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Los efectos de la invasión a Ucrania y Putin determinarán el destino de Venezuela

Tomada de Euronews

La alianza que Nicolás Maduro sostiene con el gobierno ruso de Vladimir Putin es la clave para sostenerse en el poder. Mucho más ahora con el aislamiento al que han llevado al país, el cual se profundiza por las actuaciones del oficialismo después de las elecciones del 28 de julio y las resoluciones de la CPI y de la ONU, por violaciones a los derechos humanos

Francisco Olivares

25.09.24

Lo que ocurra en Rusia y el extenso conflicto con la invasión a Ucrania será determinante en el futuro de Venezuela. La mayor dependencia que tiene la Revolución bolivariana, conducida por la cúpula de Nicolás Maduro, no es con Cuba, sino con Vladimir Putin y su proyecto hegemónico, enfrentado a las democracias occidentales lideradas por Estados Unidos y la Unión Europea.

Si bien Cuba ha tenido una fuerte influencia en la consolidación del modelo chavista en Venezuela y el rol de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Rusia se volvió determinante para su sostenimiento.

Cada paso que ha dado el grupo gobernante desde los inicios del chavismo se fue alineando con los planes geopolíticos y económicos de Vladimir Putin. Con Nicolás Maduro al frente del país, esa alianza se profundizó y hoy se ha implantado ese fuerte vínculo que conduce a cerrar las opciones de negociación, diálogo o cualquier mecanismo democrático que ponga en peligro el control del poder.

El proceso electoral del 28 de julio, los resultados por todos conocidos y las acciones que se derivaron al no presentar las actas originales, marcaron ese definitivo modelo hegemónico. Los vínculos con Rusia tenderán a profundizarse en la medida en que el grupo gobernante se mantenga en el poder.

Nazismo y fascismo

Hace unos días, el pasado 19 de septiembre, Maduro reiteró su apoyo irrestricto a la invasión rusa contra Ucrania que ya pasa de 2 años. En su disertación señaló que la guerra entre ambos países fue provocada desde Washington para disminuir a Rusia, y aseguró que “Rusia terminará acabando con los brotes de nazismo en Ucrania” .

Autocracias como las de Rusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, suelen calificar a las democracias occidentales y sus líderes con el término de “nazismo” o fascismo”. Ocultan que ambos movimientos históricos tuvieron su origen en ideologías de la izquierda socialista que mutaron hacia posturas nacionalistas, posicionaron a un líder y terminaron imponiendo autocracias. Una vez en el poder desmantelaron a la disidencia y gobernaron con el control total de las instituciones. Fueron modelos con semejanzas a los que se implantaron en la Unión Soviética y en el bloque de países de Europa que vivieron bajo su dominio comunista y los que aún sobreviven como Corea del Norte y Cuba.

Desde hace unos 25 años nuevos modelos de autocracias se han establecido en Latinoamérica como los de Nicaragua, Venezuela y otros en proceso como en Bolivia. Estos han surgido desde sistemas democráticos electorales competitivos, con mensajes populistas de la izquierda progresista y han derivado en autocracias, implantando la reelección indefinida, controlando las instituciones y aplicando componentes propios del viejo fascismo y el nazismo.

La invasión a Ucrania marcó un hito importante en el proyecto expansivo de Putin, luego de anexarse a Crimea en 2014. Desde que asumió el poder en Rusia en 1999 al sustituir a Boris Yeltsin, su proyecto fue el de convertir a su país en una potencia hegemónica y recuperar su influencia internacional.

Desde principios de siglo Venezuela ha sido un consecuente aliado. En 2014, Venezuela votó en contra de la resolución de la ONU que condenaba la anexión rusa de Crimea, a la que se opusieron los principales países occidentales.

Apenas a seis días de efectuarse la invasión a Ucrania, Maduro llamó por teléfono a Putin para expresarle su apoyo a la acción armada al tiempo que acusó a Estados Unidos y a la OTAN de desestabilizar esa región. Putin justificaba la invasión como una medida de protección a la población “pro-rusa” que habitaba en esa zona, considerada como “separatista”, y una como una acción para la “desnazificación” de Ucrania.

Aliado militar

Rusia, además de ser el más importante asesor militar y proveedor de armas de Venezuela, ha recibido durante 24 años de chavismo jugosos contratos en materias petrolera, minera, agrícola, militar, de minería y construcción, entre otras. Además tiene objetivos geopolíticos que están por encima de las inversiones o beneficios económicos que puede lograr con el gobierno de Maduro.

Rusia es hoy uno de los pocos aliados con poder económico y político que le quedan a Maduro; en un escenario cada vez más complejo, en donde sus alianzas en el continente han sufrido sensibles bajas con cambios de gobierno hacia posiciones liberales y democráticas, e incluso con el distanciamiento de aliados del Foro de Sao Paulo y gobiernos de izquierda como los de Chile, Brasil y Colombia, que han cuestionado los resultados electorales del 28 de julio anunciados por el  Concejo Nacional Electoral (CNE), al no haber mostrado las actas.

Primer comprador de armas

Venezuela sigue siendo uno de los mercados de armas más importantes para Rusia y el primer comprador de América Latina. Entre 2005 y 2007 Venezuela suscribió contratos de compra de armas rusas por un valor de 4.400 millones de dólares (3.106 millones de euros), con lo que adquirió 24 cazabombarderos Sukhoi-30MK2, medio centenar de helicópteros MI-17, M-26 y M-35, y 100.000 fusiles Kaláshnikov AK-103. Entre 2008 y 2017 las compras alcanzaron los 5. 865 millones de dólares.

