
La consulta carece de peso legal en el ámbito internacional, y en una sociedad polarizada tampoco sirve para demostrar coherencia interna, indica Kenneth Ramírez, presidente del Covri. Había otras vías más efectivas para defender los derechos de Venezuela, señala Luis Angarita, decano de Faces-UCV
Vanessa Davies
Lo pronuncian dirigentes y militantes del oficialismo, funcionarios públicos y militares: “El sol de Venezuela nace en el Esequibo”. Pero las acciones de los gobiernos venezolanos recientes parecen demostrar lo contrario. No es igual para Guyana, que reivindica ese territorio como propio y que ha usado la diplomacia para tratar de ganar en el escenario legal mientras se impone en el territorio por la vía de los hechos.
Venezuela insiste en el Acuerdo de Ginebra de 1966, que busca una salida negociada. Guyana apela al Laudo Arbitral de París de 1899, que le da la razón.
El gobierno venezolano, con el respaldo de otras voces, organiza un referéndum consultivo para el 3 de diciembre en el que se formularán cinco preguntas al electorado. Guyana, que llevó el caso a la Corte Internacional de Justicia (instancia rechazada por Venezuela aunque ha debido actuar en ella), ya dio luz verde al trabajo de varias petroleras en la zona en disputa.
Se grita mucho, incluso desde los cuarteles, que el Esequibo es primordial para Venezuela, pero “es un elemento simbólico” que no ha sido honrado de esa manera, afirma Kenneth Ramírez, presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri). El territorio está en juego “porque se descuidó la reclamación entre 2004 y 2014 y a posteriori, y Guyana emprendió una política de hechos consumados y ha avanzado”, explica a Polítika UCAB.
Estas son las cinco preguntas del referéndum:
1. ¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba?
2. ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba?
3. ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba?
4. ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional?
5. ¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicha identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el estado en el mapa del territorio venezolano?
Las preguntas 1, 2 y 4 “se caen de maduras, son preguntas a las que ningún venezolano diría que no” y que reiteran algo que ya existe, confirma Ramírez. El Acuerdo de Ginebra tiene rango constitucional, y el artículo 10 de la Carta Magna confirma el rechazo al Laudo Arbitral de 1899. La pregunta 3 tampoco tiene sentido porque el gobierno venezolano ya acudió a la CIJ “y ahora parece que no quiere ir porque no está seguro, no está preparado o no quiere que se diga que se perdió el Esequibo en la Corte” y que eso genere una crisis.
La agenda interna
La Plataforma Unitaria celebró una elección primaria, el pasado 22 de octubre, para escoger a su candidato presidencial. La dirigente opositora María Corina Machado conquistó el voto y se irguió como la abanderada indiscutible de las fuerzas opositoras. El referéndum sobre el Esequibo, tema que el gobierno sembró en la conversación pública, desplazó de la agenda a Machado y a la primaria; tanto para inclinar la balanza a favor como para potenciar los argumentos en contra.
Hasta ahora, en opinión de Ramírez, con la crisis del Esequibo solo ha habido un show político. “Queda la sospecha lógica de que el referéndum, como no tiene efectividad internacional, está hecho para dos objetivos que no contribuyen con los intereses nacionales: el gobierno trata de demostrar que tiene una popularidad que no tiene, y quiere envolverse en un nacionalismo que no se ha demostrado en las últimas décadas”. Si eres nacionalista “lo demuestras en la práctica con acciones contundentes y no con show, retórica, efectismo y teatro”.
¿Es el referéndum la mejor vía para defender el Esequibo? “Creo que no”, responde el internacionalista Luis Angarita, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la Universidad Central de Venezuela. “Hay muchas otras vías, como preparar argumentos, insistir en negociaciones, no descuidar la contramemoria” que se debe presentar en 2024 en la Corte, detalla Angarita para Polítika UCAB.
