
Tomada de Monitoreamos
Tulio Ramírez
Perdí la cuenta de cuántos y cuáles son los candidatos que competirán en las primarias. La última vez que vi un listado, llegaban a 14. Es posible que sean más. Por supuesto, las probabilidades de vencer en estos comicios, no se distribuyen equitativamente. Hay candidaturas con real chance, mientras que otras parecieran más simbólicas.
Esta proliferación de candidatos, y es posible que al momento en que esto escribo se hayan animado algunos otros, ha generado opiniones encontradas en la audiencia electoral opositora. Si bien las encuestas señalan a unos 3 o 4 candidatos con posibilidades, no deja de llamar la atención las reacciones que han generado muchas de estas postulaciones en un electorado que si bien es muy heterogéneo, tiene aparentemente el mismo objetivo: buscar la mejor opción para vencer en 2024.
Hemos tratado de recoger las diferentes posturas de opositores que se pronuncian a través de las redes sociales. Está claro que no se trata de una muestra representativa de la población votante, tampoco fue nuestra intención que lo fuera. Lo que nos planteamos fue identificar a grosso modo, ciertos patrones que permitan identificar los argumentos más visibles que oxigenan la atmósfera electoral de las primarias.
La conflictividad interna sumada a la dispersión y al escepticismo aprendido, ha generado una suerte de clústeres donde se agrupan opiniones que alimentan la desconfianza hacia algunas opciones candidaturales, sin proponer alternativa alguna, cuestión que nos llama poderosamente la atención, ya que, con independencia de las reservas que se tengan sobre determinados candidatos, se trata de una campaña electoral para elegir y no de una campaña electoral “para no elegir”. Observemos algunos de estos grupos de opiniones.
A algunos candidatos los acusan de “quinta columnas” pagados por el gobierno para dispersar los votos y restar posibilidades a quienes sí constituyen una amenaza electoral para el candidato oficialista. Los que están en esa esquina, argumentan que para mantenerse en el poder o minimizar los riesgos que una pérdida del mismo trae consigo, los estrategas rojitos tratan de imponer en el inconsciente colectivo, candidaturas hechas a la medida de sus angustias.
Cómo era de esperarse, esta tesis ha conseguido muchos compradores. De tal manera que se ha desatado una campaña avasallante para “desenmascarar” a estos candidatos. Las redes se han llenado de fotografías “que evidencian los vínculos”, también de cartas en defensa del gobierno o sus militantes firmadas por los “sospechosos”, tampoco faltan los extractos de entrevistas “donde queda clarito el apoyo al gobierno”.
En fin, con razón o no, para estos candidatos el esfuerzo de ganar votos se duplica porque no solo deben convencer que son los idóneos, sino también convencer al electorado que las acusaciones son infundadas, o por lo menos generar dudas sobre la veracidad de las mismas.
Otros candidatos si bien no son acusados de “agentes del gobierno”, sí lo son de “colaboracionistas”. Este es otro San Benito con el que tienen que lidiar. Entre las cosas que se dejan colar por las redes, quizás la más reiterativa sea que “han acompañado al gobierno haciendo una oposición blandengue para poder cohabitar”.
Esta afirmación es la más difícil de enfrentar, pues tiene una carga muy fuerte de frustración por expectativas no cumplidas. Recordemos que una importante cantidad de opositores hizo una fuerte inversión de emocionalidad, esperanza y compromiso que nunca se sintió retribuida. Devolver la esperanza, es el reto de estos candidatos.
Luego están los que piensan que las primarias son una pérdida de tiempo ya que el gobierno “las tiene controladas a través de su CNE”. La lógica catastrófica de este cuerpo de opiniones se resume en la afirmación, “no hay nada que hacer porque en Dictadura no se vota”.
Manifiestan no votar en las primarias y por lógica, tampoco en las presidenciales porque “el mandado está hecho” y se repetirá la misma historia que en elecciones anteriores. Es un grupo que sobreestima las capacidades del poder, subestimando a la vez, las capacidades opositoras.
En nuestra indagación advertimos que son relativamente pocos los mensajes llamando a votar por determinado candidato, por lo que es una campaña un tanto extraña. Buena parte de los mensajes son para desprestigiar candidatos o para desprestigiar el proceso mismo de las primarias, bajo diferentes y variados argumentos, los cuales expondremos en un próximo artículo.
Por lo pronto, pensamos que por encima de las diatribas y acusaciones, lo importante es que todos los candidatos firmen de manera pública un pacto de caballeros en el que se comprometen a apoyar de manera entusiasta a quien resulte ganador.
Reconstruir el entusiasmo pasa por una candidatura unitaria que, por encima de las diferencias doctrinarias, logre aglutinar a ese 80% de venezolanos que aspira con desesperación el retorno a una democracia inclusiva donde no impere la impunidad, la violación a los Derechos Humanos, ni la persecución a la disidencia.
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