
Tomado de France 24
La reciente liberación de seis ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela, tras una reunión entre el presidente Nicolás Maduro y el enviado especial de Estados Unidos, Richard Grenell, marca un hito significativo en las relaciones entre ambos países. Este acontecimiento, que también incluye el acuerdo de Venezuela para aceptar la repatriación de migrantes deportados desde Estados Unidos, plantea interrogantes sobre el futuro político de Venezuela y la posibilidad de una transición democrática
Benigno Alarcón Deza 03.02.25
Contexto histórico de las relaciones Estados Unidos-Venezuela
Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela han sido históricamente tensas, especialmente durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021). Durante ese período, la administración Trump implementó sanciones económicas y diplomáticas destinadas a aislar al gobierno de Maduro, al que calificó de “dictador” y acusó de violaciones a los derechos humanos. Estas medidas buscaban presionar a Maduro para que abandonara el poder y facilitar una transición democrática en el país.
En 2019, Estados Unidos reconoció a Juan Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional, como presidente interino de Venezuela, intensificando aún más las tensiones diplomáticas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos internacionales y las sanciones, Maduro logró mantenerse en el poder, apoyado por instituciones clave y aliados internacionales como Rusia, China, Turquía e Irán.
Reanudación del diálogo y liberación de detenidos
La reciente reunión entre Richard Grenell y Nicolás Maduro representa un cambio notable en las expectativas que se tenían sobre la dinámica bilateral tras la toma de posesión de Donald Trump. Según informes, además de la liberación de los seis estadounidenses, Venezuela aceptó la repatriación de migrantes deportados, incluidos miembros del Tren de Aragua. Este acuerdo podría interpretarse como un intento de Maduro de cooperar para buscar una distensión con la administración Trump y mejorar unas relaciones bilaterales que le preocupan demasiado.
Según las informaciones con las que se cuenta hasta el momento de escribir este artículo, durante la reunión entre Grenell y Maduro no se realizaron concesiones financieras, más allá de la promesa de una posible mejora en las relaciones entre ambos países si el gobierno venezolano mostraba disposición a cooperar con las demandas iniciales, o sea, la liberación de los estadounidenses y la aceptación de los venezolanos deportados. La liberación de los seis estadounidenses se interpreta como un intento de Maduro por mostrar su buena fe, buscando aliviar las sanciones y obtener reconocimiento internacional.
Implicaciones para una transición democrática
La liberación de los detenidos y el acuerdo sobre los migrantes podrían ser interpretados de muchas formas, de acuerdo al sesgo de cada quien. Pero de lo que no hay dudas es de que, para los americanos, y en especial para Grenell como promotor de esta primera iniciativa de negociación, los resultados pueden leerse como señales de una posible apertura por parte del gobierno de Maduro hacia una transición democrática negociada. Sin embargo, es esencial analizar estos eventos con cautela.
Si bien es cierto que estos gestos podrían percibirse como que Maduro está dispuesto a negociar y buscar una salida a la crisis política y económica que enfrenta Venezuela. La mejora de las relaciones con Estados Unidos podría traer consigo el alivio de sanciones y la apertura de canales de ayuda internacional, lo que beneficiaría a la población venezolana.
Pero, por otro lado, lo más probable es que estas acciones sean tácticas dilatorias por parte de Maduro y sus asociados, destinadas a ganar tiempo y aliviar la presión internacional sin realizar cambios significativos en el sistema político, como ha sucedido en múltiples ocasiones en el pasado. La liberación de detenidos y la aceptación de deportados podrían ser vistos como concesiones menores que no abordan las demandas fundamentales de reformas democráticas y elecciones libres.
La sinergia entre factores internos e internacionales
La posibilidad de una transición democrática en Venezuela depende de una sincronización entre factores internos e internacionales.
Internamente, la cohesión y lealtad de las fuerzas armadas y otras instituciones clave al régimen de Maduro juegan un papel crucial. Hasta ahora, estas instituciones han demostrado un apoyo constante, lo que ha permitido a Maduro mantenerse en el poder a pesar de la presión interna y externa. Aquí hay un elemento a tomar en consideración: ¿cómo votó el sector militar el pasado 27 de julio?
Externamente, la postura de actores internacionales, especialmente Estados Unidos, será determinante, lo que explica la actitud excesivamente complaciente del gobierno con las demandas del representante del Gobierno norteamericano. La reciente reanudación del diálogo y los gestos conciliatorios podrían indicar un cambio en la estrategia de la administración Trump hacia una mayor cooperación y negociación con Maduro. Sin embargo, es fundamental que cualquier acercamiento esté acompañado de garantías y mecanismos que aseguren avances reales hacia el respeto de los resultados electorales del pasado 28 de julio y la apertura al inicio de un proceso de democratización. De no ser así, Trump será nuevamente burlado por el gobierno de Maduro.
Perspectivas futuras
Aunque los eventos recientes pueden traducirse en luz u oscuridad, dependiendo de la inclinación de quien los mira, es esencial mantener un enfoque realista y cauteloso. La historia ha demostrado que el régimen de Maduro es hábil en maniobrar para mantener el poder, y las concesiones superficiales no necesariamente conducen a cambios estructurales.
Si bien es cierto que la comunidad internacional debe continuar ejerciendo presión, también es válido ofrecer incentivos para fomentar una transición genuina, considerando, como hemos explicado en muchos artículos anteriores, que una transición depende del balance entre los costos de mantener el poder por la fuerza y los costos de tolerar un cambio político. Esto incluye el apoyo a actores democráticos dentro de Venezuela, la provisión de ayuda humanitaria y el establecimiento de garantías y condiciones claras para el levantamiento de sanciones, vinculadas a avances concretos hacia el respeto de los resultados electorales y un cambio político democrático.
En conclusión, si bien la reciente liberación de detenidos y el acuerdo sobre migrantes pueden interpretarse como desarrollos positivos, la posibilidad de una transición democrática en Venezuela sigue siendo incierta. Es necesario un compromiso sostenido y una vigilancia constante por parte de la comunidad internacional y los actores internos para asegurar que estos gestos se traduzcan en un cambio real de actitud del gobierno, que garantice avances irreversibles hacia el cambio político por el que Venezuela votó el pasado 28 de julio.
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