Carlos Carrasco – 16 de octubre de 2015
En 2014, con el desarrollo de las protestas, una gran parte de los jóvenes en el país no simpatizantes con el gobierno, se plegaron entorno a dos objetivos fundamentales: Reconciliar al país y recuperar la democracia. A pesar de ello, durante 2015 se ha evidenciado una falta de visión entre los jóvenes y la oferta electoral por parte de los candidatos a la Asamblea Nacional.
Primero, no hay correspondencia en el discurso frente a las necesidades de los jóvenes. No hay candidatos hablando sobre temas transcendentales como la estabilidad económica; la calidad de la educación; la diminución de la inseguridad o la defensa de los Derechos Humanos. Esto hace que cada joven frente a las elecciones se pregunte: ¿Cómo los candidatos pueden contribuir a satisfacer mis necesidades?
Se deben ofrecer acciones operativas, que puedan demostrar la voluntad de trabajar de cara a las necesidades de los jóvenes. Esto debe ir acompañado de un plan con propuestas inclusivas, que no solo permitan imaginar unas condiciones de vida dignas, sino que estimulen a soñar con un mejor país. Para empezar esto, se puede iniciar con una promoción de la participación de los jóvenes en esquemas donde los candidatos puedan recibir las quejas, planteamientos o alternativas frente a las problemáticas que se atraviesan.
En segundo lugar, la campaña dirigida a los jóvenes debería promover los valores democráticos como la tolerancia, la solidaridad, la igualdad, la justicia y la libertad. Hay una pregunta que puede ayudar a construir una relación entre candidatos y electores en el marco de estos valores: ¿Cuál es el país que queremos?
Los candidatos deben denunciar las políticas y actos que alejan al país de ese imaginario que aspiran los jóvenes. Pero esto no puede quedar en simple retórica. Se deben utilizar métodos creativos, acciones innovadoras como canciones, obras de teatro, acciones ejemplares de valores, acompañada de movilizaciones, que inviten a ser parte de algo nuevo. Las acciones políticas, no pueden seguir en el marco de la negatividad. No es que esté mal estar en contra de algún pensamiento, pero ¿Qué se ofrece a cambio? ¿Cuál es la alternativa?
Los jóvenes quieren construir propuestas sobre el país, sustentada en discusiones que despierten la sensibilidad de la sociedad en todos los aspectos. Se necesita probar nuevas políticas, que conecten el escenario público con las necesidades individuales. Si se realizan acciones que promuevan valores democráticos, acompañada con actividades que estimulen la organización, se estará creando un tejido social que, más allá de satisfacer agendas electorales, crearán ciudadanos comprometidos con el bienestar de Venezuela y no con la hegemonía de una ideología. Si se logra esto, quizás en pocos años se puede tener una sociedad más comprometida con la institucionalidad y en vez de hablar de crisis, se pueda hablar de oportunidades.
Categorías:Espacio plural, Opinión y análisis