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El mundo libre contra el totalitarismo: Primer año de la guerra en Ucrania

José Guédez Yépez

Presidente de la Asociación Causa Democrática Iberoamericana

Se cumple un año del comienzo de la guerra en Ucrania, generada por la infame invasión rusa. Y su aniversario ha sido propicio para relanzar, desde un marco geopolítico, su condición de guerra fría dentro del eje occidente – antioccidente. La visita de Biden a Kiev y las reuniones entre Rusia y China no dejan lugar a dudas, además del discurso de Putin en el que amenaza de nuevo con la escalada nuclear, mientras acusa a Occidente de pervertirse por permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué tiene que ver?

El clásico medidor ideológico de izquierdas y derechas quedó obsoleto para entender esta nueva polarización mundial. Vivimos una época donde un trumpista en Estados Unidos y un podemita en España dicen lo mismo en relación a la guerra; que hay que negociar con Putin y permitirle que se quede con una parte de un país soberano europeo. Y es que Putin hoy representa tanto la homofobia de extrema derecha como el antimperialismo de extrema izquierda, resumiendo todo el radicalismo antioccidental en su persona. Es el antagonista perfecto de la democracia liberal.

Pero la lucha de Putin contra Occidente no es nueva. Lo que cumple un año ahora es su versión militar, pero tiene décadas atacando las democracias en Estados Unidos, Europa y América Latina, bajo el formato de guerra no convencional, con hackeos, posverdad, fakes news y financiamiento a grupos extremistas de lado y lado. Da igual si se trata de chalecos amarillos, antivacunas, separatistas, conservadores o comunistas. Por eso el apoyo a Rusia disfrazado de pacifismo proviene de  lados antagónicos. Complace a unos condenando el matrimonio igualitario y a otros llamando nazis a sus enemigos. Y es que no se trata de izquierdas y derechas, sino de autocracia y libertad, de tiranía y Estado de derecho, de pensamiento único y pluralismo.

El que crea que el campo de batalla es Ucrania, simplemente no ha entendido nada. La guerra cultural se está dando desde hace mucho tiempo dentro de las fronteras de Occidente y su periferia, por eso las democracias liberales están en crisis soportando tensiones populistas de todo signo. No ganaremos esta guerra si no reforzamos la democracia como un consenso cultural y nos reconciliamos en sus principios, como la separación de poderes, la alternancia y, sobre todo, la libertad, tanto económica como personal. Al final, el comunismo es el mismo fascismo pero con impunidad. Al final, el imperialismo ruso siempre ha sido déspota, absolutista y enemigo de la libertad. Al final, Putin, Stalin y Hitler son la misma cosa y el dilema del Mundo Libre es el mismo: combatir o morir.

En este contexto acabar con la injerencia de Rusia, Irán y China en América Latina es imprescindible, si de verdad queremos que esta Región forme parte de ese mundo libre y deje de estar alineada a los intereses de Putin, el enemigo número uno de Occidente.

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