
Tomada de redmas.com.co/
Benigno Alarcón Deza 17.03.25
En los momentos más oscuros de la historia, cuando los derechos fundamentales han sido arrebatados y la libertad coartada, la democracia se erige como una esperanza, como un ideal que no solo busca garantizar la igualdad entre los ciudadanos, sino también abrir las puertas hacia el desarrollo personal y colectivo. Para los venezolanos, este ideal no es una abstracción, sino un anhelo profundamente arraigado en el corazón de un pueblo que ha enfrentado años de crisis política, económica y social. La lucha por la democracia en Venezuela no es solo un desafío político: es una reivindicación moral, un acto de resistencia basado en la creencia de que la libertad y la justicia son derechos inalienables.
La democracia es mucho más que un sistema político. Es un principio ético que permite la convivencia pacífica, fomenta la igualdad de oportunidades y abre caminos hacia una sociedad más justa. Estos valores son esenciales para el futuro de Venezuela y de cada ciudadano. Por ello, todos y cada uno de nosotros, sin importar nuestra condición individual, tiene un papel fundamental que desempeñar en el renacimiento democrático de nuestro país.
El principio ético de la democracia: Igualdad para todos
La democracia se basa en el principio de igualdad, un valor que trasciende las diferencias individuales y reconoce el derecho de cada persona a estar protegida por un Estado de derecho que aplica a todos por igual, así como el derecho de participar en la vida política de la nación. Este principio es mucho más importante en contextos de crisis, como el venezolano, en donde las desigualdades por razones políticas o sociales tienden a agravarse y la exclusión se convierte en un obstáculo adicional para el desarrollo político, social y económico, tanto personal como colectivo.
En Venezuela, donde la pobreza ha alcanzado niveles alarmantes y la emigración masiva ha desarraigado alrededor de ocho millones de personas de su tierra natal, este principio de igualdad adquiere una relevancia particular. En una democracia sana, cada ciudadano tiene el mismo peso, la misma voz, sin importar su educación, su poder adquisitivo o su lugar de origen, e incluso si vive fuera del país. Esto no solo fortalece el tejido social, sino que también empodera a las personas, recordándoles que su participación cuenta y es indispensable para construir un futuro mejor.
El filósofo John Dewey afirmaba que “la democracia comienza en casa”, refiriéndose a que no solo es un sistema político, sino también un conjunto de valores que debe ser practicado en nuestras interacciones cotidianas. En este sentido, la democracia no se limita al acto de votar; también se manifiesta en la forma en que tratamos a los demás, en cómo respetamos opiniones contrarias y en cómo defendemos los derechos de quienes más lo necesitan. Para Venezuela, recuperar estos valores éticos será crucial para reconstruir la convivencia ciudadana, así como su tejido social y político.
La democracia como garante de la libertad
La relación entre democracia y libertad es inseparable. Como sistema político, la democracia garantiza libertades fundamentales como lo son el derecho a expresarse, asociarse y reunirse, la libertad de prensa y de pensamiento, así como el derecho a participar en la vida política del país. Sin libertades como estas, la voz de los ciudadanos queda silenciada, y sus derechos, relegados. En Venezuela, donde estas libertades han sido gravemente restringidas, la lucha por la democracia es también una lucha por recuperar la posibilidad de pensar, hablar y decidir sin temor a represalias.
La libertad es esencial para el desarrollo personal y colectivo. Sin libertad de expresión, no puede haber un debate público que permita el intercambio de ideas y propuestas necesarias para resolver los problemas de nuestra sociedad. Sin libertad de prensa, los ciudadanos no tienen acceso a la información que necesitan para tomar decisiones. Sin libertad de pensamiento, se sofoca la creatividad y la innovación, elementos esenciales para el progreso humano.
Para los venezolanos, restablecer estas libertades es un paso fundamental hacia el renacimiento de la nación. No se trata solo de un cambio político, sino de una transformación profunda que permita a cada individuo desarrollarse plenamente, sin las cadenas que hoy limitan sus posibilidades. Como dijo Franklin D. Roosevelt, “la democracia no puede tener éxito a menos que quienes elijan a sus líderes estén preparados para elegir sabiamente”. Esto requiere no solo acceso a derechos fundamentales, sino también un compromiso ético con la verdad y la justicia.
El desarrollo individual como pilar del progreso colectivo
La democracia no solo se enfoca en las instituciones o en los procesos electorales; también busca crear las condiciones para que cada individuo pueda alcanzar su máximo potencial, no para hacerlo cada vez más dependiente de las dádivas del gobierno. Un sistema democrático fuerte fomenta la educación, la igualdad de oportunidades y el respeto por las diferencias, elementos que son esenciales para el desarrollo individual. En Venezuela, donde el acceso a la educación, la salud y el empleo se ha visto gravemente afectado por políticas que han buscado hacer al ciudadano menos independiente y más condicionado a las ayudas del Estado, la restitución de la democracia es clave para abrir caminos hacia un desarrollo personal más pleno, que nos permita tener ciudadanos libres.
La filósofa Martha Nussbaum, en su teoría de las capacidades, argumenta que una sociedad verdaderamente democrática debe garantizar que cada individuo tenga las oportunidades necesarias para desarrollar sus habilidades y talentos. Esto incluye no solo derechos políticos, sino también acceso a condiciones materiales y sociales que permitan a las personas vivir vidas dignas y significativas. En un contexto como el de Venezuela, donde la crisis ha limitado severamente estas oportunidades, la reconstrucción democrática será esencial no solo para restablecer el orden político, sino también para devolver a las personas la posibilidad de soñar, aprender y crecer.
Los venezolanos como agentes de cambio
Cada persona, con su voto, con su voz, con su presencia en las calles o en las redes sociales, tiene el poder de contribuir al renacimiento democrático de Venezuela. Esta participación no solo fortalece las instituciones democráticas, sino que también crea un sentido de comunidad y propósito compartido, elementos esenciales para superar los desafíos colectivos.
El activista y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, dijo una vez que “si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. Este recordatorio es especialmente relevante para Venezuela, donde la neutralidad o la apatía, así como el reacomodo de algunos actores políticos y sociales que decidieron entregarse a los brazos de quienes nos gobiernan con tal de poder seguir haciendo negocios o disfrutando de espacios para hacer política, pueden ser los responsables de perpetuar un sistema que oprime y silencia a la mayoría. Cada acto de participación en favor de la democracia, por pequeño que sea, es un paso útil hacia el cambio político del que todos, sin excepción, somos responsables.
Conclusión: Un camino hacia la esperanza
La democracia no es un regalo, sino una conquista que requiere esfuerzo, compromiso y coraje. Para los venezolanos, este es un momento de reflexión y acción. Es un momento para recordar que la democracia no solo garantiza derechos políticos, sino que también abre puertas hacia la libertad, el desarrollo y la justicia. Es un principio ético que nos recuerda que todos somos iguales, que todos tenemos algo que aportar y que todos merecemos un futuro mejor. La responsabilidad de esta lucha es de TODOS.
A pesar de los desafíos, la historia está llena de ejemplos de pueblos que han superado la opresión y han reconstruido sus democracias desde las cenizas. Venezuela no será la excepción. Con unidad, esperanza y un compromiso inquebrantable con los valores democráticos, el pueblo venezolano puede y debe recuperar su libertad y su dignidad. Como ciudadanos, somos responsables no solo de imaginar un futuro mejor, sino de construirlo juntos.
Categorías:Carta del Director, Destacado, Opinión y análisis






Escúchalo aquí


























