
Tomada de Etich
José G Castrillo M (*)
La humanidad en general, entendida como una gran comunidad imaginada siempre ha enfrentado crisis, amenazas y puntos de inflexión, realidad que implicó el predominio de una visión fatalista del futuro en su devenir. Sin embargo, esas amenazas fueron superadas luego de un esfuerzo colectivo. En cada uno de los momentos de tensión o crisis, la humanidad ha logrado superar los escollos.
El siglo XX arrancó con una visión positiva sobre el futuro y el progreso, entendiendo por tal, las mejoras económicas y tecnológicas que darían a los pueblos bienestar y progreso, sin embargo, la idea de la bella época se eclipsó con el estallido de la Primera Gran Guerra (1914-1918) y 25 años después con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de las potencias del eje (Alemania, Italia y Japón), los Estados Unidos y la Unión Soviética se erigen como las grandes potencias rivales, iniciándose una nueva etapa de confrontación ideológica que marcaría al mundo hasta el año 1990 (periodo conocido como la Guerra Fría). En este periodo de confrontación, hubo momentos de extrema gravedad porque se estuvo a punto de ir a una guerra nuclear: la crisis de los misiles en Cuba,1962.
Una guerra termonuclear era la mayor amenaza que pendía sobre la humanidad, posibilidad que representaba la suma de todos los miedos. Con la caída del Muro de Berlín, la posibilidad de un conflicto nuclear disminuyó, aunque las armas nucleares siguieron presentes en el arsenal de un puñado de Estados, que han acumulado ojivas suficientes para destruir nuestro planeta, varias veces.
La confrontación ideológica dio paso a la ampliación de las relaciones económicas y financieras entre las distintas naciones, creando una red de interdependencia llamada globalización. La economía sustituyó a la geopolítica y en el marco de una diversidad de regímenes de gobierno, todos convergieron en la construcción de una economía capitalista de mercado. China, siendo un Estado comunista, se convierte en la principal factoría de la economía capitalista globalizada.
Se pensó que la intensificación de las relaciones económicas interestatales, reduciría la confrontación política y geopolítica, entre las naciones. En tal sentido, la economía se impondría sobre las relaciones internacionales entre los Estados.
Hoy, la humanidad, al igual que en el pasado, se enfrenta a una convergencia de desafíos sin parangón en su historia, en un contexto situacional marcado por los estragos que generó la primera pandemia globalizada, el covid -19, agregando que, tras varios años de agitación y crisis económica (1997, 2002 y 2008), malestar social e inestabilidad política. La sensación de que vamos a la deriva se está posicionando en el imaginario colectivo.
La suma de los miedos colectivos se aprecia en tres grandes temas, que de acuerdo a cómo lo abordemos-desde una perspectiva catastrófica o desde una perspectiva de oportunidad- marcará nuestro futuro: el cambio climático, la vuelta de la geopolítica con la confrontación militar en Europa y potencialmente en Asia, y el vertiginoso avance de la inteligencia artificial y sus riesgos asociados.
El cambio climático es ya una realidad que está afectado la vida común de millones de personas. Eventos extremos de frío y calor, incendios apocalípticos, sequías catastróficas, huracanes más intensos y frecuentes, deslaves, intensificación de las amenazas de extinción de decenas de especies de la flora y fauna, tendrán un impacto a corto, mediano y largo plazo en la economía, la política y el orden social. Ya se habla de migraciones masivas por efecto del cambio climático, en los próximos años.
La geopolítica del conflicto, que se venía fraguando en los últimos 20 años, se intensificó y mostró su cara en febrero de 2022 cuando Rusia, alegando proteger sus intereses de seguridad nacional, invade Ucrania, entrando Europa, prácticamente, en una guerra caliente entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia; conflicto del siglo XXI donde se mezclan elementos tradicionales de guerra convencional con nuevas tecnologías (drones, ciberespacio, inteligencia electrónica). El miedo aumenta dado que los actores involucrados en esta guerra intermediada, poseen armas nucleares y han amenazado con su uso.
La inteligencia artificial como tecnología disruptiva, es objeto de un intenso debate por las posibles implicaciones para la humanidad. La inquietud que genera esta tecnología se debe a su posible capacidad de sustituir al hombre en distintas actividades físicas e intelectuales, además del potencial para manipular las relaciones interpersonales con fines políticos o comerciales.
En cada uno de estos ámbitos de preocupación, que suman los miedos actuales, debemos gestionar con realismo y ponderación el impacto que tendrán en la vida tal cual la conocemos hoy.
Los gobiernos y sus sociedades deben trabajar en forma coordinada para gestionar estos temas de preocupación colectiva: diseñar políticas para enfrentar los impactos negativos y regular su gestión.
El futuro no está escrito en piedra y hay que trabajar para que prevalezca la utopía de un mundo deseable, ante la posibilidad de que caminemos hacia un mundo no deseable o distópico.
(*) Politólogo /Magister en Planificación del Desarrollo Globa
Categorías:Destacado, Opinión y análisis