
Benigno Alarcón Deza
Mientras una parte de la población aboga por la pronta realización de unas primarias para elegir al candidato que se enfrentará a Maduro en las elecciones presidenciales de 2024, el proceso no se vislumbra como posible antes de junio de 2023. En todo caso, el tiempo sigue jugando en contra porque la gente–agobiada por la crisis económica, las fallas en los servicios y la inseguridad- se está cansando de no obtener soluciones para sus problemas. Lo mismo ocurre con la negociación planteada con apoyo de los noruegos, hasta ahora abortada por el gobierno, que sabe que no podrá lograr allí lo que quiere, y que en este momento, tras “el intercambio de rehenes” que nos sorprendió a todos el pasado sábado, deja a los mediadores noruegos y a la oposición en la mayor debilidad que han tenido en la mesa de negociación desde que se retomó el proceso en 2019. Mientras tanto, la posibilidad de una mejoría en la economía como consecuencia de la apertura de la frontera con Colombia parece desvanecerse, como ha sucedido con el “Venezuela se arregló“, ante las constantes fricciones entre la Casa de Nariño y Miraflores
La crisis política en Venezuela sigue en una situación de estancamiento absoluto. Aunque se han creado expectativas positivas sobre las primarias que definirían al liderazgo opositor, todavía hay temas que se discuten en torno a esta consulta sin que se hagan públicos los avances. Uno de ellos es cuál será el mecanismo para la elección del candidato único opositor.
Entre los puntos más álgidos destaca el tema de la participación o no del Consejo Nacional Electoral. De los diez partidos de la Plataforma Unitaria, seis están en contra de hacerlo con el CNE. Algunos aceptan cierta ayuda técnica del ente comicial, mas no la realización y menos la rectoría del proceso, y el tema de la confidencialidad sobre la identidad de los electores es un tema no negociable. Los venezolanos no solo no quieren que el CNE participe en el proceso de elección del líder opositor, sino que confían en que sea la sociedad civil la que organice y arbitre el proceso.
Por otra parte, hay partidarios de que todos los que quieran postular sus candidaturas lo hagan. Pero otros no quieren tanta apertura y rechazan la participación de los “alacranes”, de cuyas intenciones para participar en el proceso se desconfía con sobradas razones tras la intervención judicial de varios de los principales partidos de oposición. Esto, obviamente, podría generar que quienes queden por fuera se reúnan para hacer su propia elección primaria, posiblemente con el CNE, con la finalidad de generar la dispersión del voto opositor, lo que solo contribuiría a apuntalar la continuidad del régimen oficialista.
El otro punto que se debate es el voto en el exterior. Quienes apoyan la participación del CNE están negados a esta posibilidad; mientras que quienes no apoyan al CNE, son los que insisten en que los migrantes participen. Evidentemente, el tema más importante aquí es cómo hacer posible esa participación entre una diáspora que hoy se encuentra muy dispersa y poco organizada. Este puede ser, sin lugar a dudas, un momento clave para plantearse este reto de cuya respuesta dependerá, en buena medida, la movilización y participación de millones de venezolanos que hoy viven fuera del país.
Dicha controversia hace que la decisión sobre la comisión electoral adquiera mayor relevancia, pues lo que no se logre decidir entre los partidos, quedará, según se nos ha dicho, en manos de esta comisión, para cuya conformación la Plataforma Unitaria acaba de anunciar una prórroga que coloca su nombramiento para mediados de octubre.
Por otra parte, hay quienes prefieren el consenso a la elección primaria. Tomando en cuenta que la población se pronuncia claramente por participar en la elección de su liderazgo, el intentar hacerlo por una negociación entre partidos, podría incrementar significativamente la abstención, lo que sería muy grave.
A todo evento, la Plataforma Unitaria se encuentra en este momento explorando las condiciones bajo las cuales es posible alguna cooperación con el ente comicial; se está en proceso de enviar una comunicación a los rectores del CNE para solicitar información sobre su disposición a cooperar con la organización de la consulta bajo determinadas condiciones, que implican renunciar al control del proceso, a su reglamentación, así como al acceso a la identidad de los electores. Bajo esas condiciones se puede prever que el organismo comicial no acepte o guarde silencio, como lo está haciendo con el reglamento propuesto para el voto en el exterior.
En todo caso, de no haber una respuesta por parte del ente electoral oficial, el silencio administrativo se interpreta como una respuesta negativa, por lo cual la Plataforma Unitaria o la comisión organizadora de las primarias deberá tomar decisiones al respecto, dado que organizar la elección requerirá entre seis y ocho meses.
En paralelo, se encuentra que el tema de la negociación, con apoyo de los noruegos, sigue en punto muerto, y ahora es previsible que esta situación se agrave tras la decisión del gobierno norteamericano de avanzar en lo que pareciera ser un intecambio de rehenes con Maduro, en el que los sobrinos de Cilia Flores fueron liberados y devueltos al país, a cambio de la liberación y repatriación de siete ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela. Tal situación deja claro que Maduro puede negociar directamente con el gobierno de Biden, sin intermediarios y le quita a la oposición su principal punto de apalancamiento. Es probable que las elecciones de medio término en Estados Unidos traigan consigo un giro de la Casa Blanca en esa materia, tomando en cuenta que la tendencia, al parecer, sigue favoreciendo al partido republicano, lo que hará más difícil lograr una mayor flexibilización de las sanciones, especialmente en lo referido a las licencias con compañías petroleras como Chevron, a partir de noviembre.