La consulta carece de efectos reales en el ámbito internacional, plantea Ramírez. “Me parece que no funciona porque, desde el punto de vista del derecho internacional, un referéndum consultivo interno no tiene ningún impacto, no tiene ninguna efectividad. Lo que pudiera hacer es enviar un mensaje a la comunidad internacional, pero para enviar un mensaje político a la comunidad internacional has tenido que hacerlo en unidad, consultarlo con todas las fuerzas políticas”, estima.
Con el referéndum Venezuela podría demostrar una mayor o menor capacidad de movilización y de cohesión, comenta Angarita. Pero la consulta va acompañada de “una narrativa nacionalista que te invita a participar, y en un contexto de polarización que la pone como una competencia contra el sector opositor”.
Es, además, redundante. El artículo 10 de la Constitución “establece cuáles son los límites de Venezuela, y los límites tienen que ver con la Capitanía General de Venezuela, por lo que está clarísimo que incluye el Esequibo”, aporta Luis Florido, coordinador internacional de la Plataforma Unitaria.
La oposición venezolana, enfatiza Florido, es nacionalista, y por eso se ha dejado a la población en libertad de decidir si participa o no en el referéndum. “Todo lo que convoque Maduro ya pone a la gente en contra, porque ha hecho sufrir mucho al pueblo venezolano, la gente ha pasado mucha hambre”, recuerda. “El pueblo tiene mucha rabia, y la rabia tiene una justificación”, y por eso “la gente se pone en contra” del referéndum.
Aun cuando Florido no cree que la posición de Guyana cambie con el consultivo, sí considera que puede mostrar a una población unida en defensa del territorio. “Y ratificar que la única solución es negociar, como lo establece el Acuerdo de Ginebra”.
Las Malvinas y la derrota
La junta militar argentina se abrazó a la Guerra de las Malvinas en 1982 en busca de legitimidad y cohesión interna. Se ha señalado al gobierno venezolano de pretender copiar este expediente.
Pero la historia no es la misma que la de Las Malvinas, evalúa Angarita. “Son distintos contextos. Son afirmaciones que solo se pueden hacer con la distancia del tiempo; en caliente, creo que es una coyuntura distinta y que no hay una intención guerrerista”. Todavía, a su juicio, “estamos en la tradición de la diplomacia venezolana, que no es guerrerista, que es pacifista, que no ha ido a la guerra y que habla de buscar algún tipo de unidad nacional en torno a una idea”, que es el caso del referéndum.
Nadie quiere hablar de un resultado adverso para el país en esta disputa. Si Venezuela es despojada del Esequibo “pierde una capacidad de apalancamiento importante en lo económico, pierde una zona que pone al país en contacto directo con el Caribe”, advierte Ramírez. “Perderíamos un trabajo diplomático que hemos hecho por décadas, perderíamos una zona que nos pone en contacto directo con esa región”.
Venezuela “volvería a quedar amputada, con una nueva derrota; seguiría perdiendo territorio, como ha ocurrido desde que somos independientes, y lo vemos si comparamos el mapa de la Capitanía General con el de ahora”, critica. “Si nos quitan esa zona que tenemos con rayas en el mapa desde que el presidente Leoni ordenó hacerlo para visibilizar nuestro reclamo, sería muy duro. Hay una cantidad de derrotas continuadas que, en el sentir venezolano, nos han afectado”.
Era posible otra estrategia, asegura el presidente del Covri. Hay elementos que, usados de manera asertiva, habrían llevado a Guyana a negociar, porque “los llamados absolutamente vergonzosos, prácticamente rogando a Guyana y a Caricom que interceda”, no funcionan. Se debería alentar la cohesión interna, “pero en lugar de eso estamos promoviendo las divisiones, fomentando la polarización”.
Como parte del Acuerdo de Barbados (suscrito entre el gobierno y la Plataforma Unitaria en octubre pasado) se pudo lograr mucho más, contrasta Ramírez, como consensuar las preguntas de una consulta, pactar la fecha y buscar la participación de los venezolanos en todas las latitudes. No fue así. ¿Cuál será el futuro?
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