neutralizar la ventaja represiva del régimen, elevando los costos de la represión para quienes toca ejercerla. Si se considera que mientras el régimen no necesite reprimir para mantener el poder el costo de la represión es cero, el aspecto más delicado de su estrategia está en cómo lograr que el gobierno, necesitando de la represión, no pueda ejercerla, lo que es la expresión del mayor costo posible de la represión, como fueron los casos de Marcos Pérez Jiménez (23 de enero de 1958) o la Revolución de los Claveles en Portugal (25 de abril de 1974), entre muchos otros.
Solo si el régimen intuye que la alternativa de mantener el poder por el ejercicio de la represión ya no es posible, tendremos una desescalada del conflicto en la que una transición negociada sería posible. Como suele afirmar uno de mis maestros, la gente solo negocia cuando no puede conseguir lo que necesita por otros medios.
Benigno Alarcón Deza
Director
Centro de Estudios Políticos
Universidad Católica Andrés Bello
Categorías:Carta del Director, Opinión y análisis




















Este es un caso de estudio muy particular en cualquier claustro académico a nivel de pregrado o de postgrado. Desde que esta gente asumió el gobierno en el año 1999, planteé, por conocimiento muy cercano de lo que esta gente se traía en manos, plan o programa que fue publicado por el diario La Nación de la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, y cuyo cabecilla fue Adán Chavez que siendo catedrático de la ULA, dedicó mucho del tiempo que le pagaba esa universidad para enseñar, para conspirar y para adoctrinar; así como lo hizo después su menor hermano en la Academia Militar de Venezuela, en los años 70,80 y 90, ante la mirada indiferente y hasta cómplice de Superiores y de los altos mandos militares que desde los años 70 sabían a cabalidad y expresamente, que el tal cadete y luego, profesional militar, acompañado de otros muchos del ejército, aviación y marina, estaban conspirando, delito que en el ámbito militar tiene largas y graves condenas de prisión, sin hablar de la traición, la aplicación sine qua non de la CONFRONTACIÓN POLÍTICA DIRECTA Y ABIERTA (CPDA), concepto que he explicado incansablemente en varios o muchos de mis escritos. Todo conflicto tiene su escalada y su descalada; así ha pasado en esta Venezuela destruída pero con la peculiaridad que a la dirigencia opositora, desde aquella época, le ha faltado firmeza en cuanto a la CPDA. Actualmente, de la mano de un dirigente con experticia política y decisión y de otros que han asumido una posición radical en cuanto a la CPDA estamos dando pasos firmes en el proceso de restitución de una democracia muy a la venezolana. LCPDA es muy necesaria en este momento asiago de nuestra República, Aplaudo el hecho que muchos dirigentes se la han tomado a pecho y, eso deja al descubierto que ciertamente es una herramienta para la acción.
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