
Tomada de Efecto Cocuyo
Andrés Cañizález
11.09.24
El 15 de agosto de 2004 es una fecha cargada de varios simbolismos en Venezuela. Ese día, por primera vez en el país, se celebró un referendo revocatorio, tras la introducción de esta figura en la Constitución de 1999. Pese a que los titulares destacaron el triunfo electoral de Hugo Chávez en esa consulta, el hecho más significativo tal vez haya estado en otra arista que rodeó a esa fecha.
Ese 15 de agosto se quebró la confianza tanto en el sistema como en el árbitro electoral, con consecuencias que se extenderán por varios años y cuyo impacto político fue casi inmediato, llevando a los actores de oposición al gobierno de Hugo Chávez a la ruta de la abstención, que a la larga terminaría siendo una estrategia fallida.
La misión del Centro Carter, que tuvo un doble rol tanto como mediador entre chavismo y oposición como de observador electoral propiamente, terminó certificando la validez de los resultados que dio a conocer el Consejo Nacional Electoral, tras una extensa jornada con votantes que soportaron colas de hasta 10 horas en las calles para poder sufragar.
La opción del no, que promovió Chávez, es decir la no revocatoria del mandato presidencial, tuvo un 59% y la opción del sí tuvo 41% y ésta fue impulsada por la variopinta Coordinadora Democrática, en la que coexistían unos partidos venidos a menos, una sociedad civil sin experiencia política y figuras relevantes del empresariado y los medios de comunicación social.
El rol del Centro Carter, en esa doble función, terminó siendo muy cuestionado por actores políticos y por la sociedad civil. Sin embargo, más allá de falsas acusaciones que circularon entonces, nadie pudo demostrar ni la existencia de un fraude masivo como se sostenía entonces, ni la complicidad de este think tank con sede en Atlanta y fundado por el expresidente estadounidense Jimmy Carter.
La proyección de que Chávez sería ratificado en el poder, como mostraban las encuestas, llevó al magnate de medios Gustavo Cisneros, en junio de 2004, a una sorpresiva medida. Junto con el expresidente Carter, a quien solicitó mediación, asistió a una reunión con Chávez en el Palacio de Miraflores con lo cual selló una suerte de pacto. Cisneros se desligaba con aquel gesto de lo que había sido su férrea oposición al chavismo en los dos años previos, en los que incluso encabezó manifestaciones de calle junto a otras figuras del empresariado privado y la sociedad civil.
Cómo se llegó al referendo
El golpe de Estado y posterior restitución de Chávez en la presidencia en abril de 2002, junto con el paro petrolero entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, fue un período que la revista SIC en uno de sus editoriales bautizó como “el choque de trenes”, al hacer referencia a la política de confrontación en medio de un clima sociopolítico altamente polarizado. La mediación del expresidente colombiano César Gaviria, entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), junto al Centro Carter y el apoyo técnico del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), permitió tras varias rondas de diálogos llegar a unos acuerdos en mayo de 2003.
En aquel acuerdo se establecía la opción del referendo revocatorio como una salida constitucional y democrática a la crisis, ya que los factores de oposición nucleados en la Coordinadora Democrática insistían en la ilegitimidad de Chávez, después de los sucesos de abril de 2002.
En aquel momento, mediados de 2003, el entonces presidente Chávez estaba en una situación muy negativa en materia de opinión pública y si la consulta se hubiese celebrado entonces seguramente habría sido derrotado. Sin embargo, desde el poder se puso de manifiesto “una obstinada resistencia para reconocer el hecho manifiesto de que se habían recogido las firmas suficientes para activar el proceso”, como denunció el Centro Gumilla.
La dilación que vivió este proceso le permitió a Chávez, en el marco de una alianza con la dictadura de Fidel Castro, establecer las llamadas misiones, un conjunto diverso de planes sociales que tuvo en la “Misión Barrio Adentro” su punta de lanza. La estrategia asistencialista funcionó en sus inicios y fue el trampolín para que la popularidad de Chávez diera un salto, con lo cual ganó el referendo.
Una de las trabas que debieron sortearse, incluso con mediación y observación internacional, fue el proceso de los llamados reparos. Entre el 28 y 30 de mayo de 2004 varios centenares de miles de personas debieron ir a ratificar su adhesión a que se convocara el referendo. Se había esgrimido la tesis, tampoco comprobada, de las firmas planas. El chavismo sostenía que unas pocas personas de oposición habían usado sin su consentimiento los datos personales de miles de venezolanos y que incluso les habían falsificado las firmas.
Con hechos aislados de violencia, especialmente en el oeste de Caracas, tuvo lugar esta jornada que confirmó lo que ya era sabido, pero no aceptado por el gobierno, existía un número suficiente de firmas válidas para que se convocara al referendo.
Tal como lo señala un editorial de la revista SIC, que hace balance de este proceso electoral, en septiembre de 2004, la campaña oficialista comenzó en el mismo mes de junio apenas Chávez aceptó, finalmente, los resultados del proceso de reparos. “El desarrollo de su campaña electoral estuvo muy bien planificado y dirigido centralizadamente, haciendo uso en forma masiva y arbitraria de los recursos públicos. Su mensaje se dirigió específicamente a los sectores D y E de la población y se reforzó a través de las llamadas misiones”, así repasaba la revista del Centro Gumilla el proceso del referendo en su edición de septiembre-octubre de 2004.
