
Tomada de El Mundo
Uno de los mayores temores del madurismo es el rechazo que se ha venido produciendo al modelo de socialismo estatista que ha identificado al chavismo. Las trabas impuestas desde el CNE no solo han sido para neutralizar a María Corina Machado sino al pensamiento liberal democrático que se insertó en la población
Francisco Olivares
Hay un voto de rechazo a la gestión de Nicolás Maduro que sigue intacta en 80% de la población. Ese voto tiene su origen en la destrucción económica, ética e institucional que llevó al país el modelo socialista-populista implantado por el chavismo. Algunos lo han identificado como “un voto desesperado”. De allí se desprende una interrogante: ¿ese caudal de votos lo podría capitalizar el candidato designado por María Corina Machado y la Plataforma Unitaria?
Jesús Seguías, presidente de la firma Datincorp, en el foro organizado por Atlantic Council, el pasado 2 de abril, expresó que “después de 25 años de confrontación política tenemos como resultado un país extenuado, destruido en todos los sentidos, incluso desde el punto de vista emocional; y un país que está en una operación suma cero que no va a ningún lado. No le sirve ni al gobierno, ni a la oposición, ni a los independientes y ni siquiera a los delincuentes que hasta se han ido del país”.
Las cifras de Datincorp presentadas el pasado 25 de febrero indican que 19% votaría por Nicolás Maduro, 73% por María Corina Machado y 8%, por otros, que serían la suma del resto de los candidatos, fuera de la Plataforma Unitaria que se han inscrito para el proceso electoral.
Es de resaltar que los estudios de otra de las firmas independientes de opinión, Delphos, que preside Félix Seijas, registra que el techo más optimista de los seguidores del chavismo está en 30% y de ellos, el llamado “chavismo blando” evalúa como negativa la gestión de Nicolás Maduro. “Es un importante sector que está desmotivado, desmovilizado” señaló Seijas en el foro de Atlantic Council: “La visión de los venezolanos sobre las elecciones del 28 de julio”.
Esa población desesperada por un cambio no se cohesionó sola. Se movilizó, se organizó, pero en especial se sensibilizó hacia la esperanza, el cambio hacia la democracia y la reconstrucción a partir del mensaje que llevó especialmente María Corina en sus recorridos por todo el país, durante el proceso de primarias que la seleccionó como candidata unitaria.
Las condiciones estaban dadas a su favor en el sentimiento que se había anidado en la gente. Su mensaje combinó asertivamente el aspecto emocional que estaba afectando a la ciudadanía, hasta en los pueblos más olvidados, con un componente de propuestas precisas hacia un cambio en el modelo económico e institucional: el ciudadano y su trabajo productivo debía ser el protagonista.
A diferencia, sus rivales en las primarias, con partidos políticos y estructuras mucho más consolidadas, no lograron calar con sus ofertas de cambio que se harían desde un hipotético nuevo gobierno. Se ofrecieron aumentos de sueldo, empleo, reconstrucción de sistemas de salud o educativo y grandes reformas institucionales, dentro del concepto de “El gran Estado” y el nuevo presidente como garante de esas ofertas.
La gesta de María Corina
En el país se estaba produciendo un cambio de paradigma en la gente, del populismo hacia el liberalismo. Un proceso que no comenzó de la noche a la mañana. Las estatizaciones realizadas por Hugo Chávez, las expropiaciones de fincas productivas en todo el país, el fracaso económico de todas las industrias que antes del chavismo estaban en pleno funcionamiento y en consecuencia el daño a la estabilidad laboral y económica de cientos de miles de trabajadores, generó una conciencia en la población de rechazo a todo aquello que oliera a gubernamental o propiedad del Estado.
El discurso oficialista según el cual los males del país tienen su origen en el bloqueo y las sanciones auspiciadas por la oposición radical, no ha calado. La corrupción, ostentación de fortunas y bienestar de vinculados al poder muestran una realidad de bienestar distinta a la que no tienen acceso la mayoría de los venezolanos.
De allí que el proyecto de cambio para Venezuela no solo tiene una base de sustentación en el rechazo de la gestión de Chávez y Maduro, identificada con el Socialismo del siglo XXI, el mensaje de Machado de un modelo productivo cohesionó a los ciudadanos que percibieron un liderazgo que podía hacer ese deseo realidad.
El declive socialista
La identificación de Maduro y el chavismo con la izquierda mundial y el globalismo, está cruzando su peor momento, y líderes de esa tendencia que participan del sistema democrático están rechazando su alineación con las autocracias mundiales, la persecución de quienes piensen distinto, la violación a los derechos humanos y el cierre de vías electorales al sector mayoritario de la oposición democrática.
Una parte de esa izquierda mundial se ha alineado con autocracias como la de Putin en Rusia, Corea del Norte, Cuba o Nicaragua, y con sistemas aún más cerrados y opresores como el de Irán, donde las mujeres carecen de derechos ciudadanos, y con otros países en donde predominan gobiernos islamistas radicales que justifican apalearlas.
Uno de los episodios más emblemáticos del distanciamiento de líderes de izquierda con Maduro ha sido el del presidente colombiano Gustavo Petro, quien destacó que prohibir la participación de María Corina Machado “es un golpe antidemocrático”. Al referirse a lo que ocurre en Venezuela expresó: “la necesidad de preservar el derecho político a elegir, ser elegido, a participar en igualdad de condiciones del Estado, que no solamente es un derecho político individual (…) es un derecho de la sociedad fundamental, el derecho a elegir no es solo individual, es de la sociedad”.
