
Tulio Ramírez
Concluyó el período escolar 2022-2023 con más pena que gloria. Cada año que pasa las cifras son más alarmantes que las del año anterior. En eso andamos desde hace por lo menos 18 años. Cada año escolar que culmina es peor que el anterior en términos de calidad y atención. Sin embargo, paradójicamente, la tasa de prosecución es cada año más alta. Todos pasan de grado, pero es una ilusión óptica de éxito académico.
Durante los últimos años han inventado todo lo que se les ha podido ocurrir y el sistema escolar no levanta cabeza. Ni siquiera han podido implementar un diseño curricular medianamente decente. Todos los intentos han sucumbido en la improvisación o en el muy criollo “se acata pero no se cumple” por la falta de supervisión y por lo rocambolescas que han sido todas las propuestas que desde el año 2006, se han querido implantar.
Mientras la escuela retrocede, la narrativa gubernamental gira en torno a “la prosperidad”, “el arranque de la economía”, “los motores del desarrollo”, “la Venezuela potencia” y “la felicidad del pueblo”. Un discurso artificial que llega a una población que la recibe con menos entusiasmo.
Pero volvamos al tema de la escuela para no dispersarnos. Este año escolar que acaba de culminar dejó al desnudo la presencia de nuevas dificultades así como la potenciación de las dificultades que venía sufriendo desde algunos años. Si nos obligaran a caracterizar a este período escolar que recién acaba de finalizar, tendríamos que utilizar la expresión: “la escuela de los 7 menos y 1 más”. Veamos.
Terminamos el año escolar con menos docentes. A pesar de la inexistencia de cifras oficiales (lo que se está volviendo costumbre en el país), los gremios coinciden en señalar que el déficit de docentes alcanza la astronómica cifra de 200 mil aproximadamente. Número más, números menos, se está hablando de un porcentaje de éxodo hacia otros destinos laborales, cercano al 50%. Las razones de esta desbandada son harto conocidas. Los salarios de hambre han obligado a nuestros profesores, más allá de la vocación que puedan sentir, a abandonar el cargo para dedicarse “a lo que sea” para poder comer, o emigrar del país.
Terminamos el año escolar con menos estudiantes. No solo se ha ido el personal docente, también lo han hecho los alumnos. Las cifras de ENCOVI señalan que por lo menos 3 millones de niños y jóvenes con edad escolar no están en la escuela, pero a eso se suma los que aun estando inscritos dejaron de asistir a las clases por haberse incorporado tempranamente al mundo del trabajo o simplemente asumieron que estudiar no garantiza mejorar el nivel de vida. Muchos de esos muchachos son hijos de profesionales de la administración pública que perciben un sueldo que no alcanza para vivir.
Terminamos el año escolar con menos escuelas. La sociólogo Isabel Pereira ha anunciado que, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, desde 2016 a la fecha han cerrado 1275 planteles, de los cuales aproximadamente 400 son privados. Por su parte el Observatorio de la Educación señala que “el 59% de las escuelas notifican daños en su infraestructura”. El gobierno no solo no construye escuelas ni da mantenimiento a las que ya existían, sino que no hace nada para evitar que cierren. El milagro educativo de la democracia se desintegró con el chavismo.
Terminamos el año escolar con menos días de clases. Se implementó la modalidad del “Horario Mosaico”, lo cual no es otra cosa que un subterfugio para normalizar un horario intermitente de clases que, por la vía de los hechos, se estaba llevando a cabo. Ni profesores ni estudiantes tenían la posibilidad asistir todos los días a clases. Con sueldos que no cubren ni siquiera el transporte para llegar a la escuela ni un Programa de Alimentación Escolar que sirva de incentivo para asistir, imposible pedir a docentes y estudiantes, una asistencia diaria.
Terminamos el año escolar con menos calidad educativa. “Las tareas para la casa” nunca sustituirán la labor cotidiana en el aula de clases. El acompañamiento del docente nunca puede ser sustituido por los padres, aunque estos hagan el mejor esfuerzo. La docencia es un profesión que requiere años de estudios para obtener las competencias pedagógicas y los conocimientos disciplinares necesarios para llevar adelante el acto formativo a niños y adolescentes que no cuentan con la madurez y las herramientas para el autoaprendizaje. A esas edades, recibir cada vez menos tiempo de clases puede constituirse en un daño irreparable. Las declaraciones de la profesora Carmen Teresa Márquez, presidente de la Federación Venezolana de Maestros son alarmantes; “el 90% de los niños que salen de sexto grado no sabe leer ni escribir” (Diario Tal Cual del 2 de agosto de 2023).
Terminamos el año escolar con menos generación de relevo. La matrícula en los Institutos y escuelas universitarias de formación docente se ha reducido en los últimos cinco años de manera significativa. La UPEL, la universidad por excelencia formadora de docentes ha tenido una reducción de aproximadamente un 70% de sus estudiantes. Igual reducción han tenido las escuelas de educación de la UCV, UCAB, UNIMET, UCAT. Adicionalmente la tasa de egresos en estas casas de estudio es cada vez menor, cuestión que se agrava en disciplinas como Matemática, Química, Física, Biología y Castellano. Con el escaso número de egresados cada año, difícilmente se podrán cubrir los déficits de docentes para los próximos 20 años.
Terminamos el año escolar con menos presupuesto para educación. Aunque no hay cifras oficiales sobre cuánto se destinó a educación para el período fiscal de 2022, lo que ha sido evidente es que la infraestructura escolar no ha sido objeto de un plan de mantenimiento que mejore las condiciones de los planteles. Inventaron las BRICOMILES, para reparar las escuelas con la ayuda de los militares y fue flor de un día. No se han reportado resultados eficientes de esa “Unión Cívico-Militar”. Se argumenta que faltan recursos por efectos de las sanciones, cuestión que se pone en duda cuando se observa que más de 23 mil millones de dólares producto de la venta del petróleo, han sido devorados por la corrupción.
Es la escuela de los 7 menos, no hay lugar a dudas. Sin embargo, es inocultable que se le puede agregar 1 más. Es evidente que el deterioro de la educación ha aumentado de manera sostenida durante este último año escolar.
Categorías:Destacado, Opinión y análisis



















