Opinión y análisis

Ajá Ajá Sacalapata lajá

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Diapositiva3Por: Mercedes Martelo / Jueves, 13 de marzo de 2014

En una sociedad que se ha quedado sin instituciones para dirimir sus diferencias, ni articular sus intereses, ni generar, discutir e impulsar políticas en beneficio de todos los habitantes del país a corto, mediano y largo plazo, los estudiantes se han convertido en una gran pancarta pública nacional donde reflejar el descontento y las angustias de los diferentes sectores, cual si estuviéramos en la Venezuela de Gómez. ¡Como hemos retrocedido! ¡Salve a los estudiantes!

El título de nuestro escrito de hoy no constituye una fórmula de palabras mágicas tipo conjuro ¿o quizás si?. Se trata de la famosa expresión utilizada por los estudiantes universitarios de la generación del 28, en sus primeros intentos de rebelión contra la tiranía gomecista que ya acumulaba veinte años de férreo control político en la vida nacional. No sólo la frase en sí misma, sino la forma de gritarla, constituyó una herramienta comunicativa entre los dirigentes juveniles para transmitirse valor e infundir confusión en los gendarmes de la dictadura, y llegó a convertirse en una expresión de identidad entre los estudiantes, de las luchas estudiantiles por la democracia y la modernización del país.

Se trata de una especie de canto en clave de “a” como se aprecia en el relato de Miguel Otero Silva en la famosa novela “Fiebre” [1]

“Grita la voz: -¡Alá y Balaja! ¡Sigala y Balaja! Y el coro responde: -Sacalapatalajá!
Grita la voz: -¡Sigala y Balaja! Y el coro responde: -Sacalapatalajá!
Se mezclan al fin las voces del coro y la voz dirigente en una acelerada algarabía:
-¡Y Ajá! ¡Y Ajá! ¡Y Sacalapatalajá!
-¡Y Ajá! ¡Y Ajá! ¡Y Sacalapatalajá!
-¡Y Ajá! ¡Y Ajá! ¡Y Sacalapatalajá!”

La manifestación a viva voz de esta retahíla de palabras sin sentido molestaba especialmente a las autoridades. “Al general Gómez, por ejemplo, le temblaba el bigote cuando resonaba en sus oídos el Sígala y Balaja, saca la pata lajá. Alá y Balajá. Saca la patalajá, y ajá y ajá, que entonaban los valientes estudiantes que enfrentaban la más feroz tiranía del siglo XX venezolano. El 6 de febrero de 1928, un festivo día de Carnaval, el aparente homenaje de los estudiantes a la reina Beatriz se convirtió en un grito de libertad, en una protesta abierta contra la tiranía de Gómez” [2].

Las autoridades encarcelaron a los bachilleres que pronunciaron discursos contra la tiranía de Gómez. Otros 200 estudiantes se entregaron en solidaridad con sus compañeros de las boinas azules (archivo fundación Andrés Mata) http://www.eluniversal.com/aniversario/100/ca4_art_y-se-escucho-el-grit_1229114

Las autoridades encarcelaron a los bachilleres que pronunciaron discursos contra la tiranía de Gómez. Otros 200 estudiantes se entregaron en solidaridad con sus compañeros de las boinas azules (archivo fundación Andrés Mata)
http://www.eluniversal.com/aniversario/100/ca4_art_y-se-escucho-el-grit_1229114

Y se atrevieron los muchachos a desafiar el silencio que parecía eterno, y se atrevieron a desafiar la furia de la autoridad que parecía todopoderosa; irrumpieron en la vida política de manera aparentemente inocente a través de las actividades programadas para la celebración de las fiestas de carnaval.

