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Parlamentarias 2005: Crónica de una abstención esperada

Tomada de emersonbarradas.blogspot.com

Andrés Cañizález

05.11.24

La abstención como estrategia política para hacer frente a un chavismo que tras el referendo de 2004 extendía su dominio sobre el país, estaba en el firmamento mucho antes del 4 de diciembre de 2005, cuando se celebraron las elecciones parlamentarias. Si bien había transcurrido más de un año del referendo, en el cual Hugo Chávez fue reelecto de forma nítida, seguía flotando en el imaginario opositor la tesis de que en aquella consulta había ocurrido un fraude, una trampa tan sofisticada que no hubo nunca manera de probar, a decir verdad.

Aunque en general se daba por un hecho que los factores de oposición no concurrirían a las elecciones legislativas, se intentó elevar cierto dramatismo mediático y el anuncio formal se dejó para último momento. Fue el 29 de noviembre de 2005 cuando Acción Democrática (AD), el partido socialcristiano Copei y Proyecto Venezuela, una escisión de este último  encabezada por Henrique Salas Römer en Carabobo, le dijeron a la sociedad que finalmente llamaban a no votar y que retirarían sus candidaturas a la Asamblea Nacional.

Cuando se mira en retrospectiva aquella estrategia es difícil validarla. Se abandonaba la ruta electoral bajo el supuesto de que una alta abstención le quitaría legitimidad al Parlamento que resultase electo. Existían, sí, suficientes evidencias del ventajismo y la cancha electoral inclinada para favorecer a los candidatos a diputados del chavismo, designados a dedo por el propio Chávez, pero dejarle el poder legislativo por completo a los seguidores de la Revolución bolivariana, como se le llamaba entonces al proceso político, terminó siendo un terrible bumerán.

En los años que siguieron, el chavismo usó el poder absoluto en la Asamblea Nacional para construir un tejido legal a su medida, poner a sus fieles al frente del resto de poderes públicos y socavar, aún más, la institucionalidad democrática. Aunque en 2006 se regresó, con muchas contradicciones a la lucha electoral, en verdad el chavismo se consolidó no sólo por su apuesta de tener todo el poder, sino también por estrategias opositoras que le allanaron el camino hacia ese objetivo.

Todo el parlamento para el chavismo

Las elecciones se celebraron el 4 de diciembre de 2005 y apenas el 25,26% de los venezolanos con derecho a voto acudió a las urnas. Tal como lo reseñó un editorial de la revista SIC entonces, la cifra tan baja de participación era también una derrota para el propio poder de Chávez, ya que en las semanas previas se aplicaron diversas medidas de presión para ejercer el voto: llamadas a través de los centros de trabajo en el Estado, recordatorios a quienes eran beneficiarios de programas sociales, una persistente propaganda en los medios de comunicación gubernamentales. SIC estimaba que sólo un 15% de los votantes sufragó por convencimiento.

De los 167 curules en disputa, todos quedaron ocupados por diputados que decían defender el proyecto de cambio liderado por Hugo Chávez. Aún el gobernante no había enarbolado la bandera del socialismo del siglo XXI y entonces privaba un discurso de corte nacionalista y de revancha hacia la clase política tradicional. El Movimiento V República obtuvo 114 diputados, con lo cual por sí solo hacía la mayoría necesaria, Podemos se hizo con 15 curules, otras 11 para Patria Para Todos (PPT) y 8 para el Partido Comunista de Venezuela (PCV).

Sobre el tema de la revancha política, tan presente en el discurso del chavismo a lo largo del tiempo, Arturo Sosa ripostaba en su condición de historiador político de Venezuela, con una importante precisión: “el Pacto de Puntofijo, del cual pretende hacerse una caricatura, constituye uno de los esfuerzos más importantes en la historia política venezolana de construir legitimidad democrática a través del diálogo y la negociación”.

Gracias a las llamadas morochas, que potenciaban la influencia del grupo mayoritario, el MVR se vio favorecido, ya que obtuvo el 68,2% de los cargos legislativos con el 47% del total de votos. Aquel mecanismo, implementado para sobrerrepresentar al chavismo electoralmente y perjudicar a la oposición, terminó afectando en aquel 2005 a los partidos minoritarios que igualmente apoyaban a Chávez.

