Por: Mercedes Martelo / Jueves, 22 de mayo de 2014
Las emociones sociales, fuente primordial de los conflictos sociales, son todavía muy poco estudiadas y por ende poco conocidas. Cuando se desencadenan, generan fuerzas de inmenso poder que conmueven al conjunto social y esta conmoción puede tener connotaciones positivas de aprendizaje, construcción y evolución, o todo lo contrario. La reconocida polarización existente en la Venezuela de hoy es una muestra de emociones sociales desbordadas y apremia la necesidad de detenerse, reflexionar y retomar el camino de la concordia y la paz en aras de la reconstrucción institucional y social del país.
Polarización política y social
Podemos decir que la polarización política conlleva una concentración de las preferencias u opiniones de los miembros de una sociedad hacia los extremos ideológicos de un tema, y esta concentración genera una separación que va eliminando los puentes de contacto entre las diferentes posiciones que inicialmente no estaban totalmente separadas; de esta manera, se van perdiendo puntos de comunicación y se generan tensiones crecientes por desacuerdos que se van haciendo implícitos por no poder ser tratados explícitamente. Tales tensiones derivadas de la separación de posiciones, a medida que crecen, se desbordan del ámbito político y se expanden por todos los aspectos de la vida social, ampliando las distancias al punto en que pueden llegar a ser insalvables y acarrear conflictos violentos para dirimir diferencias que muy bien podrían resolverse por la vía de la negociación y el acuerdo.
La noción de polo como extremo, se asocia naturalmente con su opuesto, de manera que todo polo tiene su opuesto. Lo curioso e interesante es que no puede existir uno sin el otro ya que se trata de dos partes o secciones de un todo.
Si pensamos en la sociedad como un todo, la polarización política en el sentido descrito, nos lleva a pensar en un proceso que aplica fuerzas disolventes de la unión del todo social, de manera que presionan y generan fracturas o desgarramientos a partir de los cuales se llega a la división o separación definitiva de ese todo en sus dos partes opuestas.
A nuestro modo de ver, algo así es lo que nos ha estado ocurriendo en las últimas décadas con lo cual, los venezolanos estamos experimentando dolorosos procesos de disociación, separación, extrañamiento de nuestros amigos, socios, familiares, compañeros, jefes, etc.
Los venezolanos culpan a la política de este proceso doloroso y buscan soluciones diversas desde el abandono de la conexión con las noticias en particular y la vida política en general, hasta la emigración para buscar ambientes donde desarrollar sus potencialidades con menos presión. Un estudio contratado por la UCAB y realizado por DATANÁLISIS en marzo del 2012 reveló que “el 84,7% de los venezolanos de 18 a 35 años de edad se opone a la extrema polarización política”. La consulta, llevada a cabo entre el 19 y el 28 de marzo arrojó que para la mayoría de los venezolanos (47,4%), la forma predominante de polarización se produce entre chavistas y no chavistas, y no entre ricos y pobres (12,4%) como lo ha intentado hacer ver el Gobierno. Algunas ideas importantes:
• “La psicóloga social y profesora de la USB María Teresa Urreiztieta, señaló que de los números aportados por la medición se concluye que cada vez más los valores de la convivencia plural se imponen por encima de los valores que promueven el conflicto y el sectarismo”.
• “Las tres cuartas partes de la muestra está demandando un camino de construcción en la diversidad, de cultura cívica, y clama por salir del conflicto y la confrontación que por 14 años han mantenido estancado al país”
• “Quienes consideran que el país se divide entre partidarios y no partidarios del PSUV suman 15,8%, lo que ratifica que la fortaleza de la actual administración sigue reposando en la figura de Hugo Chávez, mas no en su partido”.
• “ Además, los que consideran que la dicotomía ideológica entre socialismo y capitalismo es lo que divide a los venezolanos constituyen apenas 11,8%”.
• El hecho es que la polarización política ocupa nuestros espacios y obstruye nuestras relaciones.
Inteligencia Emocional: Un ingrediente necesario
La inteligencia emocional constituye un recurso mental y emocional especial que nos permite trabajar en el reconocimiento o toma de conciencia de nuestras emociones, en el reconocimiento y comprensión de las emociones y sentimientos de los demás, y así mismo en el desarrollo de capacidades para tolerar las presiones y frustraciones derivadas de las complejidades que afrontamos en la vida social actual, en este sentido, proporciona además elementos para potenciar la capacidad de trabajo en equipo y desarrollar la empatía.
Desde mediados de la década de los noventa, se viene desarrollando trabajo conceptual para el manejo de la inteligencia emocional a nivel individual. En 1995, Daniel Goleman, psicólogo de la Universidad de Harvard publicó su libro llamado Inteligencia Emocional, y desde entonces muchas investigaciones se han desarrollado para descubrir el impacto de las emociones en las interacciones humanas de todo tipo.
El profesor Antonio Damasio, titular de la Cátedra David Dornsife de Neurociencia y Neurología en la Southern California University, Director del Instituto de Cerebro y Creatividad, galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2005, es uno de los investigadores orientados a generar conocimiento desde esta perspectiva y conduce un proyecto de investigación para comprender las emociones sociales y su relación con el conflicto social. El reconocido divulgador científico Eduardo Punset nos proporciona en su libro “El Alma está en el Cerebro”, los principales puntos de vista del profesor Damasio.
