
José G Castrillo M (*)
La política, entendida como la gestión del poder y su distribución a través de un conjunto de acciones o políticas públicas, mediante las cuales se enfrentan los problemas que afectan a la sociedad, es un ejercicio extremadamente complejo.
Los problemas sociales, generalmente, son resultados de la interacción de un conjunto de variables, acción o reacción de actores que demandan soluciones rápidas al sistema político, al político-gobernante. Las demandas sociales son infinitas y los recursos políticos y económicos disponibles, habitualmente, no son suficientes para resolver, en forma perentoria, todos los problemas colectivos.
El político-gobernante, desde su espacio formal de poder –presidente, gobernador o alcalde, recrea una visión de dichos problemas que estará marcada por su experiencia personal, sus conocimientos formales y por su ideología, a través de las cuales debe diseñar y construir soluciones que, a su modo de ver la realidad, son las más pertinentes, apoyado en el conjunto de recursos humanos, económicos, financieros, tecnológicos y cognitivos con los que cuenta la organización que dirige.
La gestión política está constituida, en términos teóricos, siguiendo las ideas de Carlos Matus, sobre política y gestión pública, por un triángulo -del gobierno- constituido por: 1- el proyecto político (el programa del gobierno), 2- las capacidades (competencias políticas, técnicas y gerenciales del político y sus equipos de trabajo) y 3– la gobernabilidad (el control de las variables o recursos claves para lograr su objetivo).
El político gobernante debe contar con un programa, una hoja de ruta, un proyecto que implica un conjunto de acciones, operaciones y actividades que hagan posible cambiar la realidad no deseada de su país, estado o comunidad. El proyecto de gobierno, lo que quiere lograr desde la visión o ideología, es crucial para toda gestión política, como marco de referencia, porque con ello podrá evaluar sí, efectivamente, se están ejecutando las acciones concretas en tiempo y espacio, necesarias para lograr la promesa de gobierno.
Generalmente, el proyecto político o programa de gobierno, se ve trastocado por la realidad, por la emergencia de eventos inesperados, cambios en la correlación de poder o de la situación económica. Cuando el contexto cambia, el gobernante debe revisar sus estrategias.
Para que el proyecto se haga realidad, la gestión de gobierno debe contar con las capacidades técnicas, gerenciales y políticas en su organización. Estas expresan la pericia para conducir, maniobrar y superar las dificultades del cambio propuesto en el programa de gobierno.
El liderazgo personal- colectivo y el alineamiento de toda la organización del gobierno, es fundamental para generar las condiciones que permitan cumplir y ejecutar las políticas, acciones requeridas y preestablecidas en el proyecto de gobierno.
Con el proyecto de gobierno y con las capacidades organizacionales mínimas, el otro vértice clave es la gobernabilidad, entendiendo por tal, la relación entre los recursos con los que cuenta y los recursos con los que no cuenta el gobernante, y que son necesarios para lograr los objetivos políticos.
En este contexto triangular en el ejercicio del gobierno, media la estrategia como el arte de acumular poder: realizar las operaciones políticas que permitan al actor o gobierno alcanzar los recursos faltantes para gestionar sus objetivos y metas. Ella pasa por transar, negociar, forjar alianzas o acuerdos con los actores que tienen los recursos necesarios para la gestión del gobierno.
El arte de gobernar implica que haya un equilibrio dinámico entre el proyecto de gobierno, las capacidades y la gobernabilidad para conseguir, a pesar de los cambios del contexto, acercarse a las metas políticas planteadas desde su visión política: reducir la pobreza, apuntalar el desarrollo económico, ampliar la equidad social, construir un modelo económico respetuoso del ambiente.
El gobernante debe tener una visión, contar con las capacidades mínimas en su organización y lograr gestionar y controlar los recursos necesarios, que hagan viable y factible su propuesta de gobierno en la sociedad. Cuando estos tres elementos no están alienados, difícilmente habrá una buena gestión de gobierno y el gobernante, seguramente, perderá apoyo de la sociedad, abriendo la puerta para el cambio político.
Lo que importa de un gobierno, de la política, son sus resultados concretos en la vida cotidiana de los ciudadanos. La gente hace su balance sobre el desempeño del gobierno y actúa políticamente: lo apoya, dándole su respaldo político o lo rechaza, quitándole su apoyo y votando en contra.
(*) Politólogo /Magister en Planificación del Desarrollo Global
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