Las elecciones parlamentarias, signadas por la ausencia de candidatos opositores y una gran de votantes, tuvieron diversas interpretaciones por parte de académicos del campo de la ciencia política y la sociología.

Natalia Brandler, por ejemplo, apuntaba que más que una desafección con el sistema electoral, en las parlamentarias de 2005 había ocurrido una suerte de protesta democrática. Sin embargo, esta tesis, aunque válida, no pudo ser demostrada con evidencia amplia, ya que la autora hizo un trabajo de campo limitado. Tampoco persistió en el tiempo un discurso opositor que enarbolara esa ausencia en las urnas como una clara estrategia prodemocracia.

La autora revisó los hitos de la abstención y sin duda aquellas parlamentarias quedaron como un registro histórico. No sólo era la ausencia de votantes más alta desde que Chávez ocupaba el poder, sino que el registro que le seguía era de 1995, con una abstención de 53,85% en las elecciones para asambleas legislativas regionales y concejos municipales.

Por su parte, Dick Parker realizaba un recuento pormenorizado de las contradicciones en el seno opositor, en torno a la estrategia a seguir para hacer frente al chavismo. Si bien el autor no cuestionaba los excesos que ya se hacían notables, y que la revista SIC en aquel entonces documentaba, aporta un marco para entender el clima que prevalecía y que genéricamente hemos conocido como los años de la polarización. Para Parker el meollo del asunto era que gobierno y oposición tenían visiones encontradas sobre lo que entendían por democracia.

La consolidación del modelo

Más allá de la inefectividad de la estrategia opositora, de no presentarse en las elecciones parlamentarias de 2005, ciertamente había una serie de señales que daban cuenta de la conformación de un nuevo modelo de poder, distinto al pacto del bipartidismo que protagonizaron AD y Copei, entre 1958 y 1998.

“Todos los poderes del Estado se han ido concentrando bajo el mando único del presidente Chávez y sus partidarios”, sentenciaba el entonces director del Centro Gumilla, Francisco José Virtuoso. Precisamente este comprometido jesuita participaba en aquel momento en la iniciativa Ojo Electoral y desde allí planteaba una serie de recomendaciones para recuperar la confianza en la ruta electoral. Según una encuesta en 2005 de la firma Hinterlaces, una firma que no se puede catalogar de antichavista, un 67% de los consultados desconfiaba del Consejo Nacional Electoral.

Para Virtuoso resultaba indispensable, tras el fracaso que habían constituido las elecciones parlamentarias de 2005, elegir una nueva directiva del CNE con procedimiento “estrictamente apegado a lo que establece la Constitución Nacional”. Asimismo, consideraba como necesario ampliar los mecanismos de control social y auditoría sobre el registro electoral y, no menos importante, regular de manera estricta el uso de recursos públicos en gastos de propaganda y campañas electorales.

Por su parte el jesuita Arturo Sosa, quien en ese momento era rector de la Universidad Católica del Táchira (UCAT), alertaba tempranamente sobre los riesgos del totalitarismo. Era una perspectiva polémica, ya que en aquel momento no existían coincidencias sobre si la naturaleza del chavismo era o no totalitaria.

“Cuando la mayoría se comporta como totalidad, es decir, prescindiendo de la existencia de las minorías, con la excusa que sea, el régimen político deja de ser democrático para convertirse en totalitario, aunque, por la fuerza, ostente títulos democráticos”, apuntaba Sosa.

@infocracia

Fuentes

Brandler, Natalia (2006). “La abstención en Venezuela: ¿desafección o protesta democrática?”. En: Politeia. vol. 27, N° 37. pp. 89-122.

Centro Gumilla (2005). “Editorial: Hay que atender y defender el voto”. En: SIC. N° 680. pp. 436-437.

Centro Gumilla (2006). “Editorial: Un apoyo escuálido”. En: SIC. N° 681. pp. 2-4.

Parker, Dick (2006). “Las elecciones de diciembre de 2005 y la cuestión democrática”. En: Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. vol. 12, N° 3. pp. 13-52.

Sosa, Arturo (2006). “La legitimidad democrática y el futuro de Venezuela”. En: SIC. N° 681. pp. 9-17.

Virtuoso, José (2006). “Elecciones o plebiscito presidencial”. En: SIC. N° 681. pp. 6-8.  

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