Benigno Alarcón Deza – 13 de noviembre de 2015
Los venezolanos apuestan al voto, a pesar de la poca confianza que se le tiene al sistema electoral, porque no se quieren matar. Es responsabilidad del Consejo Nacional Electoral que la gente siga apostando a esta vía para resolver sus conflictos políticos.
Al escribir este artículo, el momento de inspiración no podría ser mejor. Lo hago en el vuelo de regreso de un viaje a Seúl, capital de Corea del Sur, en donde durante cuatro días preguntas, reflexiones y emociones se mezclaron entre los dos extremos del miedo y la esperanza por el destino que pudiese tomar nuestro país, nuestras vidas, nuestro futuro y el de nuestros hijos. Estos sentimientos se exacerban al caminar entre las calles de Seúl, una ciudad moderna, pujante y fascinante, llena de gente extraordinariamente educada y amable, en el que las diferencias culturales no se dejan sentir y la gente vive en paz y aspirando a perfeccionar una sociedad con la que la gente, como en casi todas partes, no está conforme, pero que supera en mucho los estándares de vida de casi todos los países del mundo.
Seúl es un lugar en donde se respira en cada detalle un nivel muy alto de calidad de vida, en donde las preocupaciones por las necesidades básicas (seguridad, alimentación, salud, vivienda, educación y trabajo) no existen porque están completamente garantizadas: Todo el que quiere estudia y/o trabaja, una parte muy grande de la población tiene vivienda propia comprada con sus propios ingresos, a nadie la preocupa la inseguridad porque es casi inexistente, y todo el mundo goza de niveles muy altos de consumo a pesar de que nada es barato, pero los ingresos son suficientes para cubrir necesidades básicas y mucho más.
En contraste, Corea del Norte, que no es más que parte de un misma sociedad dividida hace algo más de cincuenta años, como lo fueron las dos Alemanias después de la Segunda Guerra Mundial, se encuentra sumida, gracias al gobierno irresponsable del heredero de una de las dictaduras más terribles del mundo de hoy y por cuestiones de la ruleta desgraciada del destino, en la más absoluta miseria, transformada en un campo de concentración que reúne a 180.000 presos políticos, y con una población domesticada para sobrevivir sin esperanza y sin atreverse a hacer nada para tratar de cambiar una vida sin sentido ni futuro.
En medio de las realidades contrastantes de una misma sociedad dividida artificialmente en dos países cuyas realidades son el resultado de vivir bajo dos regímenes políticos opuestos, uno totalitario y retrograda, el otro liberal, democrático y moderno, asistimos a la VIII Asamblea del Movimiento Mundial por la Democracia, que aglutinó a representantes de más de cien países, principalmente organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, así como activistas que luchan por la democracia en sus propios países y alrededor del mundo. Allí nos reencontramos con luchadores de la talla de Igor Blazevic, checo que en su juventud se inició en la lucha democrática al lado de Vaclav Havel, y quien hoy pasa la mayor parte de su tiempo en Birmania apoyando a los movimientos democráticos liderados por la premio nobel Aung San Suu Kyi, cuyo movimiento político acaba de ganar las elecciones del pasado 22 de Noviembre después de cincuenta años de lucha y prisión.
Justamente mientras comenzaba a pensar sobre como plasmar en este artículo esta marea de sentimientos, tocó a mi amigo Igor Blazevic el enorme y envidiable honor y orgullo de entregar el tributo al coraje por la lucha democrática a una de sus discípulas, a una chica de 27 años que representa a los defensores de Derechos Humanos de Rohingya, a la que él educó e inspiró para continuar su lucha por la democracia y los derechos humanos, después de que el salvaje régimen que lo gobierna desde 1959 le hubiese robado 7 años de su juventud manteniéndola en prisión. En la cena de gala del pasado miércoles esta joven recibió de manos de Igor, a quien ella llama su Maestro, lo que implica un enorme respeto sobre todo considerando que Igor es un occidental, el premio al coraje democrático, máxima distinción otorgada por el Movimiento Mundial por la Democracia, junto a otro joven de apenas 22 años, que forma parte de la ¨Revolución de las Sombrillas¨ que lucha por elecciones libres en Hong Kong.