Claro que en la retórica de la época esto no se veía así tan claramente. El lenguaje de la proclama a Beatriz I, Reina de Carnaval, que ofrecieron los estudiantes por voz de Rómulo Betancourt en el discurso pronunciado el 8 de febrero de 1928 en el Teatro Rívoli en pleno centro de Caracas, es un ejemplo de los subterfugios que era necesario utilizar y está lleno de recursos literarios que difuminan la intencionalidad política en un mar de metáforas para despistar la persecución, como nos muestran estos párrafos:

“Beatriz I de la Universidad, reina y señora nuestra, coronela gallarda de este bravo batallón de muchachos que guardan y acrisolan en su agresivo aislamiento las mejores reservas dinámicas de la patria, a ti va por caminos inéditos mi palabra que no sabe de genuflexiones… Beatriz…: muchacha agreste, nacida en un pueblo de estos llanos nuestros, donde los nietos de los montoneros derrapados y libérrimos gritan su admonición de rebeldía que nadie oye… Mujer leal, ingenuamente abnegada, que se dio toda a la clara misión de ungir con sus piedades nuestras miserias y nuestros dolores republicanos… Cuántas veces un venezolano de estos tiempos, después del minuto de prueba colectiva, ya alejado de la multitud que recibiera sobre su frente el duro latigazo de la barbarie insolente, fue a refugiar en la intimidad piadosa del hogar su rabia amordazada; y fueron entonces manos de mujer las que recogieron en su palma ahuecada el dolor de una lágrima, donde cristalizaron como dentro de un prisma de amarguras todos los dolores de un pueblo que, después de haber estado a la cabeza de América en su más alta ocasión gloriosa, ha venido cumpliendo a pasos de sacrificio los ciclos de una larga expiación!.. Mujer de nuestra tierra: continúa siendo para nosotros -los esforzados paladines de la inconformidad- escudo y atalaya de ensueños, símbolo para el vuelo aquilino de la hazaña y campanada de apremio en la virtualidad alerta de la idea. En cambio, te hacemos, en este diáfano momento de la sinceridad, una promesa lírica. Escúchala atenta, Beatriz I de la Universidad y de Venezuela, y difúndela a lo largo y a lo ancho de tus vastos dominios, ya amanecido el sol que ha de alumbrar la hora definitiva de su destino: Si algún día imperativos de patria nos obligan a exponer a la intemperie de soles y lluvias la lanza historiada que nos legó N. S. Alonso Quijano, será orgullo nuestro conservar intacta en ella la silueta de la «dulce su enemiga» del Manchego, grabado por él -lo afirmo, aun cuando olvidó decirlo el parco biógrafo de sus hechos y hazañas- con un tosco guijarro, en una de sus largas noches meditativas en las soledades de Sierra Morena, después de la segunda salida…” [3]

Ese grupo de jóvenes no era ni mucho menos, homogéneo; contenía representantes de los más disímiles sectores sociales (hijos de familias de arraigo y tradición, hijos de militares, hijos de profesionales liberales, hijos de comerciantes adinerados y menos adinerados y hasta hijos de vecino que a punta de sacrificio lograban llegar a la universidad), así mismo, el grupo albergaba las diferentes corrientes ideológicas que pugnaban por alcanzar la primacía en los albores del siglo XX (comunistas, anarquistas, socialdemócratas, democratacristianos y mezclas incipientes que se convertirían luego en adaptaciones locales). ¿Y qué amalgamaba a un conjunto tan disímil de individuos con diferentes orígenes sociales, posiciones socioeconómicas y políticas para luchar contra el gomecismo? El proyecto de una Venezuela moderna con un gobierno democrático.

Cada cual, por las razones que fuera, concordaba con el deseo de vivir en un país enganchado a las posibilidades del anhelado ‘progreso’ en todos los órdenes: económico, social y especialmente político. Cada cual, por las razones que fuera, soñaba con una Venezuela industrial en vez de agrícola; urbana y con movilidad social en vez de rural-feudal; y por supuesto, con un sistema de gobierno democrático en vez de dictatorial.
Se necesitaron otros 30 años de trabajo de esos estudiantes, convertidos ya en hombres y mujeres integrados en los diferentes campos de la vida profesional a lo largo y ancho del país y se necesitaron más luchas contra la dictadura perezjimenista en los años cincuenta, pero lo consiguieron: la democracia y la modernidad llegaron a Venezuela y se desarrollaron ampliamente a partir de 1958.

