Juan Manuel Trak / 22 de enero de 2015
La gente está desesperanzada, el 2014 fue un año muy difícil para buena parte de los venezolanos y el 2015 se muestra mucho peor. El mismo inició con el trágico fallecimiento de Mónica Spear durante un viaje de vacaciones en el país; ella fue la cara visible de una tragedia nacional que finalizaría con 25 mil muertes a lo largo de 2014. Este trágico suceso fue el prolegómeno de las protestas iniciadas por los estudiantes durante el mes de febrero y que dejaron el trágico saldo de 43 muertos, cientos de heridos, detenidos y procesados. Durante las protestas ocurridas entre febrero y mayo de 2014 el gobierno venezolano demostró la cara más cruenta del poder y su completo irrespeto a los Derechos Humanos. Pero del lado de la oposición la situación no fue diferente, algunos prometieron atajos políticos que no tenían salidas institucionales a corto plazo, mientras que otros se limitaron a mirar desde sus tribunas como una parte de la población luchaba por un cambio que no se logró. En cualquier caso, el precio pagado fue alto, líderes presos, alcaldes y diputados destituidos de sus cargos, la oposición fragmentada y con liderazgos débiles, incapaces de representar a los ciudadanos, de expresar sus demandas y proponer soluciones viables.
En medio de esta situación la crisis económica mostró su peor cara: escasez, inflación galopante, largas colas para conseguir los pocos productos despidieron el año de los venezolanos. En navidad el regalo más esperado no era una tableta o un teléfono de última generación, era un paquete de café, de harina de maíz o leche en polvo. Diez años de expropiaciones, intervenciones y estatizaciones rindieron sus frutos, la producción nacional no alcanza para garantizar aquellos que Chávez llamó “soberanía alimentaria”.
Mientras tanto, el gobierno violaba la constitución y nombraba a los miembros del Poder Ciudadano, Electoral y Judicial a su conveniencia. Desde el PSUV se anticipó un año 2015 conflictivo y problemático, por lo que garantizar el control de las instituciones era fundamental, así eso costase lo que quedaba de democracia. El año finalizó con la sensación de que el país está a la deriva, y que quienes lo dirigen solo están pensando en salvar su parte del botín. Todo esto en el contexto de la caída de los precios del petróleo, principal fuente de ingresos de la nación.
Comenzó el 2015 y la situación se deteriora rápidamente. La violencia está desatada, ni los módulos policiales son seguros para los funcionarios a quienes los roban y asesinan por sus armas. Los mercados más desabastecidos y las colas cada vez más largas de gente desesperada. El gobierno responsabiliza a una supuesta “Guerra Económica”, pero no toma decisiones para ganarla, está entrampado en su propia ideología y propaganda, en las mafias que han saqueado a la nación. No existe voluntad de cambio, ni diálogo porque el costo de salir del poder es demasiado alto, tendrían que pagar las facturas pendientes por la violación de los Derechos Humanos y el fomento de la corrupción.
Para el venezolano de a pié la vida se hace cada vez más problemática, la juventud no ve futuro en un país que no da oportunidades, que los condena a postergar sus sueños, que solo ofrece miedo, violencia e incertidumbre. El legado de Chávez es una vida precaria, en donde tenemos que enfrentar problemas que en la mayoría de los países de América Latina se han superado, independientemente de la ideología política del presidente de turno.
Así las cosas, el modelo político y económico impulsado por Chávez nos ha conducido a un abismo del cual solo será posible salir con la construcción de una nueva mayoría. Para eso es fundamental transformar la desesperanza en indignación, en rabia y movilización. El diagnóstico está claro, el modelo del Socialismo del Siglo XXI no funciona; es hora construir un proyecto alternativo que reconstruya la confianza. que esperance a los venezolanos y que permita de una vez por todas construir un país democrático y próspero para todos.
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