Lo que seguramente muchos no saben, es que los venezolanos ya recibimos este reconocimiento en la Asamblea del año 2009 en Jakarta, capital de Indonesia, gracias a la lucha emprendida por el Movimiento Estudiantil que, tras una serie de protestas pacíficas que se iniciaron por el cierre de RCTV y cuyo símbolo fueron las manos blancas, logro la movilización de la sociedad venezolana para derrotar electoralmente, por primera vez, al gobierno de Hugo Chávez en el referéndum del 2007. Toca hoy preguntarnos si Venezuela está hoy preparada para lograrlo nuevamente y retomar el camino democrático.
Ciertamente, la elección del próximo 6 de diciembre es un proceso en donde lo que está en juego es mucho más que la reforma constitucional planteada en 2007. En esta próxima elección el país define el camino a tomar en una encrucijada que lo llevará hacia una autocratización de un gobierno que tiene mucho que perder y en donde lo electoral podría perder todo valor futuro, o el inicio del retorno hacia una democracia cuya consolidación necesitará un esfuerzo enrome en el que ganar la elección es tan solo el primer paso.
Pero para dar respuesta a lo qué se necesita para emprender el camino hacia una transición democrática por la vía electoral retomamos la secuencia de nuestra última entrega en la cual decíamos que la estrategia implica, primero, ganar las elecciones, lo cual, según todos los estudios de opinión pública, es posible, y después defender los resultados electorales. Ambos objetivos implican, irremediablemente, la socialización del proceso, o sea una muy alta participación y compromiso de la sociedad, y una estrategia que debe considerar tres momentos: El período pre-electoral y de campaña, el día D o de elecciones hasta el anuncio de sus resultados, y el período que va entre el reconocimiento de resultados y la instalación de la nueva Asamblea Nacional. Centraremos las reflexiones de hoy en el período pre-electoral.
En algunos artículos previos habíamos explicado en detalle las tres variables que determinan la viabilidad de una transición democrática por la vía electoral. Estas tres variables son el balance político entre gobierno y oposición, lo que se refiere básicamente a quien tiene mayor apoyo, la existencia de condiciones que permitan una elección en condiciones de integridad, y en tercer lugar el balance entre costos de tolerancia y represión. Al igual que sucede en otras áreas de la vida, la calidad de las soluciones dependerá siempre de la calidad del diagnóstico de cada unas de estas tres variables. Diagnósticos imprecisos generarán siempre respuestas que, en el mejor de los escenarios, no solucionaran el problema, y en el peor pueden incluso agravarlo. En tal sentido, las decisiones sobre estrategia demandan siempre una comprensión realista y descarnada de la realidad que se pretende cambiar, y no una interpretación acomodaticia y conveniente de la misma.
Poniendo entonces los pies sobre la tierra, una estrategia pro-democrática debe partir de la evidencia sobre lo que es y serán las condiciones bajo las cuales Venezuela irá a su próxima elección. En este sentido, es importante comenzar por reconocer que el actual proceso electoral es el menos libre, justo, transparente y competitivo que hayamos tenido desde la llegada de Chávez al poder en 1998,. La ausencia de Chávez sumada a la importante reducción de la renta petrolera quitan al partido de gobierno sus dos principales ventajas competitivas e invierten el tablero del balance político a favor de la oposición, por primera vez en 16 años, lo que ha obligado a quienes nos gobiernan a preocuparse por las consecuencias de una debacle no solo económica sino también electoral que está a la vista.
