
El gobierno de Venezuela tiene pocos aliados, pero muy importantes, subraya el politólogo y analista Carlos Romero. Sin embargo, se pregunta “cuál es el límite y cuál es la paciencia de las potencias occidentales”. Gane quien gane en Estados Unidos “habrá un impacto en la crisis” venezolana, confirma el politólogo y analista Emilio Useche
Vanessa Davies
30.10.24
Si los países no tienen amigos, sino intereses, entonces la última palabra sobre el conflicto venezolano no se ha dicho todavía. Las elecciones presidenciales, lejos de resolver la crisis por la vía pacífica, dejaron a Venezuela en el pantano de la incertidumbre. Y con otra fecha marcadora para un antes y un después: el 10 de enero de 2025.
El país se encuentra en un suspenso en relación con el día de la juramentación del nuevo presidente, y empresas y personas están a la expectativa para invertir o marcharse, iniciar proyectos o migrar, señala el politólogo y analista Carlos Romero.
Los resultados oficiales de las elecciones dan como ganador al mandatario Nicolás Maduro. No toda la comunidad internacional los reconoce; mas –como lo recuerda Romero en entrevista para Polítika UCAB– el gobierno tiene pocos aliados “pero muy importantes, como Irán, Rusia, Turquía, China, y países latinoamericanos como Bolivia y Nicaragua”.
Venezuela, precisa, “ha apostado por militar en el campo antioccidental, y se ha beneficiado del vacío político que significan los conflictos en Ucrania y Medio Oriente”. Sin embargo, las cartas no están completamente echadas para la continuación del gobierno: “para Occidente, el petróleo venezolano es importante; pero por otra parte, ese petróleo pertenece a un país que no está con Occidente”. Y que, además, necesita aumentar su producción, que en el segundo trimestre de 2024 se ubicó en poco más de 900 mil barriles al día.
Un elemento a tomar en cuenta es, igualmente, el de las elecciones presidenciales en Estados Unidos (EEUU) del próximo 5 de noviembre. “Es un actor importante en la geopolítica internacional. Gane quien gane habrá un impacto en la crisis de Venezuela”, adelanta Emilio Useche, politólogo y analista. El pueblo estadounidense decidirá entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.
¿Se agota la paciencia?
Si Venezuela “es un país antioccidental”, advierte Romero, “eso tiene un costo y un límite, y la pregunta es cuál es el límite y cuál es la paciencia de las potencias occidentales”. Por eso, piensa que a partir del 10 de enero de 2025 “pueden venir situaciones que no hemos visto”.
Según su visión, lo que suceda el día de la toma de posesión del nuevo mandatario venezolano marcará la respuesta internacional. “Las presiones internacionales dependerán mucho de la decisión que tome el gobierno: seguir adelante o iniciar una transición”. Si se mantiene el mandatario Maduro en el poder “eso tendrá un costo muy grande”, evalúa.
Puede ser difícil, por ejemplo, comercializar el petróleo venezolano. El gobierno “ha estado confiado en que colocará el petróleo, pero en un contexto de continuidad, se podría cortar esa posibilidad”, anticipa. Una prohibición expresa de comerciar con Venezuela, y la amenaza de sanciones a terceros, cambiarían la perspectiva oficial de sumar otros apoyos.
Irán, Rusia, Turquía, China, Bolivia y Nicaragua, a juicio de Romero, no son protectores del gobierno venezolano, sino aliados. En un contexto más complicado para la administración de Venezuela, ¿qué sucedería con esas naciones? “El gobierno no puede esperar mucho de Nicaragua, salvo el compromiso ideológico. Rusia está ocupada con el conflicto con Ucrania. China trata de ser neutral, e Irán y Turquía no pueden ir más allá de lo que han hecho”.
Pese a esta reflexión, no se puede dejar de lado que, en el contexto de la Cumbre de los Brics celebrada en Kazán, el mandatario ruso Vladimir Putin dio un espaldarazo a Maduro.
“El patio trasero”
Mucho se puede especular sobre los objetivos de la presencia de Rusia en América Latina: economía, política e, incluso, la edificación de un nuevo orden mundial. Medios de comunicación, diplomacia y otros ingredientes forman parte de esa ruta. Todo un reto para una zona dominada por los intereses estadounidenses.
Justamente las presiones lideradas por EEUU podrían golpear la administración Maduro con mayor fuerza en 2025, a pesar de la promesa de ser un proveedor confiable de petróleo, estima Romero.
“América Latina es el patio trasero de Estados Unidos. Rusia y China están presentes en la región, pero no dominan. El principal socio de Brasil es China, pero no se puede confundir la presencia económica con una presencia militar que pueda retar a Estados Unidos”, subraya.
Rechaza que la posición estadounidense sea “hacerse la vista gorda”, e insiste en que la conducta de Venezuela tiene un límite. Ante la amenaza nuclear más que latente, y la advertencia de Rusia de usar armas nucleares si el conflicto escala, el gobierno venezolano se vería en dificultades. “Venezuela hace alarde de su alianza con Rusia, pero se vería en problemas si hubiera un conflicto que llevara a la detonación de bombas nucleares; tendría que asumir los costos de aliarse militarmente con Rusia”. Advierte Romero que una exigencia de Rusia a Venezuela en este contexto implicaría un riesgo muy grande para una región libre de armas nucleares.
¿Y Naciones Unidas?
La visión general de Emilio Useche es que hay un nuevo reparto del mundo, “un nuevo orden mundial en el cual Venezuela seguirá teniendo el mismo papel de país extractivista, de proveedor de petróleo para el Norte global”. En ese escenario, el gobierno venezolano puede sortear las críticas y seguir navegando.
Para Carlos Romero, ni la secretaría general de Naciones Unidas ni el Consejo de Derechos Humanos pueden hacer mayor cosa para desanudar el conflicto en Venezuela. “Los organismos de Naciones Unidas han dado sus informes, pero han sido rebotados por el gobierno”, remarca.
En cambio, considera que el Consejo de Seguridad sí puede tener una participación más activa “a pesar de los vetos y la debilidad”.
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