Así Petro se une a otros líderes de izquierda como Lula Da Silva, Gabriel Boric y Manuel López Obrador, quienes, aun con sus políticas populistas, se han mantenido dentro de normas democráticas y aceptan en sus países la alternabilidad en el poder.
El fascismo
El temor del grupo madurista al apoyo que ha recibido Machado ha llevado al gobierno a calificarlo como una conspiración internacional para sacar a Maduro del poder con acusaciones reiteradas de magnicidio. De allí la detención y proceso en tribunales de toda la dirección de Vente Venezuela. Es factible que esa persecución busque encarcelar a la líder o tal vez obligarla a salir del país.
Recientemente fue aprobada, en primera instancia, en la Asamblea Nacional la llamada Ley contra el Fascismo, que prácticamente proscribe el pensamiento liberal que promueve Vente Venezuela. En su Capítulo 1, el artículo 4, define al “fascismo” como una postura ideológica “basada en superioridad racial, de origen étnico, social o nacional que asume la violencia como método de acción política”, señala que “son rasgos comunes a esta postura el racismo, el chovinismo, el clasismo, el conservadurismo moral, el neoliberalismo, la misoginia y todo tipo de fobia contra el ser humano y su derecho a la no discriminación y a la diversidad”. Por lo cual cualquiera de esas expresiones pueden ser motivo de enjuiciamiento.
Es de resaltar que el fascismo italiano fue un sistema de gobierno totalitario, cuyo movimiento se originó, con un gran componente populista, que nada tiene que ver con los actuales sistemas políticos de gobiernos liberales democráticos. Si bien los politólogos, historiadores y analistas lo ubicaron como de extrema derecha, al igual que el nazismo, sus rasgos totalitarios están mucho más cercanos a lo que ha sido el comunismo, las autocracias actuales y hasta el modelo que se ha establecido en Venezuela.
Discurso sin populismo
El discurso de María Corina se ha centrado en la promoción de las libertades y los derechos ciudadanos conculcados. Ha sido reiterativa en mantenerse en la ruta electoral. Se ha distanciado de cualquier mensaje que se identifique con golpe de Estado o insurrección.
En sus propuestas no se ha limitado a hablar sobre la necesidad de privatizar la gran cantidad de empresas del Estado que hoy están improductivas, mal manejadas e invadidas por la corrupción. En ese camino se han alineado dirigentes sindicales que si bien antes aplaudieron las estatizaciones, hoy comprenden la necesidad de trabajar con el sector privado.
Se ha referido a Petróleos de Venezuela (PDVSA) que otros líderes opositores evitan mencionar. Apuesta por la privatización “ordenada” de la estatal con la reforma de la Ley de Hidrocarburos. Este proceso estaría alineado a los sistemas de refinación con Estados Unidos en una alianza tecnológica, como a que se tuvo en el pasado.
En su programa habla de la “Estabilización Expansiva de la Economía” con lo que se propone impulsar “un crecimiento económico de altísimo nivel», a través de inversiones para servicios del sector público y un programa de privatización.
En el juego de poderes
De acuerdo a la cifras que maneja Seguías, de la firma encuestadora Datincorp, la política oficial de dispersar el voto con 12 candidatos opositores no tendría resultados a favor de Maduro si la candidata fuera María Corina. “Este es el gran problema que se le presenta a Machado porque su gran fortaleza se convierte en su principal debilidad; por esa razón el gobierno decidió no habilitarla porque sería entregarle el poder a su peor enemigo”, dice Seguías. Ante ese dilema que hace casi imposible que puedan habilitarla, 70% de los venezolanos ha respondido en los estudios de Datincorp que apoyarían un candidato que esté habilitado, designado por Machado y la Plataforma Unitaria. Solo 7% estaría de acuerdo con la abstención y 12% en protestar en las calles. Si las elecciones fueran entre Maduro y un candidato unitario “llámese como se llame”, Maduro obtendría 21% y el candidato unitario 79%.
Seguías concluye en su análisis que indudablemente María Corina capitalizó un descontento, al que se agregó la desconfianza que se despertó en los opositores hacia los políticos; por lo que ella capitalizó el poder de la calle que tiene ahora a lo que se suma su posicionamiento emocional. Pero aclara que ese tipo de apoyo puede llegar hasta un punto. Considera que los electores venezolanos en estos tiempos no son propensos a seguir caudillos, ni siquiera a Chávez. A su juicio los venezolanos rompieron con el caudillismo. Ahora lo que piden a los políticos son resultados tangibles.
En este juego de poderes será indispensable que la Plataforma Unitaria y el sector que respalda a María Corina definan el apoyo a un solo candidato que logre llegar a destino, y adopten un programa político y económico que conecte con las aspiraciones que mueven a gran parte de la población venezolana.
Por su parte, para Felix Seijas, director de Delphos, el tema electoral tomó protagonismo en la agenda política del venezolano: 80% del electorado ha manifestado su disposición de ir a votar y 70% de consultados considera que las elecciones son la mejor ruta para un cambio en el país y no se debe abandonar la ruta electoral, a pesar de las trabas y las inhabilitaciones.
El estudio indica que el gran candidato en definitiva es la unidad. La intención de voto sería la misma que si el candidato fuese María Corina, que su estudio registra en 50%. En el peor escenario que no se llegase a un acuerdo y el candidato no recibiera el apoyo de toda la Unidad (MCM y la Plataforma Unitaria) la cifra se reduciría en 25%.
De manera que para el gobierno el tema de unas elecciones participativas y en unidad opositora, se han convertido en el peor escenario para mantener el poder.
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