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El nuevo CLAP de los superpoderosos

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José Bucete – 15 de julio de 2016

Quiero empezar como terminé la semana pasada. No me sorprende la capacidad de errar del gobierno. Primero, porque todo el mundo es susceptible de equivocación; y segundo, porque es lógico que el gobierno está controlado por seres humanos y las imperfecciones y equivocaciones formen parte del orden del día. Lo que sí sorprende es la capacidad y los niveles de terquedad del gobierno, de no querer reconocer el fondo del problema y tan solo querer atacar la forma del mismo.

Hace escasas semanas atrás el gobierno decidió improvisar una política de abastecimiento de productos. Intentan desarticular y desarmar las cadenas de distribución convencionales para entregárselas a unos fulanos CLAP. Desde ese entonces, estas figuras creadas por el gobierno fueron objeto de campañas para hacer creer a la población que se estaba trabajando en la resolución del problema de escasez de alimentos y el profundo desabastecimiento en todos los rubros. Ministros, gobernadores, alcaldes y hasta el mismo presidente de la República elogiaron dicha iniciativa y prometieron que con estos CLAP el problema de la escasez iba a desaparecer.

Acompañado con los CLAP vinieron talleres, foros y charlas para potenciar la siembra urbana productiva que también fueron ofrecidos como parte de las soluciones, donde todos los ciudadanos nos íbamos a convertir en propulsores y promotores, en agricultores urbanos, para que cada quien fuera capaz de proveerse para sí y su familia los alimentos necesarios y poder prescindir de los centros de compra de alimentos. Con esta iniciativa, vimos como diputados, gobernadores y altos personeros del gobierno aparecían en las redes sociales en sus cultivos, acompañados de sus familias, quienes daban testimonio fiel de que ya estaba cerca el momento de cosecha.

La única verdad es que a pesar de los CLAP y del intento de convertir las áreas urbanas de Venezuela en cultivos que satisfagan las necesidades de alimentación de la población, las colas en todos los establecimientos de distribución y venta de comida crecían de forma exponencial y sin vestigio alguno de que esa realidad en el corto tiempo fuera a cambiar.

El gobierno, al observar que su política nuevamente fracasaba, intentaba ahora acabar el hambre a punta de perdigones, gas del bueno y apresando a todo aquel que se atreviese a protestar por estar cansado de pasar hambre, por estar cansado de hacer colas interminables.

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Bien, el gobierno en su capacidad de no querer leer la realidad y querer imponer por sobre todas las cosas la suya propia, ha inventado un nuevo mecanismo para tratar de solventar el problema. Pero aquí quiero poner el acento para que entendamos algo: el problema no es distribución, porque si no los CLAP, supermercados, abastos públicos y privados, redes de distribución públicas y privadas hubieran podido resolver el problema. Aquí la situación es que el gobierno fracasa y fracasa porque no entiende que no se puede distribuir lo que no hay, y es ahí donde estamos en este momento. Comida no hay, por eso se incrementan los precios de los pocos productos existentes (leyes del mercado), por eso existe el contrabando moderno, los populares bachaqueros, por eso hay miles de personas diariamente peregrinando de mercado en mercado para conseguir el día de su suerte y poder comprar.

En estos días el gobierno nacional, en cabeza del presidente Nicolás Maduro, ha anunciado la creación de un nuevo súper poderoso CLAP, que va a estar al mando y supervisión del Ministro de Defensa, General Padrino López. Para demostrar el fracaso del antiguo plan, cambiaron el nombre y este último lo llaman Misión Abastecimiento Seguro.

Resulta paradójico que quienes han demostrado no tener la capacidad de contener el contrabando de alimentos que el gobierno tanto ha denunciado, sean hoy los que pretendan tener el control en la distribución de los mismos. Los militares, que han sido los mayores beneficiarios de las importaciones de alimentos en todos estos años y que nos han traído hasta esta situación, son los mismos que ahora controlarán qué llega y qué no a los mercados y centros de abastecimiento.

Ahora el fracaso se lo va a llevar la FANB, cuando tengan la difícil tarea de distribuir lo que no hay, cuando tengan que garantizar la comida que ni en los cuarteles se garantiza. Nuevamente, y para poner mayor drama en el calvario venezolano, estamos en presencia de una improvisación del gobierno nacional.

Cabe preguntarse dónde está el impulso a los productores agrarios venezolanos, cuáles son las medidas económicas para que el sueldo alcance para comprar la canasta básica, cuándo se abastecerá de semillas a los productores venezolanos y se les garantizará el acceso a buenos abonos y pesticidas para una buena siembre, cuánto tiempo durará este plan, ó si eternamente los militares van a aplicar el racionamiento al estómago venezolano. Son dudas que surgen normalmente en este tipo de situaciones, pero que no tienen respuestas de parte de un gobierno que sobrevive con el único fin de aferrarse al poder. Quienes terminan pagando la cuenta somos los ciudadanos.

Dios bendiga a Venezuela.

 

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