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Las guerras olvidadas: República Democrática del Congo (I)

Tomada de France 24

Maykel Navas

La imperial invasión a Ucrania por parte de Rusia y la demoledora acción militar de Israel contra el pueblo palestino, en la Franja de Gaza, captan toda la atención de la prensa internacional, sin embargo, existen varios enfrentamientos armados prácticamente desconocidos por gran parte de la opinión pública mundial: son las llamadas “guerras olvidadas”.

Conflictos armados de grandes proporciones, con años de duración, incluso décadas que, pesar de su violencia y las numerosas víctimas que han producido y aún producen, no llaman la atención del mundo, o si lo hacen, es de manera superficial y efímera. Se pueden destacar algunos en África: Burquina Fasó, Somalia, Sudán del Sur, Nigeria, Congo Kinshasa, en la península arábica: Yemen, en Asía: Myanmar, etc [1].

El país que nos ocupa en este artículo se denomina oficialmente, desde 1997, República Democrática del Congo (entre 1971 y 1997 su nombre fue Zaire), también conocida como el Congo Kinshasa; su vecino lleva el nombre de República del Congo, al cual denominan también, el Congo Brazzaville. El uso del nombre del país acompañado del nombre de su capital ayuda a evitar confusiones con su similar.

En esta oportunidad, se hará referencia a la guerra desatada en la República Democrática del Congo. Ese país es escenario de un conflicto armado que tiene décadas de duración, según los expertos ha cobrado la vida de, por lo menos, 5 millones de personas y desplazado otros 2 millones de sus hogares, en treinta años de conflicto. Una guerra donde lo que está en disputa es el control de las grandes riquezas que posee esta nación. Para entender este desgarrador evento, es necesario conocer el largo y trágico pasado colonial europeo del que fue y sigue siendo víctima ese país.

Congo Kinshasa es un extenso país, ubicado en el centro del continente africano, con 2.345.000 km2, cuenta con 99 millones de congoleños. Surcado, entre otros, por el río Congo, uno de los más grandes y caudalosos del mundo. Es depositario de una rica fauna y flora. Además, posee inmensos recursos minerales. Cuando mencionamos su riqueza mineral nos referimos a oro en la parte nororiental; estaño y diamantes en la zona central selvática; coltán y cobre en el oriente. Minerales que son objeto de codicia de sus vecinos y, sobre todo, de las corporaciones multinacionales de los países industrializados.

Con un pasado colonial terrible y doloroso, la captura y esclavización de sus habitantes, por parte de empresas esclavistas portuguesas, la sustracción de sus recursos, el genocidio sobre la población congolesa (bajo la administración personal del rey Leopoldo II de Bélgica) y la explotación colonial llevada a cabo por el reino de Bélgica desde 1908 hasta 1960, la nación atraviesa un profundo legado de desunión y enfrentamientos internos. Como colofón, las administraciones nacionales han estado signadas por la corrupción, la represión, y la violación de los derechos humanos, después de la independencia.

 Hoy, la R.D. Congo es víctima de su propia riqueza y de la deshonestidad de sus políticos, la descarada intervención militar de sus vecinos (Ruanda, Burundi, Uganda, Zimbabue), pero sobre todo de la ambición desmedida de las compañías multinacionales: chinas, norteamericanas, francesas y canadienses, que busca tomar el control de los ricos yacimientos minerales congoleños, por cualquier vía.

La llamada Segunda Guerra del Congo o Gran Guerra Africana(entre 1998 y 2003), es el conflicto que ha dejado la mayor cantidad de víctimas fatales desde la Segunda Guerra Mundial. Analistas e historiadores calculan que ese acontecimiento registra un saldo de entre cinco y seis millones de muertos, en su mayoría civiles. En este conflicto, desarrollado exclusivamente en territorios congoleños, estuvieron involucrados siete países africanos y decenas de grupos guerrilleros. La justificación dada a este enfrentamiento corresponde a motivos políticos e interétnicos, pero lo que nadie admite es el interés en las grandes riquezas del Congo Kinshasa.

Es importante aclarar algunos aspectos de esa guerra para su mejor comprensión. Ruanda es un país fronterizo con la R.D. Congo, a raíz del conflicto interno de esa nación, entre las etnias hutus y tutsis, que desencadenó en la masacre de unos ochocientos mil tutsis (1994), muchos de ellos buscaron refugio en la R.D. Congo. Cuando los tutsis tomaron el poder, los hutus temieron una retaliación en su contra terminando refugiados en el Congo.

Estos dos grupos humanos y extranjeros reavivaron su conflicto armado dentro de la R.D. Congo con enfrentamientos cada vez más violentos, los vecinos Uganda, Ruanda y Burundi, pasaron a apoyar a las milicias tutsis. En respuesta, el gobierno congoleño de Laurent Kabila no enfrentó de manera directa a ambos grupos, sino cometió el grave error de apoyar a las milicias hutus.

Ante la respuesta presidencial, los vecinos declararon la guerra al gobierno e invadieron la frontera este del Congo. De manera inmediata varios países africanos como Angola, Namibia, Zimbabue, Sudán y Chad, le dan apoyo militar; sin embargo, varios analistas sostienen que esa solidaridad gubernamental, no respondía a una afinidad política, sino al interés de esas naciones en la riqueza minera del país. A este enrarecido ambiente bélico, habría que sumar a los grupos congoleños que buscaban derrocar a la administración de Kabila. En esta guerra no hubo frentes definidos, los países extranjeros participantes tomaron regiones del este del país, en muchos casos hubo enfrentamientos entre tropas aliadas. La extracción de minerales fue la norma.

