
Maykel Navas
El mundo observa consternado el desarrollo del conflicto en Ucrania, una circunstancia que, sin duda, marca un antes y un después en el orden mundial en lo que va de siglo. Más allá de la tragedia humanitaria que el enfrentamiento ha desatado, las repercusiones geopolíticas, económicas y en la seguridad alimentaria son de una magnitud que no se había visto en décadas.
Nuevo orden geopolítico
La invasión rusa a Ucrania ha puesto en jaque el sistema internacional post-Guerra Fría. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), otrora bastión de Occidente, se ha visto reavivada y su expansión hacia el este parece inevitable. La Unión Europea, por su parte, ha dado un paso importante hacia una mayor autonomía militar, mientras que países como Finlandia y Suecia reconsideran su histórica neutralidad.
Rusia, por otro lado, se ha aislado del escenario global, al enfrentar duras sanciones económicas y un creciente rechazo internacional; que no ha sido suficiente para disuadirla de continuar su guerra. China se mantiene en una incómoda posición, buscando equilibrar sus intereses económicos con la presión de las potencias occidentales. Entretanto, Estados Unidos ha sostenido su apoyo a la OTAN; pero este escenario corre el riesgo de cambiar ante un posible triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de este año.
Los países occidentales han seguido proporcionando asistencia militar a Ucrania, incluyendo armas, municiones y sistemas de defensa antiaérea; una ayuda que ha sido crucial para permitir que Ucrania resista la invasión rusa. Las negociaciones de paz entre ambas naciones continúan estancadas, y no se vislumbran posibilidades de acuerdo.
Un duro golpe a la economía global
Las repercusiones económicas del conflicto son palpables en todo el mundo. El precio de la energía se ha disparado, impactando directamente en el costo de la vida y la inflación. Las cadenas de suministro se han visto seriamente afectadas, lo cual ha generado escasez de alimentos y otros productos básicos. La sombra de una recesión global se cierne sobre la economía mundial, siendo los países en desarrollo los más vulnerables a este impacto.
La persistencia de las tensiones en los mercados internacionales de materia prima ha exacerbado los precios de la energía, impulsándolos a niveles no vistos desde el alza registrada durante el lapso 2007-2008, cuando el petróleo y el gas natural llegaron, respectivamente, a precios de US$130/bbl (promedio entre el Brent, el WTI y el Dubai) y US$13/mmbtu (para el gas natural de los EE.UU.), según datos de la International Monetary Fund. A lo que se suma la negativa de la OPEP y sus socios externos (Rusia incluida en este último grupo) a incrementar la producción de crudo, hecho que consolidó la restricción de oferta y el alza de los precios.
Ucrania y Rusia son dos de los principales exportadores de grano del mundo. El conflicto ha paralizado la producción y exportación de estos productos, lo que ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria de millones de personas, especialmente en países de bajos ingresos que dependen de estas importaciones. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha advertido sobre una posible crisis alimentaria con el riesgo de hambrunas en varias regiones del mundo.
¿Tercera Guerra Mundial?: un escenario improbable, pero no descartable
La pregunta que ronda en la mente de muchos es si este conflicto podría derivar en una conflagración global de mayores dimensiones. Si bien la OTAN ha descartado una intervención militar directa en Ucrania, el riesgo de una escalada accidental o una provocación deliberada por parte de Rusia siempre está latente. La comunidad internacional debe trabajar arduamente para evitar que el conflicto se extienda y para encontrar una solución pacífica a la crisis. Se debe recordar que la Primera Guerra Mundial se inició producto de un hecho muy particular: el asesinato del archiduque austrohúngaro en Sarajevo Fernando de Austria y su esposa, el 28 de junio de 1914. Entretanto, la segunda (1939), se genera por la invasión de la Alemania Nazi a Polonia.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, declaró en una entrevista, reciente con la emisora estadounidense NBC, el 21 de abril, que Rusia quiere ocupar Chasiv Yar en la región de Donetsk antes del 9 de mayo, el día que Rusia celebra como el Día de la Victoria para marcar la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Un claro mensaje al mundo de la superioridad militar que tiene Rusia en Europa, advirtiendo implícitamente las consecuencias de una escalada y conflicto bélico de orden mundial, en fin: la Tercera Guerra Mundial.
Evidentemente aún faltan elementos y acciones por parte de los actores políticos para determinar con cierto grado de asertividad si es posible, o no, la Tercera Guerra Mundial, sin embargo, expertos y analistas advierten que de seguir empantanado el conflicto, supondría acciones más violentas de parte de alguno de los actores, e inevitablemente la comunidad internacional y el establishment político mundial no podrán permanecer incólumes, como pasó con Inglaterra y Francia en 1939 ante la Alemania Nazi .
Por lo tanto, no es maximalista pensar que es una posibilidad real el escenario de la Tercera Guerra, no se puede descartar.
Futuro incierto
El mundo que emerge de las cenizas de este conflicto es incierto. La geopolítica global se encuentra en un reacomodo profundo, con nuevas alianzas y rivalidades que se están definiendo. La economía global enfrenta un panorama desafiante, con el riesgo de una recesión y una crisis alimentaria a la vuelta de la esquina.
Es crucial que la comunidad internacional trabaje en conjunto para encontrar una solución pacífica al conflicto en Ucrania. El diálogo, la diplomacia y la cooperación son esenciales para evitar una mayor escalada y mitigar las devastadoras consecuencias que este conflicto está teniendo.
El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad para superar este desafío y construir un mundo más pacífico y seguro. Sin duda, la particularidad de este año en el que se está desarrollando aún el enfrentamiento, es que la mayoría de los países atraviesan un proceso electoral, lo cual, siempre distrae la atención y dependiendo de los resultados cambia su política internacional.
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