Destacado

La historia de PDVSA es la historia de la quiebra de la nación

REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

Alonso Moleiro

Cualquier interpretación que se haga del derrumbe social y económico de Venezuela en estos años tendrá que sentarse a hacer seguimiento a la progresiva destrucción que tuvo lugar en Petróleos de Venezuela, el tradicional sostén de la economía nacional, durante los últimos 15 años.

Como tantas veces fue advertido como posibilidad, la desastrosa gestión administrativa del chavismo en la industria petrolera ha generado graves baches en la perspectiva futura de recuperación de la república, y compromete el destino de varias generaciones de venezolanos.

Los casos de corrupción de Petróleos de Venezuela durante la era de Rafael Ramírez, por sí solos, explican a la perfección el grave daño patrimonial de las arcas del Estado que ha vivido una nación, y junto la debacle cambiaria del año 2013, le sirvieron de marco al derrumbe de la economía venezolana.

Al largo predominio de Ramírez como zar energético de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, siguieron las igualmente desastrosas gestiones de Eulogio Del Pino, Alí Rodríguez Araque y Tarek El Aissami.

Tiempo en el cual, el alto gobierno chavista, fomentando un demagógico discurso soberanista, se peleó con los capitales, se sobrecargó de deudas, politizó completamente los objetivos de la industria, se propuso metas irrealizables, rellenó su nómina de personal no calificado, y fragmentó completamente los verdaderos objetivos de la empresa en ciclos de corrupción desbordada.

Se aplazaron gravemente los planes de mantenimiento. Numerosos gerentes, operadores intermedios, políticos y empresarios se enriquecieron groseramente en este período, tal y como está documentado en numerosos reportajes de investigación de periodistas venezolanos y europeos.

Las responsabilidades que asumió Petróleos de Venezuela en materia de gestión de operaciones y administración de recursos fueron gigantescas durante todos estos años, en muchos casos de forma excluyente, todas invocando la soberanía nacional. El chavismo ahora no sabe hacerse cargo de sus pasivos y fracasos.

Las sanciones internacionales -indeseada circunstancia que es consecuencia de la negativa del chavismo a asumir su nueva circunstancia como una minoría política en el país- sin duda han deteriorado las posibilidades económicas de la república, pero todo el mundo sabe que ellas se han concretado tiempo después de la quiebra que estamos describiendo, toda una realidad desde, al menos, finales de 2013.

Cuando las cotas de excesos administrativos de la era de Ramírez y Eulogio Del Pino parecían difíciles de superar, sobre los meandros de las rutas alternas de la comercialización de crudo nacional para evadir sanciones internacionales, Tarek el Aissami y varios de sus cómplices en las estructuras del Estado, organizaron gigantescas operaciones de desvío de recursos para el lucro propio en perjuicio de la nación, la famosa historia de PDVSA-Crypto, ya totalmente asumida como cierta por el gobierno de Maduro.

Bajo el paraguas de la inversión social y la solidaridad, en proyectos faraónicos que jamás se terminaron, una amplísima capa de la administración pública se lucró indebidamente con los abundantes recursos de Petróleos de Venezuela, una empresa que, por sí sola, llegó producir 2 millones y medio de barriles diarios de crudo, frente a los escasos 500 mil actuales.

La historia de Petróleos de Venezuela es la misma de las empresas de la CVG; de Cantv; de Corpoelec, de Cadivi; de las misiones sociales. Una gestión de los recursos llena de trastornos y extravíos donde se evaporaron millones de dólares luego de exigir total exclusividad en la toma de decisiones y la administración de los recursos, sin que puedan ser responsabilizados, jamás, como tradicionalmente se hace, con inmadurez subdesarrollada, a adversarios, enemigos y terceros.

Contrasta por completo con la gestión de Petróleos de Venezuela en los años de la democracia, tiempo en el cual fue fundada la empresa: una administración -estatal- responsable, que privilegió el conocimiento técnico, que tomó gerenciales acertadas, que, en general, administró acertadamente los recursos, que edificó una corporación poderosísima, y que financió el florecimiento de un país completo.

La sola lectura lineal de esta circunstancia, que está a la vista, deja de pie a la gestión de la democracia venezolana frente al desastre antinacional chavista, y abona suficientes elementos sobre quiénes son los responsables, los verdaderos responsables, del derrumbe venezolano de estos años.

Deja un comentario