Los combates se dieron en la zona oriental. La coalición militar extranjera antigubernamental y las milicias tutsis logran tomar la mitad del país. Esto provocó el desequilibrio del gobierno, que termina con el derrocamiento y asesinato del presidente Lorent Kabila en 2001. El sustituto fue su hijo Joseph Kabila, quien estuvo más dado a negociar, y firmó un acuerdo en la ciudad surafricana de Pretoria, donde se convino retirar las tropas ruandesas y ugandesas de la RDC y bajar las armas de las milicias tutsis y hutus. Kabila gobernaría hasta el 2021.

 Esta paz solo se dio en el papel, porque muchas milicias, sostenidas hoy por Ruanda y Uganda, siguieron en armas actuando por su cuenta. Actualmente, continúan hostigando a la población civil y a las fuerzas del gobierno, a la vez tomando los recursos minerales del país. Se determinó que los muertos en combate fueron alrededor de quinientos mil, el resto fue por hambrunas, epidemias, falta de atención médica adecuada y asesinatos masivos sobre la población civil; hubo dos millones de desplazados.

En la actualidad, la República Democrática del Congo sufre una situación caótica al este de su territorio. Al menos 120 grupos armados, instalados en la zona oriental (provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur), controlan los recursos naturales y agreden fundamentalmente a la población civil, a la cual desalojan de sus tierras y hogares.  Dos de estas milicias que destacan son la fundamentalista (Fuerza Alianza Democrática) y la reaparición del grupo 23 de marzo (M23), conformadas por la etnia tutsi, financiadas por Ruanda, de acuerdo a la denuncia de las Naciones Unidas.

Desde mayo a junio, los ataques a poblaciones civiles por parte del grupo M23 y los enfrentamientos simultáneos con unidades del ejército regular, han ido en aumento en la provincia de Kivu del Norte. El temor de las autoridades es que se extienda hacia las provincias del centro. La cantidad de civiles fallecidos y heridos va en aumento, y los desplazamientos se han incrementado a un millón, los cuales se añaden a los más de cinco millones de desplazados internos que ya existen en el campamento del CRD. Así también Médicos sin Fronteras ha alertado que han aumentado las violaciones a mujeres.

Esta situación de enfrentamiento ha sido aprovechada por el grupo ADF (Fuerza Alianza Democrática) para incrementar sus acciones armadas más hacia el norte, donde también ha atacado a la población civil y busca el control de la minería artesanal del coltán.

Un enviado de Médicos sin Fronteras señaló: “en Kivu del Norte, al este de la República Democrática del Congo (RDC), se está produciendo un enorme desastre humanitario. Alrededor de un millón de personas han huido de sus hogares en los últimos 12 meses para escapar de los conflictos vinculados al resurgimiento del grupo armado M23. Esta grave crisis está exacerbando una situación humanitaria ya de por sí crítica en la provincia”[2].

La riqueza mineral

No se puede desligar la historia y los conflictos contemporáneos del Congo Kinshasa de su inmensa riqueza mineral y natural. En función de esa riqueza, dicha nación ha sido sojuzgada y saqueada por sus vecinos, los países industrializados y por las grandes transnacionales. Bloomberg en línea señaló en 2022, que el 70% de la producción mundial de cobalto se extrae del CRD, sin embargo, un 10% de esa alta producción procede de la minería artesanal, donde se utiliza mano de obra infantil, en condiciones de esclavitud. 

Alrededor de cuarenta mil niños congoleños trabajan en minas de pequeña escala, en las peores condiciones humanas. Aunque las compañías mineras extranjeras aclaran que no compran material de ese origen, lo cierto del caso es que esa producción llega a las operadoras internacionales. Así mismo se ha denunciado la extracción ilegal de minerales congoleños por parte de Ruanda. Este país ha hecho ventas y exportaciones de minerales que no se consiguen en su territorio.

La mina de cobre Kakula, para algunos expertos la mayor reserva de cobre del continente africano, realiza desalojos masivos de familias que viven en los alrededores, para expandir sus operaciones, sumando más desplazamientos a los ya existentes. La compañía responsable de esta extracción es el consorcio chino-canadiense de nombre Kamoa.

La penetración de capitales chinos en el país va en aumento. El gobierno de ese país ha prometido préstamos y levantar infraestructura en todo el territorio desde 2015 por el orden de seis mil doscientos millones de dólares, sin embargo, hasta la fecha, solo ha invertido ochocientos millones. Se ha señalado que el expresidente Joseph Kabila ha recibo dinero de empresas chinas.

En cualquier caso, son varios los consorcios mineros chinos que se encuentran operando en el país. Igualmente, hay capitales canadienses, franceses y norteamericanos trabajando en el área.

Lo paradójico de toda la situación es que la mayoría de todos esos metales, coltán, cobalto, litio, cobre, etc., son usados para la industria informática, vehículos eléctricos y tecnologías limpias, que ayudan a conservar un mundo limpio, pero no se controla la situación de los mineros y las condiciones de trabajo, sanitarias y humanas de los países de origen de estas materias primas.

La República Democrática del Congo es un claro ejemplo de la explotación, sistemática y brutal, perpetrada en África, por los países industrializados y empresas multinacionales. Desde mediados del siglo XV y hasta hoy en día, primero extrayendo seres humanos directamente para la esclavitud y segundo explotando todo lo que contenga valor para las naciones que controlan los grandes mercados del mundo. 


[1]Entre muchos investigadores de estos conflictos armados tenemos a: Francisco Martínez Hoyos, Guerras olvidadas, una tragedia del siglo XXI, 2015.

[2]https://www.msf.org.co/actualidad/republica-democratica-del-congo-denunciamos-la-critica-situacion-sanitaria-kivu-del-norte/ último acceso 12/5/2024

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