Oídos sordos…
El 4 de diciembre de 1988, es electo Carlos Andrés Pérez como presidente de la República, con aproximadamente el 52,89% de los votos, superando a Eduardo Fernández, su más cercano adversario, por más de 12 puntos porcentuales. El total aproximado de votantes convocados para esas elecciones rondaba los 9.200.000, y la abstención apenas superó el 20%. Fueron unas elecciones en donde Carlos Andrés Pérez ganó dentro de un sistema electoral respetado por la mayor parte de la población que no dudaba de su neutralidad, y lo hizo con más del 50% de los votantes. Una victoria, que jamás ha contado con ninguna sospecha de ilegitimidad o de fraude.
Con esta base política CAP inicia su segundo período de gobierno. Sin lugar a dudas, no era el mismo presidente que nacionalizó la industria petrolera durante la década de los años setenta, era un hombre que, mal que bien, visualizaba la necesidad de modernización del Estado y de transformación de las políticas económicas. Sin embargo, y de manera muy personal pienso que, independientemente de sus ideas de modernización, no supo escuchar la realidad social y política que subyacía en esa sociedad que lo eligió por segunda vez; ni el peso que la historia reciente tenía sobre la cosmovisión de la sociedad venezolana. Sobreestimó su liderazgo, e inició su gobierno con un grupo de duras medidas económicas de aplicación inmediata, que terminaron siendo el detonante de un estallido social cuya cicatriz aún está a flor de piel en nuestra historia: el Caracazo.
En la edición de esta semana de PolitiKa Ucab, les ofrecemos un interesante artículo de Virgilio Armas, Profesor de Historia de Venezuela tanto en el pregrado como en el postgrado de la UCAB, y editor de la revista Debates IESA, sobre el proceso que nos lleva al Caracazo, el cual hoy cumple 25 años. En su artículo “Febrero de 1989: una chispa sobre un bidón de gasolina”, de manera sintética, clara y fluida nos brinda un panorama sobre esos tiempos y esas políticas que terminaron en aquel trágico estallido social del 27 de febrero de 1989.
Ahora bien, ¿cómo un gobierno que gana las elecciones como las ganó CAP en el año 88, en pocos días pone en riesgo su legitimidad y se enfrenta a una crisis de gobernabilidad tan peligrosa como la del Caracazo? Y es que como nos explica Mercedes Martelo, en su columna semanal, una cosa es la “legitimidad de origen” y otra la “legitimidad de ejercicio”. En su artículo de esta semana titulado “¿Está perdiendo legitimidad el gobierno de Nicolás Maduro?”, Mercedes Martelo nos explica claramente que “ningún titular electo para un cargo de gobierno a ningún nivel del poder público nacional, estadal o municipal, puede pensar hoy en día, que por el hecho de haber ganado unas elecciones y acceder al ejercicio del poder, está facultado para tomar cualquier tipo de decisiones, y orientar a cualquier tipo de desempeño a las instituciones gubernamentales que dirige”; si bien este artículo es un excelente análisis en términos de gobernabilidad del momento que estamos atravesando hoy en el país, su reflexión puede resultar igualmente válida para aproximarnos al Caracazo desde una perspectiva politológica, salvando las distancias históricas y las profundas diferencias entre ambos momentos. En todo caso, hoy, más que en cualquier otro momento se entiende que una democracia saludable es aquella que se construye, no sobre la legitimidad de origen solamente que reduce el acto democrático a las urnas electorales, sino sobre acuerdos de gobernabilidad inclusivos y permanentes, en donde sean oídos todos los actores sociales, políticos y económicos. Acuerdos que brillan por su ausencia en estos tiempos de revolución.
Ante esta ausencia de acuerdos de gobernabilidad, y en el marco de profundas dificultades económicas, sociales, sanitarias, educativas, de seguridad, etc., la sociedad civil se levanta en protestas callejeras. Legítimas protestas si viviéramos en una democracia, sin embargo, en el régimen en el que estamos, la sordera llega a tal punto de negarlas y reprimirlas brutalmente. Sin embargo, no cabe duda de que, como afirman algunos dirigentes de oposición, parece que la sociedad venezolana ha despertado. En este contexto, Juan Manuel Trak se pregunta, si este despertar, si este aumento de la conflictividad social es el surgimiento de un nuevo movimiento social. Su artículo de esta semana se titula: “¿Está surgiendo un movimiento social en Venezuela?”, en él su autor hace uso de los enfoques de McAdam, McCarthy y Zald (1996), sobre movimientos sociales, y se pasea por algunas señales que, durante las últimas semanas, ha podido visualizar en las diferentes expresiones de protesta que hemos vivido, tratando de dar cuenta de los “tres factores que han de ser analizados al observar el surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales: las oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores”.
