
José Guédez Yépez
Presidente de la Asociación Causa Democrática Iberoamericana
Hace poco el cantante español Joaquín Sabina expresó, nada menos que en la presentación del documental sobre su vida, lo siguiente: “…el fracaso del comunismo ha sido feroz y la deriva de la izquierda latinoamericana me rompe el corazón justamente por haber sido tan de izquierda, ahora ya no lo soy tanto, porque tengo ojos, oídos y cabeza para ver lo que está pasando, y es muy triste lo que está pasando”.
Un titular que además de impactante, es valiente y oportuno, porque contrasta con una declaracion también reciente del presidente colombiano Gustavo Petro, quien dijo esto refiriéndose a América Latina: “Nuestras derechas no son democráticas. Una vez las derechas se hacen del poder, matan. Ese es el gran temor que hay en Venezuela”. De esta forma Petro no solo invisibiliza las víctimas de Maduro, a quien absuelve por ser de izquierda, sino que además aboga por su permanencia en el poder para evitar supuestos asesinatos futuros de parte de un hipotético sucesor de derecha.
En esa entrevista Petro dice que las derechas no son democráticas tildándolas a todas de fascistas, pero despacha el tema de Venezuela diciendo que tiene la corazonada de que Maduro hará elecciones en 2024, como si eso fuera una novedad y resolviera el problema de fondo, que es que en Venezuela a pesar de las elecciones, no hay democracia y se violan sistemáticamente derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida. Obviamente no le importa cuando es la izquierda la que mata, sea en Venezuela, Cuba o Nicaragua. El fin justifica los medios.
El gran temor que hay en Venezuela no es el cambio político, que además de un derecho es una necesidad, sino justamente lo contrario, la permanencia de un régimen totalitario de más de dos décadas de vigencia que persigue, tortura y mata. Por eso la declaración del emblemático artista español tiene tanta importancia, porque pone las cosas en su justo lugar y combate el doble rasero político y cultural imperante en buena parte de la élite occidental. Algo similar e igual de valioso dijo hace algún tiempo el presidente chileno Boric: “Me enfada cuando eres de izquierdas y entonces condenas la violación de Derechos Humanos en Yemen o El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua”.
Pero es que tampoco se puede hablar de corrupción cuando se trata del castrismo, el chavismo, el kirchnerismo, el sandinismo o el PT de Lula, por ejemplo. Como tampoco se oye llamar dictador a Fidel Castro. Y lo mismo pasa ya con el término “populismo” que se está comenzando a usar exclusivamente para gobernantes de derechas, omitiendo cualquier referencia socialista o incluso comunista. Ya se olvidó la ola chavista del “socialismo del siglo 21”, todavía vigente y pionera del populismo de este siglo. El caso es que para la tiranía cultural imperante en Occidente no existen corruptos, dictadores ni populistas de izquierda. En buen momento Sabina se las cantó.
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