
Tomada del país
En las últimas semanas hemos tenido acceso a algunas investigaciones cualitativas y cuantitativas que indican que, a pesar de que desde el gobierno se ha intentado promover la tesis de “pasar la página”, la mayoría de los venezolanos comparte la expectativa de que un cambio político es aún posible y no se han rendido. Otro dato que no deja de sorprendernos, considerando todo lo que ha ocurrido después de la elección presidencial del 28 de julio, es que la confianza en María Corina Machado, como líder política, y en Edmundo González, como presidente electo, sigue intacta. Asimismo, el 10 de enero de 2025 surge como un nuevo hito, comparable al 22 de octubre de 2023 y al 28 de julio de 2024, no necesariamente como el fin de la historia, sino como una nueva etapa de la lucha por un cambio político, con grandes expectativas sobre la convocatoria del liderazgo político
Benigno Alarcón Deza
25.11.24
Si bien es cierto que el 28 de julio no se logró el objetivo del cambio político que viene exigiendo el país, eso no significa que el venezolano decidió “pasar la página”, de hecho, hay un importante rechazo hacia esta expresión.
Esto es lo que se desprende de los resultados de estudios cualitativos y cuantitativos que coinciden con resultados donde se refleja que entre los opositores sigue dominando una amplia mayoría que cree que Edmundo González Urrutia sí se va a juramentar el 10 de enero, o en los días siguientes al inicio del periodo presidencial.
Antes de las elecciones se observaba un estado de ánimo muy comprometido con la elección porque había la certeza de que el candidato abanderado por la oposición iba a ganar, esa actitud se mantiene intacta, a pesar de todos los acontecimientos derivados del anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE), que atribuyó el triunfo al candidato oficialista, y la ratificación del resultado oficial por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Sin embargo, para sorpresa nuestra y quizás de muchos que aún no lo creen, en esta oportunidad la represión no ha mermado la esperanza ni disposición de la gente. Según los estudios, los ciudadanos saben lo que está ocurriendo y entienden la dimensión y consecuencias de la negativa oficialista a aceptar el resultado de la votación popular y de la imposición “por las buenas o por las malas” de un nuevo período presidencial de Maduro, por lo que la disposición a continuar exigiendo que se respeten los resultados sigue firme.
Asimismo, la gente considera que toda la presión internacional que se pueda ejercer en favor del cambio político es relevante y se valora altamente. Y aunque los estudios fueron hechos antes de las elecciones en Estados Unidos, es predecible la incidencia que el triunfo de Donald Trump puede haber tenido en las expectativas de cambio de una población que, incluso en las comunidades más pobres, está mucho mejor informada de lo que podríamos imaginar gracias a las redes sociales, lo que explica la arremetida del gobierno contra todos los medios de información que no controla, como WhatsApp, TikTok y X.
Confianza en el liderazgo
En las respuestas de la gente en las consultas cualitativas y cuantitativas se observa que no hay resignación y se observa con una atención poco común lo que está haciendo la dirigencia en el ámbito nacional e internacional, así como también lo que hacen otros actores políticos y sociales, lo que está teniendo impactos importantes en los niveles de confianza hacia estos, y en las actuaciones de otros gobiernos con relación a lo que sucede en Venezuela. La gente habla abiertamente de estos temas en la calle, en el barrio, en las oficinas, en el transporte colectivo.
La decepción que aún se siente por no haberse concretado el cambio en julio, no se le atribuye al liderazgo opositor que es justificado porque se expresa que se está consciente sobre las dificultades que ha tenido que afrontar la clase política. No haber logrado el cambio político, a diferencia de lo sucedido en oportunidades previas, no ha afectado hasta ahora el liderazgo de Machado ni el apoyo a González Urrutia, aunque la gente sí exige que tiene que haber un plan y lineamientos claros para no perder una nueva oportunidad de cambio. Todo indica que la confianza en el liderazgo ha sido y puede seguir siendo el elemento diferenciador. Adicionalmente, la gente expresa que el triunfo fue posible gracias a la sinergia entre el liderazgo político y las comunidades. La gente se siente corresponsable y empoderada por el resultado obtenido y para que tal resultado traduzca el respeto por la voluntad popular.
Esta visión de integración es la que da cuerpo a las expectativas de cambio, ya que el liderazgo produce confianza y es el responsable de la movilización y la coordinación que nos han traído hasta aquí. Sin embargo, en los estudios cualitativos se observan críticas en cuanto a lo que se percibe como un vacío en la estrategia opositora. No estuvo claro el plan B frente a la represión postelectoral, y sigue sin estar claro qué hacer de cara al 10 de enero. Allí surge el gran desafío para un liderazgo político que ha prometido seguir “hasta el final”.
En las investigaciones se refleja igualmente que la gente sigue pensando en migrar, pero no lo ha hecho en gran escala a la espera del desenlace del 10 de enero. Las proyecciones indican que de no concretarse un cambio político podría producirse un éxodo masivo de proporciones similares a las de 2013, 2014, 2017 y 2018.
En conclusión…
Si bien es cierto que el gran evento político fue el 28 de julio, también está claro que el 10 de enero se convierte en un nuevo hito que es parte de un proceso que se decantará entre una transición a la democracia o la consolidación, de facto, de un autoritarismo hegemónico en el que lo electoral habrá perdido todo valor como instrumento de cambio político.
Las investigaciones reflejan que, por ahora, el gobierno no ha logrado imponer el apaciguamiento, y existen fuertes expectativas sobre la posibilidad de lograr un cambio político en 2025, a pesar de que se ha tratado de impulsar la prédica, desde el gobierno y otros sectores, de que hay que “pasar la página”.
Si bien se considera clave la actuación de la comunidad internacional, los estudios indican que los venezolanos entienden que el cambio no depende solo de la presión internacional, sino de lo que quienes conviven en Venezuela decidan hacer para cambiar su realidad.
Lo que pase o no depende, en gran medida, de las expectativas, y estas de la estrategia comunicada por el liderazgo opositor, principalmente por María Corina Machado, quien concentra hoy en día todo el apoyo y es la llamada a definir, desarrollar, y comunicar esa estrategia.
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