En muchas oportunidades los partidos de oposición han cometido el gravísimo error de subestimar el grave efecto que las condiciones electorales tienen sobre la posibilidad de lograr el cambio político por la vía electoral, o han preferido no hablar del tema públicamente por el temor a que ello pueda aumentar los niveles de abstención entre sus propios votantes. La experiencia de otros países y la nuestra propia dicen algo totalmente distinto. En la elección presidencial de Octubre de 2012 entre Capriles y Chávez, la oposición decidió no hablar sobre las condiciones electorales ni sobre el comportamiento del Consejo Nacional Electoral (CNE). Pocos meses después, en abril del 2013, el candidato Capriles decidió cambiar de estrategia, reconocer los problemas y encarar al CNE. El resultado no fue un aumento de la abstención sino por el contrario un aumento de la participación y la disposición de la gente a defender su voto, situación que el liderazgo opositor no supo cómo manejar porque la necesidad de defender resultados fue siempre un escenario que la oposición, apostando a una transición sin traumas, prefirió convenientemente ignorar, error que hoy, con base en la experiencia reciente, no podría permitirse nuevamente. Es así como reconocer y denunciar los problemas de nuestro sistema electoral, y prepararse para la defensa de la voluntad expresada en el voto, no tiene porque traducirse en abstención, sino por el contrario en una participación mucho mayor y más pro-activa de la ciudadanía. Sin la socialización de la lucha democrática y la participación de todos los sectores del país, los partidos políticos no podrán jamás superar la actual coyuntura política y redireccionar al país hacia la construcción de una nueva democracia.
Como evidencia de ello hemos corroborado, a través de los diferentes estudios de opinión realizados por nuestro Centro de Estudios Políticos, la tendencia hacia un aumento en la disposición a votar al mismo tiempo que la confianza en el Consejo Nacional Electoral se desploma a sus niveles más bajos (64% de los electores decían confiar poco o nada en el CNE mientras el 85% dice estar dispuesto a votar). Recuerdo que durante la presentación de nuestro último estudio ante los representantes de las organizaciones de observación electoral del Acuerdo de Lima alguien preguntaba sorprendido si tal contradicción entre tendencias no sería un error del estudio, a lo cual una de las participantes respondía que ella no veía contradicción alguna en tales números, que lo que decían claramente es que las personas apuestan a la vía electoral, a pesar de la poca confianza que le tienen, porque no se quieren matar. Esa conclusión, que nos impactó de manera especial, ha sido la idea que nos motiva a seguir luchando desde lo que hemos llamado el Proyecto Integridad Electoral, pese a las muchas frustraciones de ver cómo el Consejo Nacional Electoral juega en contra de la integridad electoral y de la generación de confianza, porque este no es un proyecto al servicio de una parcialidad política, sino uno cuyo centro es el respeto por la voluntad de la gente y el único camino para preservar la gobernabilidad y la paz del país.
A tal fin, resulta esencial que partidos, organizaciones de la sociedad civil, y ciudadanos se empoderen involucrándose en este proceso mucho más allá del esfuerzo mínimo de ir a votar. Resulta fundamental que el ciudadano vigile, denuncie y demande respuestas ante las irregularidades de este proceso, que son ya evidentes desde la pre-campaña misma, en la que se usan abundantes recursos públicos o de origen desconocido para hacer campaña a favor del partido de gobierno o para confundir a los electores que se oponen a la continuidad con tarjetas y mensajes que tratan de desviar y diluir la expresión de su voluntad. Es importante que los ciudadanos echemos el resto en este proceso educando a otros, dándoles la información correcta sobre las diferentes alternativas, desmontando los mitos sobre el secreto del voto que buscan manipular y presionar a quienes dependen del Estado en alguna forma, motivando la participación, organizándonos para dar apoyo el día de la elección a quienes necesiten de nuestra ayuda para poder votar, bien sea facilitándoles el traslado a sus centros, dándoles apoyo a quienes pasaran largas horas en cola, o cuidando a niños, ancianos o personas enfermas que no pueden quedarse solas, participando como testigos y contralores del proceso, denunciando, documentando y demandando los abusos de funcionarios o cualquier otra persona el día de la elección a través de sistemas como el de ¨El Guachimán¨, haciendo acto de presencia en las auditorias ciudadanas que se hacen al cierre del proceso para que se hagan de acuerdo a lo establecido en la Ley, y estando pendientes y dispuestos a participar en las iniciativas a las que el liderazgo democrático convoque antes, durante, o después del proceso electoral. Asimismo es importante que esta voluntad de empoderamiento se vea acompañado por las expresiones de un liderazgo político coherente y responsable que tiene el deber trascendental de ponerse al frente de este gran proceso de movilización nacional, y no simplemente sentarse a esperar de manera indecisa, cual surfistas inexpertos, la mejor ola que los lleve sin peligro a la orilla. Si Usted está entre quienes aspiran a tener un rol trascendental en este país, este es su momento, el momento para el que ha trabajado todos estos años, pero si Ud. no esta presente hoy o no sabe que hacer, por favor deje los espacios de liderazgo a quienes puedan dirigir el cambio que el país aspira y al que tiene derecho.