En nuestro último artículo de esta semana, y no por esto menos importante, Benigno Alarcón aborda la pregunta que, sin lugar a dudas gran parte de la sociedad tiene hoy en la cabeza, esa que nos hacemos cada vez que vemos las dantescas imágenes de represión e intolerancia del régimen: “¿Dónde está la salida?”. Su artículo nos pasea por tres momentos: el balance, en donde nos ofrece una clara y dura síntesis de lo que hemos vivido estos días y cómo el gobierno ha enfrentado o manejado el derecho a la protesta; los escenarios posibles: autocracia, salida negociada, la renuncia y el golpe; y por último, la responsabilidad de la oposición ante el escenario actual. Además del excelente análisis que nos ofrece Benigno Alarcón, nos deja muy claro que “la reconducción de la protesta de parte de la oposición, si se quiere mantener e incluso aumentar su capacidad de movilización, pasa por su reconducción pacífica y la confluencia de lo político con lo social, además de su diversificación y descentralización”.
Además de estos artículos, en esta edición ofrecemos dos fotoreportajes de eventos que hemos tenido esta semana: la marcha de los campesinos del miércoles 26 de febrero, y el S.O.S que desde diferentes latitudes se han hecho en respaldo al derecho a la protesta, a la libertad y democracia venezolana. Nos quedan por fuera otros eventos importantes de esta semana, como la marcha de las mujeres, que se dió en las principales ciudades del país, así como también de la marcha de trabajadores de CANTV y de los motorizados, hacia Miraflores.
En la sección recomendados, les ofrecemos una reseña que hace la Profesora-investigadora del CIFH de la UCAB, Lucía Raynero, de la novela “Los que vivimos”, de Ayn Rand, filósofa judía rusa. Una experiencia para aproximarnos a esos inicios de la Unión Soviética y a la manera como el estado totalitario se apodera de la vida de las personas.
En esta edición no pretendemos comparar sucesos como el Caracazo de 1989, con las protestas que hoy vivimos en Venezuela. Son dos momentos distintos, de nuestra historia. Hace 25 años, con todas sus deficiencias, no teníamos dudas de vivir en una democracia. Hoy, la sensación es más bien, que no hay democracia, y de haberla está moribunda. Sin embargo, si es importante rescatar que, sea en el contexto que sea, bajo la ideología que sea, y con las mejores o no tan buenas intenciones, ninguna democracia puede hacerse la sorda, esto atenta contra la esencia misma de la democracia, deslegitima al poder y propicia los estallidos sociales. La sociedad tarde o temprano, de una u otra manera, se hará escuchar.
Desde PolitiKaUcab, deseamos que sea de provecho las reflexiones que les ofrecemos; que sirvan para ganar comprensión en estos difíciles momentos que atravesamos.
Gustavo Moreno
Editor PolitiKaUcab.net
Centro de Estudios Políticos
glmorenocep@gmail.com / @gustavoleon70
Categorías:Opinión y análisis
Es una làstima que de una universidad tan reconocida y de donde yo egresé hace 15 años, editen una revista con artículos, que en el fondo, siguen incitando a la violencia. Da vergüenza leer que no hay democracia, que el gobierno reprime las protestas «pacíficas» que lo que han hecho es destruir, han atentado contra miles de venezolanos que defendemos la revolución, han destruido casas, instituciones, calles, etc. Y ustedes lejos de dar un discurso donde ese grupito de opositores dejen la violencia los incitan. Me da vergüenza ser una egresada de esa «universidad». Jamás pensé que podía sentir eso, pero así es. Les agradezco excluyan mi correo de esta «revista» , no me interesa recibir veneno de aquellos que se ven perdidos en sus ansias de acabar con la revolución, pa que les duela «señores» Chàvez no murió, se multiplicó en millones de venezolanos y latinoamericanos, y ahora es que hay REVOLUCIÓN pa rato largo.
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