La campaña dejó en evidencia un enorme desbalance. Del eje mediático opositor ya se había desligado Cisneros, con lo cual Venevisión aplicaba ya una política editorial “equilibrada”, a la que se sumaría luego Televén. “La Coordinadora Democrática comenzó la campaña por lo menos un mes después, sin muchos recursos y sin unidad de dirección, su principal medio de penetración fueron los canales de televisión”, sostenía SIC sin aclarar -sin embargo- que ya para ese momento el espectro televisivo opositor se congregaba principalmente en torno a RCTV y Globovisión, canal de noticias que nunca tuvo una señal nacional.
Después del 15A
El Centro Gumilla consideraba después del referendo que se abría un nuevo escenario después del referendo de agosto de 2004. A esta consulta, y esto resulta importante tenerlo en mente, se llegó con un CNE que efectivamente estaba ya parcializado, que no fue transparente y que sin duda favorecía la permanencia de Chávez, pero todo esto formó parte en realidad del proceso preparatorio de la consulta, colocando diversos obstáculos y generando dudas de diverso tipo. La oposición de entonces, con la vocería de Henry Ramos Allup, insistió en denunciar un fraude electrónico que no tuvo lugar y sobre el cual se tejieron las más diversas teorías.
Previo al 15 de agosto de 2004 la mayoría de encuestas, con excepción de la de Eugenio Escuela, mostraban una amplia ventaja al no. Los promotores del sí, en lugar de admitir estos resultados, por ejemplo, propagaron otra tesis que tuvo mucho eco entre los venezolanos identificados con la oposición: “el voto oculto”. Según esta versión, por miedo a represalias oficiales, muchos venezolanos les mentían a las encuestadoras.
Si bien esto del llamado voto oculto fue más bien parte de una narrativa electoral, tampoco puede olvidarse que de las listas de personas que firmaron y que repararon luego sus rúbricas surgió la llamada “Lista Tascón”, bautizada así por el tristemente recordado diputado del oficialismo Luis Tascón. Esta lista fue usada como un método de exclusión y sanciones por parte de la administración pública contra aquellos venezolanos que hicieron uso de un derecho constitucional y solicitaron la revocatoria del mandato de Chávez.
Aunque la versión oficial intentó desligar a Chávez de responsabilidades con la “Lista Tascón”, no puede obviarse que esta acción del diputado tuvo el respaldo de un discurso presidencial que se enmarcaba ya en un esquema de estigmatización de los firmantes pro referendo. El 17 de octubre de 2003, Chávez dijo en Aló Presidente: “los que firmen contra Chávez estarán firmando contra la patria, contra el futuro (…) quedará registrado para la historia, porque va a tener que poner su nombre, su apellido, su firma, su número de cédula y su huella digital”.
El ventajismo fue el fraude
Henry Ramos Allup apareció en televisión en la madrugada del 16 de agosto de 2004 denunciando un fraude. Dijo que luego se presentarían pruebas de esta grave denuncia. Tal cosa no ocurrió y a lo largo de los meses siguientes vivimos en Venezuela una ola de declaraciones y especulaciones sobre qué había ocurrido en el referendo revocatorio.
Una semana después del referendo en dos diarios impresos que entonces eran la referencia periodística y de opinión en Venezuela, El Universal y El Nacional, un conjunto de agudos observadores de la dinámica política venezolana hacían su balance. Con muy distintas perspectivas y posturas ideológicas, coincidían en algo, evitaban hablar de un fraude el día del referendo.
“Cuatro ideas que debilitaron a la oposición: 1) que el gobierno de Chávez no podía durar; 2) que esto ocurriría pronto; 3) que simplemente no había tiempo para hacer nada distinto; y 4) que había que actuar como un solo bloque frente al adversario”. Esto lo sostenía Moisés Naím en El Nacional el 22 de agosto de 2004. Ese mismo día, pero en El Universal, el siempre polémico Luis Vicente León aseguraba que la oposición no había logrado convencer (“no le había tumbado las medias”) a una mujer en Mamera (Caracas) y sí a “las niñas sifrinas y maduras de la clase media”.
Una semana después de la consulta, el agudo Alberto Quirós Corradi enfilaba contra la Coordinadora Democrática: “la oposición tendrá que aceptar que el referéndum revocatorio no se perdió porque se contaron mal los votos, sino porque su liderazgo no logró convencer a la gran mayoría ciudadana de dos cosas: 1) que Chávez lo había hecho muy mal y 2) que la oposición podía hacerlo mejor”. Esto se publicó en El Nacional el 22 de agosto de aquel 2004.
En El Universal, en tanto, el historiador Manuel Caballero, un acérrimo crítico de Chávez, sostenía que los resultados del RR (como se le llamada al referendo revocatorio) “no han sido sorpresivos o inesperados” y adelantaba un señalamiento, en la dirección correcta, y que debió ser una denuncia contundente, en torno a las condiciones electorales y de la campaña: “nunca en los años que pude votar, jamás me había enfrentado a un ventajismo tan obsceno”.
@infocracia
Fuentes
Cañizález, Andrés (2004). “Referéndum a la vuelta de la esquina”. En: SIC. N° 666. pp. 246-248.
Cañizález, Andrés y Virtuoso, José (2004). “Hegemonía chavista”. En: SIC. N° 669. pp. 388-390.
Centro Gumilla (2004). “Editorial: Amenazas y oportunidades”. En: SIC. N° 666. pp. 242-243.
Centro Gumilla (2004). “Editorial: Nuevo escenario”. En: SIC. N° 668. pp. 338-341.
López Maya, Margarita (2004). “Venezuela 2001-2004: actores y estrategias”. En: Cuadernos del CENDES. vol. 21, N° 56. pp. 105-128.
López Maya, Margarita y Lander, Luis (2005). “Referendo revocatorio y elecciones regionales en Venezuela: geografía electoral de la polarización”. En: Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. vol. 11, N° 1. pp. 43-58.
Categorías:Opinión y análisis





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