
Sofía Torres 05.06.25
“El silencio también habla”, una aparente paradoja que ofrece un mensaje contundente. Fue esa una de las frases más llamativas de la alocución que ofreció el periodista León Hernández en la presentación de su investigación: «Más de cien años de silencio. La censura en Venezuela del siglo XX y XXI», producida con el sello de abediciones, la editorial de la Universidad Católica Andrés Bello.
Esta presentación, que se hizo en el mes en el que se conmemora el Día mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, convocó no pocas reflexiones sobre el estado de la libertad de expresión no solo en Venezuela sino en el mundo; este es un problema de escala global que, además, no solo atañe a periodistas, editores y medios de comunicación. La libertad de expresión es un pilar de la democracia, y si el pilar se resquebraja progresivamente, , como en efecto lo testifican importantes estudios, ¿que nos aguarda como sociedades desarrolladas y libres?
Una década en declive
El último reporte de V-DEM advierte que la libertad de expresión ha sido el aspecto más afectado de la democracia durante más de una década. El declive se registra desde 2014 y empeoró en 2024 en 44 países, “una cuarta parte de todos los países del mundo”, un significativo incremento con respecto de los 35 reportados en el informe de 2023.
Para V-DEM el deterioro de la libertad de expresión está relacionado con la disminución de la libertad para el debate político entre ciudadanos, de la libertad de expresión académica y cultural, y de la seguridad de los periodistas. “En comparación con la situación de 2014, las pérdidas son alarmantes”.
El índice de Reporteros Sin Fronteras 2025 alerta sobre el cruce de “una nueva línea roja”: la puntuación media de los países evaluados por la organización, 180 en total, está por debajo de 55 puntos, el límite establecido para clasificar la situación de la libertad de prensa como “difícil”. Por primera vez, el ranking refleja que las condiciones para el ejercicio del periodismo son “difíciles” o “muy graves” en la mitad del mundo y “satisfactorias” en menos de uno de cada cuatro países.
Para la medición, RSF contempla 5 indicadores: político, económico, legislativo, sociocultural, y de seguridad, y clasifica la situación de la libertad de expresión en cinco niveles: “Buena”, “más bien buena”, “problemática”, “difícil”, y “muy grave». El ranking es liderado por Noruega (92,31) , seguida de Estonia (89,46) y Países Bajos (88,64). Las últimas cinco posiciones corresponden a Irán (16,22) , Siria (15,82), China (14,80), Corea del Norte (12,64) y Eritrea (11,32).
El panorama preocupante se evidencia igualmente en la quinta edición del Índice Chapultepec que evalúa 22 naciones del continente americano, entre el 2 de agosto de 2023 y el 1 de agosto de 2024. El promedio global de la región se halla, por segunda vez consecutiva, debajo de los 50 puntos de la medición, con puntuación de 48,18 sobre un máximo teórico de 100 puntos. Solo escaló 0,33 puntos en comparación con el promedio global del estudio anterior, que fue de 47,84, el más bajo desde la primera publicación de este ranking en 2020.
El índice de Chapultepec agrupa a los países evaluados de acuerdo a la puntuación obtenida de la siguiente manera: “Con libertad de expresión”, “baja restricción”, “en restricción”, “alta restricción”, “sin libertad de expresión”. En 2024 ninguno estuvo en el primer nivel- en 2023 sólo fue ocupado por República Dominicana-; Honduras, Perú , Guatemala, El Salvador y Bolivia reportan una “alta restricción”; y Cuba, Venezuela y Nicaragua, “sin libertad de expresión”.
Un factor decisivo
La Clasificación Mundial RSF 2025 avisa sobre un aspecto que atenta con fuerza contra la libertad de expresión, va en caída libre y su descenso no tiene precedentes: la presión económica. Este es el indicador que más ha afectado la puntuación global de los países este año.
De acuerdo a los datos recabados por RSF, el cierre de medios ha privado en aproximadamente un tercio de los países del mundo por razones económicas y la estabilidad financiera es un objetivo inalcanzable para 160 de las 180 naciones examinadas en el ranking.
22 de los 28 países de América revelan una caída en su indicador económico. Estados Unidos (57º) presenta” un alarmante deterioro de la libertad de prensa” generado por las medidas adoptadas por su presidente Donald Trump durante su segundo Gobierno. En el mes de marzo, el mandatario ordenó drásticos recortes a agencias gubernamentales, como la Agencia para los Medios Globales (USAGM) que sustenta las operaciones de la Voz de América (VOA) -difunde información en más de 40 idiomas-, Radio Free Europe (RFE/RL), Radio Free Asia (RFA) y Radio Martí. RFS alega que con la decisión se le bloqueó el acceso a información confiable a más de 400 millones de personas. A ello se suma el cese de la cooperación que administra la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que ha hecho tambalear la operatividad de medios en varias regiones.
En un repaso por el hemisferio, el reporte de RSF apunta que “en Argentina (87º), el presidente Javier Milei estigmatiza a los periodistas y desmantela los medios de comunicación públicos”, y México (124º), que devela un significativo descenso de su indicador económico, es el país más peligroso de Latinoamérica para los periodistas. Nicaragua (172º) es el país con la puntuación más baja de la región, sin prensa independiente. Y Brasil (63º), en contracorriente, avanza en la tabla de posiciones después de la “era Bolsonaro”.
¿Y qué ha pasado con los ingresos publicitarios? Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft se llevan una tajada cada vez más grande de estos recursos que tradicionalmente financian el periodismo. RSF precisa que la inversión total en publicidad en las redes sociales escaló a 247.300 millones de dólares en 2024, un 14 % más de lo registrado en 2023. Ni hablar de la generación de contenidos manipulados, fakes news o deepfakes (imágenes y videos falsos producidos con inteligencia artificial) , que alimentan la desinformación en estas plataformas; un tema que merece un trabajo aparte.
A propósito del fenómeno de la desinformación, nocivo para el tema que nos concentra en estas líneas, el Índice de Chapultepec lo incluye en una de sus dimensiones evaluadas: “Ciudadanía informada y libre de expresarse”. En ella se revisa “Flujo de Información”, “Libre Expresión” y “Actuación contra la desinformación”. Las más altas puntuaciones en esta área corresponden a Chile, República Dominicana, Estados Unidos y Brasil (Ver tabla).
La investigación que se denota en estos índices , más allá de ofrecer el diagnóstico, en este caso, del estado o continuo deterioro de libertad de expresión en el mundo, permite precisar la multiplicidad de factores que inciden en ese declive, y con ello su complejidad. Atentar contra la libertad de expresión no se reduce al cierre de medios y hostigamiento o persecución contra periodistas, va más allá: la desinformación aupada, ahora en parte, por la Inteligencia Artificial; la imposibilidad de la deliberación y el debate político entre ciudadanos; para la generación de conocimientos e ideas en el ámbito académico y cultural; entre otros, quizás insospechados, son elementos que también juegan.
Lo positivo: a través de los indicadores y dimensiones analizadas es posible, si bien no erradicar el problema, al menos hallar mecanismos que lo atenúen. Voltear la mirada y observar de forma acuciosa el asunto, ya es una importante contribución en la empresa de salvaguardar la democracia. Entonces, ya lo vemos, la libertad de expresión tiene más dolientes de lo que se cree.

Fuente: Índice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa 2024.
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