Hoy ochenta y seis años después de la entrada en escena de aquella generación del 28, de alguna manera, los nietos de esa noble generación (independientemente de su tendencia política) están presentes en las calles de todo el país; pero no se trata sólo de un grupo de estudiantes demandando cambios al gobierno, sino que también se encuentra el grupo de los que están presentes en las calles pero para expresar su apoyo al gobierno. Es decir, tenemos en las calles a nuestros muchachos enfrentados, reflejando la polarización que se ha implantado entre nosotros para beneficio de otros (¿gobiernos beneficiarios?).

No es éste el espacio para dirimir qué ha pasado en estos ochenta y seis años en nuestra sociedad para dar lugar a que de nuevo los jóvenes venezolanos, ocupen los espacios públicos a fin de expresar disconformidades/conformidades, llegando a convertirse prácticamente en los actores políticos ‘del momento’, ya que por su condición de jóvenes, gozan del aprecio de una sociedad que ve en ellos un mecanismo (a falta de otros) de expresión, y además, revive sentimientos y emociones vinculadas a la heroicidad tan arraigada en nuestras preferencias; los distintos grupos sociales ven en sus muchachos un grupo de jóvenes, valientes, arriesgados, irreverentes, eficaces organizadores de eventos mediante los cuales transmitir sus mensajes de protesta/apoyo respecto al gobierno en funciones.

¿Y qué hacen entonces en el 2014 los estudiantes ocupando las calles en lugar de estar en las aulas? Pues, haciendo honor a su naturaleza rebelde a la aceptación de las ‘injusticias’: protestando. Unos protestan contra el gobierno, otros contra la oposición.

Esto es, haciendo escuchar su desacuerdo con el estado de cosas que están viviendo.

Los que protestan contra la oposición, protestan entre otras cosas, porque no se permite el buen funcionamiento del gobierno; porque se conspira para la eliminación de sus autoridades; porque se siguen órdenes de gobiernos extranjeros que sólo tienen interés en la expoliación de los recursos del país; porque hay que evitar que la oligarquía expulsada del poder gracias a la gestión revolucionaria, pueda volver a reclamar participación en la toma de decisiones, amenazando la irreversibilidad de la revolución; porque hay que defender los logros de la revolución que son sistemáticamente negados por los viejos grupos políticos nostálgicos de su otrora hegemónica posición.

Los que protestan contra el gobierno, protestan por los altos niveles de inseguridad que les coarta la libertad de vivir las experiencias juveniles propias de su edad ya que la criminalidad los acecha en todas partes (no sólo para divertirse, sino para las actividades de trabajo e incluso en los centros de estudio); protestan por las sinrazones observadas en la presión sobre las universidades autónomas a punta de limitarles el presupuesto, para forzarlas al cierre a menos que se dobleguen a ser controladas desde el gobierno, como se ha hecho con las universidades nacionales llamadas experimentales; protestan por las cada vez mayores limitaciones a la libertad de expresión; protestan por la escasez; por la injerencia de otros países como Cuba en nuestros asuntos internos; protestan en fin, para expresar una gran diversidad de angustias y demandas de diversos sectores de la población, que en este momento no tienen mecanismos de expresión y negociación, en virtud de la desestructuración institucional que se ha producido en Venezuela en los últimos quince años.

En efecto, a medida que se ha ido desarrollando la actuación del llamado gobierno revolucionario de la actual República Bolivariana de Venezuela, desde 1999 hasta la fecha, nuestro país ha experimentado un sostenido proceso de desinstitucionalización, esto es, desintegración de las instituciones que se habían ido generando para llevar adelante la modernización de la gestión pública. El más evidente de estos movimientos lo refleja el gobierno revolucionario, al dejar de lado los ministerios como estructura de trabajo gubernamental para dar paso a las ‘misiones’, pero se crearon muchas más misiones que ministerios. Así, hemos estado observando año tras año, que se ha ido creando un entramado de organismos paralelos, se han duplicado instituciones pero con nombres diferentes y se ha complejizado en grado sumo la estructura del Estado, el cual, buscando agilizar procesos sin apegarse a procedimientos y limitaciones legales para acelerar la toma de decisiones, se ha embarcado en una telaraña burocrática que lejos de facilitar la formulación y ejecución de políticas públicas, amenaza con paralizarse bajo el peso abrumador de los crecientes problemas que no encuentran solución.

