Opinión y análisis

Autocracias mundiales se unen para extender sus imperios sobre Occidente

Ahora deben enfrentar a un nuevo contendor en escena, Donald Trump, quien como ellos, quiere que Estados Unidos se vuelva a consolidar como la gran potencia económica y militar del mundo

Francisco Olivares

19.11.24

El regreso al poder de Donald Trump ha desatado una polémica sobre  cuál será el rol que jugará durante su segunda presidencia en un mundo más convulsionado, con preocupación por el debilitamiento de las democracias y la consolidación de líderes autoritarios que se imponen con proyectos hegemónicos de dominio mundial.

Las guerras en el Medio Oriente están entrando en una etapa crítica en la que variadas autocracias se han dispuesto a controlar amplias regiones y convertirse en modelos dominantes. Los líderes anuncian que no detendrán sus aspiraciones, más bien pretenden que sus imperios se extiendan hacia Occidente en un nuevo orden mundial.

Existe inquietud por el ascenso de estos líderes autoritarios que promueven el debilitamiento de las instituciones del Estado, profesan distintas ideologías, son de distinto origen y cuentan con armamento nuclear.

Nuevas y viejas dictaduras

Desde comienzos de siglo se han consolidado una serie de regímenes autocráticos  que surgieron en países con democracias competitivas, pero han destruido sus instituciones inclusivas y establecido la reelección indefinida para controlar los sistemas electorales. Tal es el caso de Vladimir Putin en Rusia, Nicolás Maduro en Venezuela, y  Daniel Ortega en Nicaragua.

Estos últimos han concretado alianzas con sistemas aún más cerrados que han sobrevivido varias décadas, como el de China (75 años), Irán (45 años) o Corea del Norte (76 años), a los que no los une la ideología o la religión sino el desplazamiento de la democracia occidental y son en este momento el centro de los conflictos que hoy se viven en el Medio Oriente.

En ese amplio territorio de diversidades no se puede identificar la existencia de dos bandos en pugna como en las pasadas guerras del siglo XX. Una serie de intereses históricos y de nuevo origen se entrelazan, en los cuales, no sólo resalta la alianza anti-occidente, sino que conviven objetivos más profundos como la hegemonía islámica que lideran los ayatolá de Irán; ejércitos musulmanes chiitas que operan en varios países de la región; el sueño de Xi Jinping que se propone crear la Gran China histórica; Putin con su renacer de la Rusia imperial, esta vez liderada por los exagentes de la KGB y la entrada de un país comunista como Corea del Norte a la contienda contra Ucrania.

Comunistas y rusos “liberales” se unen

Unos 12 mil soldados de Corea del Norte ya se encuentran en territorio ruso preparándose para entrar en combate con las tropas ucranianas. La Dirección General de Inteligencia de Ucrania aseguró que las primeras unidades se preparan  en cinco campos de entrenamiento situados en el este de Rusia “para la invasión a gran escala”.

Esa alianza nada tiene que ver con la ideología. Putin ha seguido el curso de una economía de mercado pero con gran control del Estado favoreciendo a una nueva casta de aliados internos, gran parte de los cuales ha convertido en grandes magnates del capital, mientras Corea de Norte es una monarquía comunista con una economía cerrada en manos de la casta gobernante.

Rusia ratificó este mes de octubre el tratado de cooperación de defensa que Putin y Kim Jong-un firmaron en junio, mediante el cual ambos Estados se comprometen a apoyarse militarmente en caso de que sean invadidos por otros países.

En esta avanzada, Moscú ha recibido municiones, artillería y misiles norcoreanos que se están utilizando para el avance que se propone Putin sobre el territorio ucraniano.

El mandatario de Ucrania, Volodímir Zelenski advirtió que esta alianza ruso-norcoreana es “el primer paso hacia una guerra mundial”. Un mensaje que al parecer no se ha comprendido en profundidad en Occidente y preocupa especialmente a algunos países de Europa, frente a la incógnita de cuál podría ser la jugada de Trump.