La oposición, Estados Unidos y algunos países europeos tratan de presionar para regresar a la mesa de negociación, pero la realidad es que este proceso, al parecer, está en un momento de estancamiento, por lo menos en el corto plazo. Incluso, ya varios dirigentes de la Plataforma Unitaria reconocen, en privado, que el mecanismo de México no tendrá oportunidades de reactivarse en lo que queda de año.
La ralentización económica
Por otra parte, hay que detenerse en lo que está pasando en el país, quizá con mayor énfasis en el interior. Se observa y existe una ralentización en torno a la dinamización de la economía que la gente esperaba a principios de año. En general, se observa poca gente en las calles, negocios nuevos donde se hicieron grandes inversiones que permanecen vacíos. Este es un tema que hay que ver con cuidado porque los ciudadanos perciben que las cosas no andan bien. La gente tiene dificultades para acceder a bienes y servicios por falta de recursos.
Lo que sí hay son protestas por temas como el aumento inconsulto del pasaje o por problemas laborales, como mejores salarios y beneficios, o como lo que ocurrió en agosto con los gremios del sector público que salieron a las calles a reclamar insistentemente exigiendo el cumplimiento de bonos vacacionales y otras compensaciones.
Si bien es cierto que seguirá subiendo la frecuencia de protestas limitadas y dispersas, que no necesariamente representan una amenaza para el gobierno, difícilmente el sector político se pondrá al frente de esas protestas hasta que no haya una elección. Antes de eso, no se prevé una posición unificada de la oposición porque muchos de los candidatos no están interesados en ser identificados como líderes de estas manifestaciones.
Apertura de corto vuelo
El otro tema que ha dejado un amargo sabor en la boca de los venezolanos es el de la apertura de la frontera colombo-venezolana. Lo que se anunció con bombos y platillos, se redujo al paso por la frontera en horarios restringidos para peatones y transporte de carga, y a una cierta actividad comercial entre ambos países.
Uno de los aspectos que llamó la atención fue la presencia del presidente colombiano, Gustavo Petro, en la frontera el pasado lunes 26, mientras que su homólogo venezolano, estuvo ausente en la escena. Ninguno de los funcionarios sancionados por Estados Unidos pisó territorio colombiano. El único que se atrevió a llegar hasta la raya fue el gobernador del Táchira, Freddy Bernal. Esta situación denota que hay un manejo cuidadoso por parte de los colombianos sobre el tema venezolano. Están poniendo sus condiciones. En ese sentido, habrá que observar bien los movimientos del jefe de Estado del vecino país, puesto que las cosas no están fluyendo como se planteó en un principio. Las dificultades han comenzado a aflorar, posiciones encontradas, contradicciones y suspensión de eventos.
Uno de los desencuentros más llamativos ha sido el del reinicio de vuelos entre ambos países. La primera señal de alarma se dio cuando el embajador colombiano, Armando Benedetti, informó que la línea aérea bandera de Venezuela, Conviasa, no podría volar al país vecino por estar sancionada por la OFAC. Venezuela tenía la expectativa de que Colombia autorizaría el ingreso de Conviasa, pero no fue así. Luego Benedetti señaló que Turpial, una aerolínea propiedad de militares venezolanos, sí estaría autorizada.
El gobierno venezolano no permitió a última hora que Wingo –compañía colombiana de bajo costo- volara a Caracas. Adicionalmente Petro dice que Satena –una aerolínea del Estado colombiano- se incorpora a este intercambio con lo que podría obtener recursos para el Estado. Todo esto generó una gran fricción ante la imposibilidad del gobierno neogranadino de complacer a Maduro.
En ese sentido, pareciera que el tema de las fronteras es más simbólico que real. A Colombia no le interesa que aumente la migración de venezolanos. Por otro lado, los industriales venezolanos están presionando para que se le ponga freno a la importación, porque sería una balanza comercial completamente desequilibrada y que perjudicaría a un sector productivo que aún está muy débil.
Quizá habrá que esperar las próximas semanas a ver qué ocurre en este tema. Pero todo apunta a una prudencia extrema de Petro, quien debe sentir que mantenerse al frente de Colombia no será fácil, tanto frente a factores externos como internos. Es probable que, dada su inclinación política, quiera tratar de ayudar al gobierno de Maduro, pero lo hará con la mayor prudencia posible porque sabe las adversidades que eso puede generarle, adentro como afuera.
En conclusión…
La oposición continúa sin definir el proceso de primarias, debido a los desencuentros internos sobre diversos asuntos fundamentales, como la eventual intervención del CNE, la participación de los migrantes venezolanos como votantes en estas elecciones opositoras y el timing estratégico que resulta conveniente a unos u otros. Si bien está previsto que los aspectos sobre los que no existe definición serán acordados por la comisión electoral, el nombramiento de los integrantes de esta instancia también ha estado lleno de dificultades, por lo que el plazo para su conformación se ha extendido.
El asunto es que mientras más tarde se defina la comisión responsable de organizar las primarias y sus condiciones, más tarde será la realización de este evento, lo que puede hacerlo imposible o tardío para posicionar a un candidato y ejecutar una campaña efectiva si el gobierno adelanta, como hizo en el 2018, la fecha de la eleccion presidencial que se espera ocurra a finales de 2024, lo cual limitaría las posibilidades de éxito del liderazgo opositor resultante.
Todo ello ocurre mientras se desvanecen en la realidad las esperanzas sobre una reactivación de las negociaciones en México, así como la supuesta reanimación económica, poco observable en las regiones, donde la sobrevivencia y las limitaciones siguen signando la vida de los ciudadanos. Asimismo, las expectativas que se habían creado en torno a un auge comercial bilateral con Colombia también se han disipado, en buena parte porque las relaciones entre los gobiernos de Petro y Maduro no han sido tan fluidas como el régimen aspiraba.
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