¿Y qué gritan en sus protestas los estudiantes en el 2014?

En las marchas estudiantiles del siglo XXI se pueden escuchar consignas del siguiente tenor, las cuales evidentemente se expresan en lenguaje de esta época, ciertamente menos metafórico y poético que el de sus antecesores del siglo pasado:

mercedes2

UCV. 12 de marzo de 2014

-¿Quiénes somos? Estudiantes.
-¿Qué queremos? Libertad.

Esta es una de las consignas más repetidas en las marchas de los jóvenes estudiantes, como la del 12 de febrero en Caracas y otras ciudades del país.

Pero también se utilizan muchas otras como -¡Y Ya llegó! -¡Y Ya está aquí! -¡El Movimiento Estudiantil!

E igualmente, -¡No soy Capriles! -¡No soy Maduro! -¡Soy Estudiante defendiendo mi futuro! Y así mismo invitando a otros sectores a incorporarse, -¡Pueblo Escucha! -¡Únete a la lucha! O también, expresando la voluntad de mantener la protesta -¡Y No! -¡Y No! -¡Y No nos quitarán, el derecho a protestar! O rechazando la intervención extranjera -¡Y No! -¡Y No! -¡Y No nos da la gana, una dictadura igualita a la cubana!

Desde las protestas del 12 de febrero en Caracas donde se generaron víctimas mortales que lamentar, se han sucedido numerosas y continuas protestas a nivel nacional, especialmente en los Andes, donde se habían iniciado con anterioridad. Un mes ha pasado y ya el número de fallecidos supera los 25, y se habla de más de 800 heridos y más de 1.200 detenidos.

mercedes3La foto que acompaña este texto corresponde a la concentración para la marcha del 12 de marzo que se había pautado para llegar hasta la Defensoria del Pueblo, pero que nunca llego porque los cuerpos represivos impidieron su salida de la UCV, bajo la aparente excusa de evitar el encuentro con otra marcha de estudiantes a favor del gobierno, que se desarrollaba sin ningún tipo de represión para evitar que se encontrara con la de la oposición.

El movimiento estudiantil tiene a nuestro modo de ver, un gran compromiso en este momento histórico, más allá de su demostrada capacidad para la convocatoria y organización de eventos masivos para la protesta, puede generar un esfuerzo sistemático por canalizar la protesta masiva clásica que es susceptible de ser fácilmente reprimida, hacia otros tipos de protesta más focalizados y específicos respectos a un tema determinado. Por ejemplo, hemos visto una protesta contra la inseguridad que ha colocado en numerosos lugares públicos, bultos representando cuerpos, a manera de cadáveres víctimas de la violencia criminal. También podría el movimiento estudiantil que protesta contra el gobierno, hacer un importante servicio a la sociedad, si se propone y logra establecer canales de diálogo con los grupos estudiantiles que protestan en contra de la oposición, para iniciar el camino hacia la negociación de los nuevos acuerdos que como sociedad necesitamos para recuperar la modernidad perdida y dar el salto a la sociedad del conocimiento que espera por nosotros desde finales del siglo pasado.

Mercedes Martelo
mercedesm2005@gmail.com

REFERENCIAS

[1] M. Otero Silva, Fiebre, Caracas: Libros El Nacional, 2001, p. 253.
[2] O. Lucien, «¡Estudiantes! ¡Estudiantes!,» http://www.opinión y noticias.com, 02 Octubre 2009.
[3] R. Betancout, «Discurso en el Teatro Rívoli el 08 02 1928,» Venezuela Real, 06 06 2007.
Tomado de http://venezuelareal.zoomblog.com/archivo/2007/06/06/sacalapatalaja.html

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