
Alonso Moleiro
Pronto se cumplirá un año del fallecimiento de Nicolás Bianco, vicerrector académico de la Universidad Central de Venezuela, médico internista, hombre de ciencia, uno de los promotores más esclarecidos en el campo de la inmunología clínica en este país.
El cierre de la primera vuelta de las elecciones de la UCV nos ha permitido hacer un paneo de, al menos, parte del músculo académico disponible en el país — existente, después de todo, a pesar de la diáspora y las duras condiciones que ha impuesto la barbarie del chavismo al entorno universitario—y nos ha puesto a recordar a profesionales como Bianco, como uno de los muchos nombres relevantes que no debemos olvidar, que debemos recordar y honrar, en el campo del desempeño público en Venezuela. En este caso, en el campo de la investigación, la ciencia, el conocimiento y la salud como una causa social.
Bianco fue fundador del Instituto de Inmunología de la Universidad Central de Venezuela, IDI, – una realidad que es, en buena medida, producto de su esfuerzo personal, y hoy lleva su nombre-, y miembro correspondiente de la Academia Nacional de Medicina. Como otros cuadros profesionales calificados de su generación, fue individuo que consagró buena parte de sus mejores años en dotar a la nación de estructuras permanentes para darle campo al mundo del conocimiento especializado, fundamentado en los mandatos de la academia.
El esfuerzo y la labor de profesionales como Bianco, que conocieron la luz, de alguna manera, en tiempos de la Venezuela de la abundancia y estabilidad política, hoy se constituyen en bombonas de oxígeno, tablillas de flotación, faros y referentes a los cuales acudir en estos tiempos, tan diferentes, de quiebra nacional y oscuridad.
Parte de una familia muy vinculada al devenir de la UCV y de la nación –su padre, Jesús María Bianco, rector, fue uno de los símbolos de la vida universitaria nacional en los años 70; su hermano, Fernando, uno de los padres del estudio de la sexología como disciplina de la salud en el país-, en la labor vitalicia de Bianco podemos identificar un esfuerzo para enhebrar filamento institucional, entendiendo como tal la suma de aprendizajes colectivos que permiten a las sociedades estructurar protocolos, consolidar acuerdos y guías de navegación para alcanzar las luces y el progreso. Venezuela necesita eso: más y mejores instituciones.
Luego de surcar un enorme período de oscuridad, asediada por los modales violentos y bárbaros del chavismo, sometida a un interminable proceso de extorsión por una clase política corrompida e irresponsable, la Universidad Central de Venezuela ha podido hacer lo necesario para renovar sus autoridades y salir de un grave marasmo funcional promovido desde el poder.
En este renacer parcial, sin negar las enormes y graves complejidades que tendrá frente a sí el nuevo equipo rectoral en el contexto político actual, siempre será necesario acudir a las voces que consolidaron la experiencia aprendida. Aquellos que imaginaron una medicina con vocación pública, como empatía por los demás, con honestidad, pensando en los necesitados
Porque Bianco tuvo, además, el coraje y la entereza de enfrentar el perverso plan del oficialismo por ponerle la mano a las universidades autónomas, denunciando en todo momento los desafueros del chavismo, reflexionando en sus textos y alocuciones públicas sobre la componenda existente para destruir la libertad de cátedra.
Hoy rendimos homenaje a este honorable ciudadano, porque en personas como él es que residen con autenticidad conceptos que en boca de otros suenan huecos e impostados: la honestidad, el bien común, el amor a la patria.
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