El profesor Damasio, relata Punset, considera que los sentimientos son ‘escurridizos’ y que constituyen una elaboración de hechos anteriores: las emociones. La importancia de estos conceptos no reside en el modo en que nos afectan como individuos, sino en la medida en que nos afectan como grupo social.
Investigar emociones y sentimientos desde una perspectiva social, es casi una necesidad política para este profesor, y en realidad de esto sabemos bien poco ya que ni las escuelas ni las instituciones se ocupan de su observación y estudio. El profesor Damasio considera fundamental que el conocimiento generado sobre biología neuronal, le llegue a las grandes mayorías, pero especialmente a los políticos para que tengan nuevas herramientas de comprensión y análisis de situaciones.
Las emociones sociales tienen ciclos de movimiento muy rápidos y pueden desencadenar conflictos con relativa facilidad. Se trata de pasiones no controladas cuya comprensión pasa por aceptar que su control no se puede alcanzar solamente desde la razón, sino que es necesario tener la capacidad de generar otra emoción de contraste que debe ser positiva y aún más fuerte.
Punset relata en el citado libro una conversación con el profesor Damasio donde le pregunta: ¿cómo se puede contener una pasión?. La respuesta del profesor plantea la necesidad de recurrir a una mezcla de razón y voluntad que conlleva a la decisión personal, grupal, social, de no dejarse dominar por la pasión; pero además se requiere agregar una importante dosis de emotividad humana para incorporar una emoción positiva más fuerte que la pasión.
Por considerarlo de gran interés transcribimos estos párrafos del citado libro de Punset:
“Hasta hoy se pensaba que las emociones debían reprimirse, que todas las emociones eran ‘malas’. Pero como dice Damasio, tenemos emociones de todos los sabores: buenas, malas y regulares y el objetivo de una buena educación, debería consistir en organizar las emociones de tal modo que podamos cultivar las mejores y controlar e incluso eliminar las peores. Como seres humanos tenemos una capacidad emocional positiva fantástica…pero también somos capaces de hacer cosas terribles. Somos capaces de torturar a otras personas, de matarlas, de desearles todo tipo de males, de conspirar contra ellas…Todo ello, lo bueno y lo malo, es inherente al ser humano: no es que algunas personas sean buenas y otras malas. Usted que está leyendo este libro, y quienes lo rodean, poseen también estas cualidades. Así pues, el objetivo de una buena educación y el objetivo de una sociedad próspera, deberían ser fomentar que se cultive lo mejor de la naturaleza humana y des mismo modo reprimir lo peor.”
Lo importante es reconocer en mi condición y la condición del otro, las semejanzas en cuanto naturaleza humana que se reproducen en el cuerpo social y a partir de esta concepción buscar los puntos de encuentro. Desde esta perspectiva, las fracturas derivadas de la polarización tienen remedio y podemos trabajar en rehacer puentes de conexión entre los venezolano para abandonar el camino de la destrucción institucional, económica, política y social y reencontrar el camino de la evolución social en paz. La sociedad del conocimiento y los nuevos retos del siglo XXI nos esperan.
“Papiiiiita, Maní, Tostón…” Tan sencillo como eso si queremos
No es casual que la película venezolana “Papita, maní, tostón” se haya convertido en estos tiempos de crisis profunda, en la película más vista del cine nacional y que aún se encuentre en cartelera luego de no sé cuantas semanas y además, peleándole a “Titanic” el estrellato de la taquilla local. Hito histórico de nuestro cine sin duda.
Decimos que no es casual porque no se trata de una simple comedia sobre cualquier tema que acertó con las preferencias de un público, que busca en el cine un espacio de descanso y disfrute familiar para desconectarse de tanta presión por la escasez, la inflación, la inseguridad, la tensión política…
Se trata de una película que contiene y refleja elementos fundamentales de la venezolanidad que la mayoría de quienes la hemos podido ver, reconocemos y de inmediato añoramos.
Empezando por el título que nos recuerda tiempos de emoción en el estadio aupando a nuestro equipo (Magallanes en mi caso), mientras el consabido vendedor de papita, maní, tostón y demás golosinas, vociferaba su pregón; también el título llama al recuerdo del narrador deportivo que usaba la expresión ‘papiiita, maní, tostón’ para referirse a un bateador que recibe su tercer out y debe abandonar el terreno
La rivalidad deportiva, sencilla razón para diferir pero también para encontrarse, nos muestra una faceta de nosotros que constituye un importante valor social y que puede constituir un punto de inflexión en el proceso de desgarramiento a que hemos sido sometidos en las últimas dos décadas.
Recordémoslo es muy importante: podemos compartir y hacer vida juntos aunque seamos de equipos contrarios y lo que es más, podemos disfrutar a partir de esa condición y vivir experiencias muy gratificantes que nos proporcionan la alegría de vivir. Este factor de inteligencia emocional puede ser uno de nuestros apoyos para generar resiliencia, es decir, para recuperarnos de los desencuentros, descalificaciones, enfrentamientos, y encontrar el camino de la reconciliación hacia la Venezuela que nos contenga a todos para que llenemos con nuestros vítores el estadio.
Una partida de dominó entre ‘caraquistas’ y ‘magallaneros’, o una pareja de ‘oficialista’ y ‘opositor’ bailando tango, puede ser la chispa que dispare el cambio social que estamos esperando.
¿Seremos los venezolanos capaces de superar la polarización política que nos agobia?
¡Claro que sí, tenemos papita, maní, tostón….!
Mercedes Martelo
mercedesm2005@gmail.com
Categorías:Opinión y análisis
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