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¿El ‘modelo chino’ en Venezuela?

Foto: Archivo

Trino Márquez

@trinomarquezc


Desde hace algún tiempo viene hablándose con insistencia acerca de la posibilidad de que el gobierno de Nicolás Maduro dé un giro en sus políticas económicas, con el fin de reorientarlas hacia lo que se llama en la literatura económica el ‘modelo chino’: economía de mercado con un férreo control político y partido único.

La fórmula es sencilla, en apariencia: dictadura totalitaria de izquierda con capitalismo.  Ese fue el esquema que comienza a aplicarse con las reformas de Deng Xioping, finalizando la década de los años setenta y comenzando la de los ochenta del siglo XX, una vez desaparecido Mao Zedong, extinguida la Revolución Cultural y derrotada la temible ‘Banda de los Cuatro’, a la cual pertenecía la viuda de Mao, Chiang Ching, una de sus columnas. Era la época en que la nueva casta en el poder empezó a hablar de ‘un país, dos sistemas’ y ‘ser rico es grandioso’, recetas contrarias a las tesis del Libro Rojo maoísta, con el que los jefes comunistas envenenaban la mente de los Guardias Rojos, gendarmes de la revolución.

Este esquema, supuestamente, es el que –según algunas voces- se estaría intentando introducir en Venezuela. Un paso habría sido la aprobación, por parte de la desaparecida Asamblea Constituyente, presidida por Diosdado Cabello, de la Ley Antibloqueo, bautizada con el pomposo nombre de Ley Antibloqueo para el Desarrollo Nacional y la Garantía de los Derechos Humanos. Es probable que la nueva Asamblea Nacional, casi totalmente oficialista, vuelva a ponerle las aguas bautismales a ese instrumento. Otro paso sería la progresiva apertura económica vista durante los años recientes, en los cuales han disminuido los controles y las regulaciones, se han detenido las confiscaciones y estatizaciones, se han distanciado los aumentos compulsivos del salario mínimo, se han liberado los precios de la inmensa mayoría de los productos y permitido la dolarización salvaje de las transacciones comerciales; de hecho, en numerosos sectores el bolívar desapareció. Ya es un recuerdo del pasado. Este conjunto de cambios ha llevado a que algunos personajes que se consideran como miembros del ‘chavismo originario’ -entre ellos Héctor Navarro y Elías Jagua- se refieran al proceso de ‘derechización neoliberal’ que está produciéndose dentro del madurismo, y lo condenen de forma categórica.

Como parte de este giro, se encontraría la reunión que sostuvo hace algunos días Jorge Rodríguez con la cúpula de Fedecámaras.

No dudo que Nicolás Maduro, durante los siete años que ha estado en Miraflores, ha ido abandonando parte de los dogmas que le inculcaron en Cuba durante su fase de formación ideológica, por los años setenta. Hoy es un hombre con un sentido mucho más realista del poder y la política. Sabe que  si no introduce ajustes y mueve las piezas, podría ser sustituido por dirigentes con mayores destrezas que él.

Sin duda que debe contener, y hasta complacer, el ala extremista –los ‘comunistas trasnochados’ de los que habló  en días recientes-, pero este sector no puede convertirse en el grupo que trace sus políticas hacia el país. Hoy Maduro es más pragmático que cuando Chávez le encargó la presidencia de la República. Pero, de allí a creer que proyecta aplicar el ‘modelo chino’ en Venezuela, existe una distancia sideral. La élite madurista se encuentra muy lejos de implementar  el conjunto de reformas educativas, culturales, jurídicas y económicas que convirtieron a China en la segunda economía más poderosa de la Tierra y le permitieron crecer a tasas superiores a 10% anualmente durante varias décadas.

El gobierno chino acometió la reforma integral del sistema educativo, desde la escuela primaria hasta las universidades. Desmontó el esquema basado en la idolatría a Mao y al Partido Comunista. Fortaleció la inversión en ciencia y tecnología. Promovió la innovación científica y tecnológica. Facilitó la formación de investigadores en muchas de las universidades más prestigiosas del planeta. Fomentó las destrezas que permiten el incremento continuo de la productividad laboral. La disciplina de la fuerza de trabajo es férrea. A esto contribuye la inexistencia de sindicatos independientes. En el plano jurídico, elevó el rango de la propiedad privada, convirtiéndola en un derecho fundamental. En la actualidad, existe una buena cantidad de empresarios multimillonarios que rivalizan con sus pares norteamericanos. Millones de empresas que pertenecían al Estado han sido transferidas a particulares. A la inversión extranjera se la da total seguridad jurídica.

Ese conjunto de cambios, y muchos otros, transformaron a la China miserable y oscurantista dejada por Mao, en la potencia industrial y militar que es en la actualidad. Esos cambios han venido aparejados con el control social hermético. La revolución informática ha sido puesta al servicio de la dominación casi total de los ciudadanos. La oposición no existe, ni como vocablo. Cualquier desviación es castigada con severidad. Ese es el ambiente que se niegan a aceptar los jóvenes de Hong Kong, quienes luchan por su libertad. Maduro se encuentra muy lejos de lograr el ‘modelo chino’. En lo único que se le acerca es en el control social y la represión. Esperemos que jamás lo alcance.

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