
Félix Arellano
En la región se han subestimando las complejas consecuencias de los nuevos autoritarismos, gobiernos barnizados de fachadas democráticas, concentrados en la legitimidad de origen; menospreciando la importancia de la legitimidad de ejercicio. Movimientos de naturaleza autoritaria, con manipuladores discursos políticos que prometen soluciones rápidas, exacerban el nacionalismo excluyente y la polarización, logran aprovechar las oportunidades de la democracia para llegar al poder y, luego, se concentran en perpetuarse a cualquier costo.
Frente a los autoritarismos se aprecia una permisividad en el escenario internacional; en algunos casos, por el mito del respeto a la soberanía, en otros por intereses, muchos gobiernos y organizaciones internacionales no actúan oportunamente ante el desmantelamiento de las instituciones democráticas y la progresiva violación de los derechos humanos.
Por otra parte, resulta sorprendente como algunos partidos y organizaciones políticas, en países cuyos gobiernos están desarrollando agendas autoritarias, por ingenuidad o conveniencia, hacen silencio o se concentran en una lucha política o personalista que no se corresponde con la gravedad que enfrentan sus países.
Genera preocupación las divisiones de la oposición democrática en países como Bolivia o Venezuela, pues las divisiones fortalecen al autoritarismo. Afortunadamente llegan noticias esperanzadoras desde Nicaragua gracias a los acuerdos alcanzados recientemente por los partidos políticos de la oposición democrática en ese país, con el objeto de poder enfrentar el autoritarismo de Daniel Ortega. En efecto, cuatro partidos políticos y tres movimientos sociales constituyeron la Coalición Nacional, emulando la coordinación alcanzada en 1990, que permitió el triunfo de Violeta Chamorro, contra Daniel Ortega.
En esta oportunidad, la Coalición Nacional, está conformada inicialmente por: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, junto con la Unidad Nacional Azul y Blanco, se sumaron el Movimiento Campesino, el Partido Liberal Constitucionalista, la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), el Partido de Restauración Democrática (PRD) y el partido indígena Yatama (“Hijos de la madre tierra” en lengua miskita).
Por otra parte, no podemos dejar de destacar la débil actuación de la comunidad internacional ante el drama nicaragüense, lo que torna indispensable el esfuerzo interno y la unidad nacional. El acuerdo alcanzado por la oposición representa una seria amenaza al autoritarismo de Ortega y una interesante esperanza para la transición a la democracia.
Por el contrario, preocupa la situación en Bolivia, que avanza positivamente a la transición democrática con el esfuerzo de instituciones nacionales, el apoyo de la comunidad internacional y el laborioso trabajo de la Presidenta encargada Sra. Jeanine Añez; empero, los partidos políticos democráticos se fragmenten con miras a las elecciones convocadas para el 03 de mayo. Incluso la Presidenta Añez ha cometido el error de lanzar su candidatura, lo que complica las perspectivas de la oposición democrática.
En este momento se estiman varios candidatos de la oposición democrática (Carlos Meza, Jorge (Tuto) Quiroga, Luis Camacho, Chi Chung, Félix Patzi y Jeanine Añez). Seguramente la oposición democrática boliviana está confiada en el sistema de doble vuelta; empero, no se debería menospreciar la fuerza del Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Evo Morales, que si bien no tiene liderazgo, cuenta con apoyo popular y el propio Evo, desde Argentina, está tratando de mantener su unidad.
Otra debilidad que se observa frente a los autoritarismos tiene que ver con la neutralidad de algunos gobiernos frente a la violación de los derechos humanos; por ejemplo, es el caso del Manuel López Obrador en México, con su ambigua doctrina “Estrada”, con una aplicación práctica desequilibrada. Muy rigurosa para no involucrarse en la grave situación venezolana, poco relevante al defender a Evo Morales y cuestionar el proceso de transición democrática en Bolivia.
Por este confuso camino pareciera avanzar el nuevo Presidente de Argentina, Alberto Fernández, y también es la línea del sector radical del Frente Amplio en Uruguay. A estos grupos convendría preguntar: ¿qué dudas tienen sobre el exhaustivo Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Y, adicionalmente, recordarles que la actitud complaciente le hace cómplices en la violación de los derechos humanos.
También preocupa las divisiones en la oposición democrática venezolana. Resulta evidente que con el bochornoso asalto a la Asamblea Nacional, hecho ocurrido el pasado 5 de enero de 2020, en gran medida se ha depurado la oposición democrática, pero el país no resiste a nuevas divisiones. Pueden existir diversos escenarios de acción para avanzar en el restablecimiento de la democracia, pero lo fundamental es coordinarnos, no enfrentarnos; encontrar el minino común donde prevalecen la democracia y la defensa de los derechos humanos.
En estos momentos logar la unidad es un fin, pero en realidad es un medio muy importante para enfrentar el autoritarismo. Urge la coordinación de todos los esfuerzos tanto a nivel interno como internacional. Son muchos los gobiernos y organizaciones que nos apoyan, eso significa que son diversas las acciones y los escenarios se están desarrollando de forma simultánea; en tal sentido, entre las tareas prioritarias de nuestra oposición democrática destaca coordinar y complementar; sumar y no dividir.
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