Irán e Israel en confrontación directa

Durante la madrugada del pasado 26 de octubre, el ejército de Israel bombardeó objetivos militares en respuesta a continuos ataques de Irán, como lo ocurrido el 1 de octubre cuando desde Teherán lanzaron unos 200 misiles sobre su territorio. Se trata de un conflicto armado directo entre los dos países que no había ocurrido en más de 40 años desde la Revolución islámica de 1979, cuando rompieron relaciones. 

En ambas acciones las partes reconocieron pocos daños, por lo cual analistas consideran que se trató de acciones de advertencia. De hecho los objetivos no fueron dirigidos a zonas neurálgicas como las plantas iraníes en donde se enriquece uranio o sus principales industrias de energía.

La cuenta regresiva de Irán

Desde finales de 2016, en la avenida Jomhuri de la ciudad de Mashhad, la segunda más poblada de Irán después de Teherán, fue instalada una gran pantalla digital que expone una cuenta regresiva para la desaparición de Israel. A la fecha en que fue instalada, quedaban 8.700 días de existencia (24 años). Hoy serían aproximadamente 16 años.

No es casual que ese reloj que establece la fecha de las desaparición de Israel haya sido instalado cerca del santuario del imán Reza, el octavo imán de chiitas, el más importante centro religioso iraní. El imán Ali Reza vivió entre los siglos VIII y IX, según el islam chií es descendiente del profeta Mahoma y tiene cualidades proféticas y sobrehumanas. Los ayatolás hablan del regreso de un nuevo descendiente.

Mientras transcurre la cuenta regresiva, Irán financia ejércitos chiitas en varios países de la región y está muy cerca de lograr el poder nuclear, que podría ser el punto de quiebre en la cuenta regresiva que llevan los ayatolás.

La Gran China histórica

El nuevo líder de China, Xi Jinping, secretario general  del Partido Comunista desde  2012 y presidente del país, a pesar de que siguió alineado a las políticas de economía liberal impulsadas por Deng Xiaoping, ha consolidado su ambición de poder, fortalecido el control del partido sobre el Estado y se ha convertido en un autócrata eterno en el gobierno.

Jinping revivió el culto a la personalidad, la concentración de poder de los tiempos de Mao y eliminó el liderazgo colectivo que se estableció con Xiaoping. Uno de los cambios más importantes aplicados por Jinping fue eliminar los límites a los mandatos presidenciales que habían sido instaurados en 1982.

Entre sus propósitos está llevar a China a ser la primera potencia económica y militar y uno de los pasos más importantes es la recuperación de la isla de Taiwán que estableció su separación en 1949, al instaurarse la República Popular de China bajo el dominio de  Mao Zedong.  

A pesar del conflicto histórico, China y Taiwán empezaron a tender lazos a partir de los años 80. China abogó por la fórmula de convivencia conocida como “un país, dos sistemas”, bajo el cual Taiwán podría mantener su autonomía pero dentro de una reunificación con la China continental, semejante al implantado en Hong Kong, pero la opción fue rechazada por Taiwán. Aunque las relaciones se flexibilizaron desde la llegada de Jinping se volvieron a tensar.

En el XIX Congreso del Partido Comunista de China, en 2017, se aprobó  la «reunificación nacional», con el objetivo de recuperar a Taiwán y se impuso la inclusión del «Pensamiento de Xi Jinping» como un nuevo referente en el proyecto imperial de China. Reiteradamente Jinping ha advertido que China no renunciará al uso de la fuerza para recuperar a Taiwán.

Taiwán está ubicado en los primeros puestos en el “Índice de Democracia 2023”           de The Economist, y forma parte de las 24 naciones en el planeta que gozan de “democracia plena”, naciones que representan sólo 8% de la población mundial.  También ocupa el puesto 4 como el país con mayor libertad económica en el mundo, según el Índice de Libertad Económica de The Heritage Foundation y The Wall Street Journal.

Taiwán es para Occidente la primera línea de defensa del Asia Pacífico. Enfrente está la isla de Guam, que posee EE.UU., que es la base de algunas unidades de la Séptima Flota, la más poderosa. Allí se encuentran las bases Andersen, de la Fuerza Aérea, y la de Guam, que cuenta con tres submarinos de propulsión nuclear y unos 6.000 militares. La Sexta Flota es la más grande de EE.UU. y opera en el Pacífico Occidental, el Índico hasta el golfo Pérsico. Es la responsable del área donde están China, Corea de Norte y el extremo oriental de Rusia. Es la primera que entra en acción en un potencial ataque de Corea del Norte o de China contra Taiwán.