Con Maduro al frente del gobierno las compras de armas continuaron. En los recorridos que realizó Maduro por las guarniciones militares en 2019, advirtió que todos los meses estaba llegando armamento a Venezuela con “el equipamiento más moderno”. Al referirse a Rusia, expresó: “siempre tenemos planes en la cooperación y mejora de la defensa antiaérea, misilística; siempre vamos a avanzar y en los meses y en los años que están por venir vamos a seguir la cooperación militar”.

“A tiempo llegaron a Venezuela los mejores sistemas de armas de Rusia y ya nuestros soldados, nuestros profesionales militares, manejan los sistemas de armas más modernos que nunca conocieron aquí y creo que no tiene ningún ejército de América Latina», declaró Maduro en rueda de prensa desde  Miraflores.

El director del Servicio Federal de Cooperación Técnico-Militar de Rusia, Dmitri Shugáev, dijo en una entrevista con el diario “Kommersant”, que su objetivo principal es “mantener la capacidad combativa del armamento vendido a Venezuela”.

“Desde 2005 llevamos a cabo una cooperación técnico-militar con Venezuela. Durante este tiempo, una gran cantidad de nuestros equipos han sido entregados directamente.  Todo se ha cumplido durante mucho tiempo. Por ello, la cooperación en materia de mantenimiento y reparación de armas ya suministradas, mantenimiento del estado de alerta, así como la creación de instalaciones militares en el territorio del país, se ha llevado a cabo en su mayor parte recientemente”, sostuvo Shugáev.

En América Latina el gasto militar aumentó 4,2% en 2012, pero los mayores incrementos se registraron en Venezuela con 42%. Venezuela fue el comprador de armas número 18 a nivel mundial y el mayor importador de armas en América del Sur en 2015. A partir del siguiente año debido a la crisis económica, Venezuela redujo la compra de armamentos, aunque sigue siendo una prioridad para el gobierno de Maduro. En 2013, último año de estabilidad económica, se destinaron  36.723,9 millones de euros, que suponían el  16,44% de su PIB, mientras que en 2023, la compra de armamentos fue de 10.339,4 millones de euros, 11,48% del PIB actual. (Datosmacro.com).

Los Spetsnaz en Venezuela

Entre los contingentes militares rusos que vinieron a Venezuela, destacan 200 efectivos que arribaron entre marzo y abril de 2019. Lo más llamativo es que una parte de ellos, fueron miembros de los Spetsnaz, conocidos como los “soldados de acero” de Putin. Se trata de unidades élites de fuerzas de acciones especiales rusas; unidades antiterroristas, creadas en los tiempos de la guerra fría, expertas en sabotaje e infiltración.

Sin embargo toda esa asesoría con la presencia de fuerzas élites en el país ha mermado a partir de la invasión a Ucrania. Como lo han explicado destacados analistas y seguidores de la guerra. “La cúpula militar desesperada por la falta de progreso en el campo de batalla envió desde los primeros meses a sus fuerzas de élite”, según reveló un reportaje especial del Washington Post, citando documentos filtrados. La publicación sostenía que la 22ª Brigada Spetsnaz de la Guardia habría sufrido pérdidas de hasta el 90% de sus efectivos, en tanto que la 346ª brigada “habría perdido casi la totalidad de la brigada con sólo 125 efectivos activos de los 900 desplegados”, según documentos.

El reporte indica que la preparación para integrar esta fuerza de élite dura cuatro años, por lo que la reconstrucción de las unidades perdidas podría llevar hasta una década. Además, estas tropas se utilizaban para entrenar a grupos paramilitares en tácticas de guerra no convencional, “que Rusia ha utilizado para promover sus intereses en el extranjero”.

Sobre la alianza con Venezuela y los intereses de Putin en Latinoamérica desde antes de la invasión a Ucrania se advertían las dificultades financieras para mantener esa estrategia. Ya entonces se exponía la poca capacidad que tendría Rusia para operar y establecer una base militar en Venezuela, más allá de una asistencia como la que ha estado haciendo. El costo económico para sostener una misión militar de gran envergadura, a más de 4 mil kilómetros de su territorio, en Latinoamérica, sería insostenible para la limitada economía rusa. Su prioridad son sus intereses en Crimea, Chechenia y Siria.

Las inversiones de Rusia en el área militar aumentaron significativamente desde la invasión a Ucrania para ubicarse en 109 mil millones de dólares en 2023, sin embargo la cifra está muy lejos del presupuesto militar de Estados Unidos, que  para ese año fue de 916 mil millones de dólares.

Aunque Putin sigue manteniendo la alianza con Venezuela, Cuba y otros países Latinoamericanos, Venezuela ha dejado de ser prioridad en las actuales circunstancias en tanto no exista avance en el conflicto con Ucrania.

Si bien sigue siendo el aliado fundamental para el gobierno de Maduro, el peso de esa alianza ha disminuido significativamente para contrarrestar los efectos del aislamiento de Venezuela y la posibilidad de acceder a las ventajas políticas y económicas en la economía global. Pero aún en los actuales escenarios, el destino del gobierno de Maduro está muy ligado a las actuaciones de Putin y las decisiones que asuma el Kremlin.

@folivares10

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