Opinión y análisis

Lecciones como república

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Guillermo Ramos Flamerich – 7 de octubre de 2016

Es un lugar común afirmar que “el venezolano es de memoria corta” y achacarnos terribles cosas como pueblo. Podemos transitar en una misma conversación de un frenético orgullo patrio a una profunda depresión por la pérdida de aquellas “épocas gloriosas del pasado”, también por lo que nunca fuimos y lo que de manera tajante muchas veces afirmamos que “nunca seremos”. No es para menos, la conmoción total que vive esta sufrida república da para todo. Mientras tanto el Referendo Revocatorio continúa como el cuento del gallo pelón que el gobierno de Nicolás Maduro le está echando a toda Venezuela.

descargaY al parecer aquí no existe ese “cierre candado”, esa mágica frase que lograba que uno se librara de ese absurdo y obstinante juego. Maduro puede estar echando el cuento durante horas, días, semanas y años. Es lo que ha hecho desde 2013. Su única función es seguir allí, golpeando a la familia venezolana, sentado sobre las ruinas.

Las elecciones fueron prioridad mientras podían ganarlas. Ahora no. Se convirtieron en un arma más de los “conspiradores”, de la “derecha apátrida”. Si en el mundo conceptos como “derecha” e “izquierda” ya no son lo que eran y se confunden en una marejada de fracasos, radicalismos y resentimientos, en Venezuela lo único que sabemos es que la verborrea revolucionaria nos lega un país enfermo, violento y entristecido.

Cuán fácil es destrozar todo, pero cuán difícil reconstruir y construir. Cuán sencillo fue llevar a Hugo Chávez a la presidencia a través de los votos, pero cuán complicado es salir del sistema a través del sufragio… Pero todo este vendaval nos deja demasiadas lecciones que si las asimilamos nos ayudarán a modelar el mapa guía de la reconstrucción nacional.

Si algo debemos aprender es a no idealizar el pasado. La “edad de oro” quizás nunca ocurrió, pero la nostalgia nos embarga al comparar lo que teníamos con este presente tan tenebroso. descarga-1La democracia representativa que logramos construir tuvo muchísimas luces, pero también profundas sombras.Ascenso y caída. Generosidad y mezquindad. Suficiencia y dependencia. Su error capital fue quizás considerarse tan sólida como inevitable. Olvidando que el desarrollo es también inclusión y empoderamiento. Participación y debate.

Otra lección es la de no considerarnos los venezolanos de esta época un caso aislado, no solo en el mundo, también de nuestra propia historia. Como nación hemos vivido momentos terribles que juntos pudimos superar. Tenemos una conciencia hecha no solo para vencer cualquier crisis, también para crear, plasmar sueños en realidades y vivir en libertad.

La justicia no debe estar motivada por el resentimiento y la venganza. Ya vimos lo que nos ocurrió. ¿Hacia dónde podemos centrar nuestras luchas? En la igualdad de oportunidades, la construcción de ciudadanía y su libre fluir, eso sí, con arraigo. Ese arraigo o sentido de pertenencia va mucho más allá que botar una lágrima al escuchar un joropo en tierras lejanas, inventariar todos nuestros recursos o el chovinismo que tantos males sigue causando.

Ese sentido de pertenencia está en reconocernos en el otro, ser los protagonistas de todo cambio, llevar las riendas de nuestras vidas y de nuestra sociedad. Entender y actuar con valores y principios que vayan más allá del optimismo y la esperanza y se conviertan en acción, en alegrías sencillas pero poderosas, en pequeñas épicas ciudadanas. Las lecciones como república nos llevan a la construcción de la equidad. Sus fundamentos son el respeto, la sinceridad y la convicción de que podemos levantar a esta, nuestra Venezuela.

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