Estados Unidos e Israel

El 7 de octubre de 2023 se produjo el ataque de Hamás a Israel, que generó el extendido conflicto que abarca toda esa región. La respuesta de Israel ha sido combatir con fiereza a Hamás y los grupos chiitas proiraníes que le respalden.

Como parte de la respuesta, EE.UU envió al Mediterráneo los dos portaaviones más poderosos de la Sexta Flota: el US Ensenhawer y el Gerald R. Ford, en apoyo a Israel. Ambas embarcaciones fueron desplegadas en el Mediterráneo oriental al día siguiente al ataque de Hamás. Los portaviones en esa región resguardados por buques de guerra, realizaron operaciones de intercepción de misiles balísticos y drones disparados desde Yemen, cuyo territorio está controlado en 30% por los hutíes, que han llevado constantes ataques a buques comerciales y militares en el mar Rojo.

Estados Unidos y otros países de Europa han dejado de comprar petróleo proveniente de Rusia y de los productores no OPEP del Medio Oriente, debido a la guerra con Ucrania y a los ataques que sufren las embarcaciones a través de los corredores energéticos y estrechos tomados por Hezbolá, hutíes y organizaciones del Estado Islámico, por donde transita no menos del 75% del petróleo que se consume en el mundo.

Venezuela entre dos potencias

Frente a las guerras que se extienden en el Medio Oriente, Latinoamérica se convierte en un territorio seguro para la seguridad energética y otras materias primas que en poco tiempo podrían estar en riesgo para gran parte del planeta.

Venezuela con reservas de más de 300 mil millones de barriles de petróleo sería uno de los países clave como proveedor seguro, especialmente para EE.UU. y Europa.

Latinoamérica, al igual que Venezuela, estará en el centro de la geopolítica mundial como principal resguardo de energía y alimentos para las grandes potencias que compiten por imponerse en el mundo.

Maduro y el grupo de poder que lo acompaña, ha llevado a Venezuela a una situación económica grave, una deuda externa de más de 160 mil millones de dólares y, ahora, a ser el quinto país más pobre del continente. De allí que apuestan a que el conflicto del Medio Oriente obligue a Trump a buscar un acercamiento con el gobierno y permita que las petroleras internacionales puedan permanecer y ampliar sus operaciones para Occidente.

La experiencia democrática de EE.UU. indica que sus intereses van más allá de lo que piense su presidente. El propio Trump ha promovido su propio proyecto personalista que estaría por encima de cualquier negociación parcial. En su campaña siempre puso énfasis en lo que llamó el movimiento MAGA, que para él significa “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”.

No se descarta que si EE.UU. requiere del petróleo venezolano podría haber negociaciones con quien esté al frente del gobierno.

Lo que está en juego en el Medio Oriente es la sobrevivencia de la democracia, del mundo libre, la economía global y el equilibrio del planeta que se encamina a una ola de guerras, desde una diversidad de intereses liderada por autócratas.

Si bien el gobierno de Maduro ha escogido aliarse con las autocracias mundiales y siente que su sobrevivencia depende de Putin, Jinping y los ayatolás, la precaria economía que hoy sufre el país, el poco respaldo que tiene en la población y la crisis política e institucional que se ha profundizado, lo obliga a buscar recursos en donde sea posible. Uno de los más seguros en este momento viene del mercado internacional de Occidente y en especial del petróleo que Chevron está enviando a EE.UU., y esa dependencia podría aumentar en el momento en que China, se disponga a entrar a Taiwán y se complique el flujo de petróleo venezolano hacia ese aliado fundamental.

La prioridad geopolítica de sus aliados en este momento ya no está en Venezuela, sino en sus guerras en el Medio Oriente y Europa en las que ahora entra en el juego Trump, un presidente autoritario que se propone volver a hacer grande a EE.UU. Un objetivo que lo pone como el enemigo más peligroso de las autocracias que se disputan el control mundial.   

@folivares10

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