Un proceso de empoderamiento y movilización de tales características tiene la virtud de generar expectativas positivas en toda la población sobre las posibilidades de un cambio político por la vía electoral, que es lo que la gente en el fondo desea. Estos son procesos que se refuerzan a si mismos y se retroalimentan de manera positiva, tal como sucede con la profecías auto-cumplidas. A mayores expectativas, mayor movilización política y electoral, y a mayor movilización política y electoral, mayores posibilidades de que se produzca un resultado positivo. Asimismo, este circulo virtuoso origina otro efecto positivo del cual hemos hablado en muchas oportunidades, y es el aumento del costo de la represión. En muchos países hemos visto como la desmovilización social ha sido el caldo de cultivo sobre el que han germinado los fraudes electorales, el desconocimiento de resultados y el mantenimiento del poder por la fuerza. Ante sociedades movilizadas, el fraude, el desconocimiento de resultados, y la represión suelen tener costos inmensos que no todos los actores en el poder están dispuestos a asumir.
Ciertamente, un escenario de empoderamiento y movilización como el planteado puede lucir difícil de materializar en un país cuya sociedad civil está atemorizada y desmovilizada, como es nuestro caso desde hace ya algún tiempo, pero siempre he querido creer que la gente es sabia y sabrá reconocer cuándo es el momento, tal como ha sucedido en otros momentos de nuestra historia. Es tiempo de despertar al León.
Categorías:Opinión y análisis
La religión católica es la que verdaderamente ha sido atacada, pues con ella somos capaces de tener una familia digna, en la cual formamos ciudadanos cn principios y valores cristianos, aptos para cualquier rol en la sociedad. ¿Cómo? Con cuanta ideología pueda inventar el hombre, empezando por impedir so pretexto de libre culto, no oficializarla en la Constitución, de manera que hasta se irrespeta al propio Jesucristo, al tenerla entre miles de opciones, creando confusión a la ciudadanía, con las miles restantes. Así se genera caos aceptando ideologías de genero. ideologías seudocientíficos, con no toques el ambiente, habla verde, etc. etc. Respecto a ésto, el Génesis es claro: «MULTIPLICAOS, HENCHID LA TIERRA, SOBJUDGARLA. Dios Padre en ningún momento, nos dice, adoren a la Madre Tierra y no usen la ciencia y tecnología, como podemos ver en el pasaje anterior.Son medidas maltusianas y reduccionistas. La población toda, mundialmente, se siente inútil, depredadora, de más, porque son sentimientos pesimistas. que intereses creados han generado. Hoy, en vísperas de elecciones, constituye un RETO VOTAR, por todo lo ante señalado. Sólo que el querer sobrevivir, nos obliga a cambiar. Qué sea ese cambio según la voluntad de Dios y no de nosotros.
Virgen Santísima. Ruega por nosotros.
Me gustaMe gusta