Opinión y análisis

#18O 1945: 70 años

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                                                            Guillermo Ramos Flamerich – 2 de octubre de 2015

El 18 de octubre de 2015 se cumplen setenta años del golpe militar que condujo al partido Acción Democrática al poder. Un hecho cada día más lejano, pero no menos polémico. Ya sus principales actores no están vivos para aclamar o satanizar lo que allí ocurrió, pero sí lo están sus herederos. El haber marcado un antes y un después en nuestra cultura política da lugar para su revisión, no sin pasiones, de lo que el filósofo Luis Castro Leiva denominó El dilema octubrista.

El post gomecismo se presentó dispuesto a una transición democratizadora. Este cambio, anclado en el positivismo, afirmaba que las condiciones del país no eran aptas para instaurar libertades plenas, tomando la vía de la evolución moderada, cediendo pero quitando, diferenciándose de Gómez, pero manteniendo la columna vertebral del sistema. Son los años de Eleazar López Contreras (1936-1941), tiempo de un interesante debate de ideas políticas, económicas y sociales.

A López Contreras lo sucedió Isaías Medina Angarita, su Ministro de Guerra y Marina, andino y militar, a quien la historia oficial y anecdótica lo catalogan como hombre afable y a su gobierno (1941-1945), como una época de libertades públicas. Sin embargo, se pueden señalar como detonantes de la crisis del 18 de octubre la falta de decisión sobre el derecho universal al voto, sumado a problemas de índole social (como el alto costo de la vida a causa de la Segunda Guerra Mundial), las carencias y reclamos en los cuarteles y el apresuramiento de parte de la dirigencia en llegar al poder. Cable a Tierra 2

En estas condiciones, quedando fuera de juego, por razones de salud, el candidato presidencial de consenso, Diógenes Escalante, y al presentarse posteriormente la candidatura del oficialista Ángel Biaggini y no llegar a un acuerdo con la oposición, los planes golpistas desembocaron en el mediodía del 18 de octubre de 1945, un alzamiento de la Unión Militar Patriótica y en la cola, Acción Democrática.

Revolución, Trienio, Primera República Liberal Democrática

Al día siguiente se constituyó una junta de gobierno presidida por Rómulo Betancourt, conformada por los oficiales Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas y por los civiles Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Edmundo Fernández. Uno de los primeros decretos, de fecha 22 de octubre, prohíbe a sus miembros participar en las próximas elecciones presidenciales, lo que se puede considerar una carta de principios del nuevo régimen. De allí en adelante la autodenominada Junta Revolucionaria empieza a conformar, mediante decretos, el nuevo Estado venezolano. Por la cantidad promulgada, años después, en Venezuela, política y petróleo, Rómulo Betancourt denominará este hecho como: “Miraflores, máquina de hacer decretos”. Inmediatamente la junta planteó la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente, elegida por voto popular, dándose así las segundas elecciones universales, directas y secretas (en las primeras se eligió a Yolanda Leal como reina de la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur en 1944).

Esta asamblea estuvo encabezada por un poeta, Andrés Eloy Blanco; las sesiones fueron arduas, también fueron públicas. Como hecho novedoso se transmitieron en la radio, así se debatió y redactó la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1947. La Junta Revolucionaria de Gobierno, con carácter constitucional al ser refrendada por la Asamblea Nacional Constituyente, se encargó en buena medida de empezar a darle vida a ese folleto de 1931, redactado por estudiantes venezolanos en el exilio, el Plan de Barranquilla, ejecutándose premisas de su programa mínimo de gobierno, como las campañas de alfabetización, el Juan Camejo del libro Abajo Cadenas, la continuación y ampliación del sistema público de salud, ayuda al campesinado y la industrialización.
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En materia petrolera, dio un paso importante con el decreto del 31 de diciembre de 1945, en el cual la participación estatal en la industria petrolera pasa a ser 50%, lo que se conocerá como el régimen «fifty-fifty» (50-50). En el ámbito internacional la junta fomentó el encuentro con otras naciones democráticas, se solidarizó con los movimientos populares en el continente y abrió sus puertas a la gran cantidad de inmigrantes llegados de la Europa de la post-guerra.

También se formaron nuevos partidos políticos como Unión Republicana Democrática y el social-cristiano COPEI; las ciudades se llenaron de pancartas, los principales espacios públicos los coparon oradores en mítines y manifestaciones. Los nuevos actores acusaron de sectaria la actuación del partido de gobierno, hechos de violencia como el ocurrido en San Cristóbal, el 12 de abril de 1946, en contra de miembros de COPEI o los juicios de responsabilidad civil, son denunciados como retaliación y venganza del nuevo poder.

Con entusiasmo colectivo el 14 de diciembre de 1947 se eligió con 870.000 votos (74.29% del electorado), al escritor Rómulo Gallegos. El candidato simbólico de 1941 recibe la banda presidencial de parte de su antiguo pupilo, el otro Rómulo. Este corto período de Gallegos se caracterizó por la ardua oposición, acusándolo de poco pluralista y de formar un tren ministerial con la mayoría absoluta de Acción Democrática.
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A mediados de 1948 la tensión sigue en aumento. Dentro del partido de gobierno existen divisiones entre los seguidores de los tocayos. En julio, Gallegos es recibido en Estados Unidos por el presidente Harry Truman. En Venezuela se queda a cargo del gobierno uno de sus mayores hombres de confianza, casi un hijo, Carlos Delgado Chalbaud, Ministro de la Defensa. A su regreso, las tensiones parecen haber sido apaciguadas, pero los rumores siguen y la caída de Gallegos parece inevitable. Son conocidas las exigencias y presiones ejercidas por la oficialidad al Presidente, pero este se rehúsa de forma enfática.

El 24 de noviembre de 1948 se produce el derrocamiento. Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez incitan a Delgado Chalbaud a que se les una, este último termina encabezando la conspiración. Una década de dictadura militar marcará los destinos de Venezuela, pero el cambio democrático ocurrido hace setenta años, será una herencia irreversible que nos sigue acompañando hasta nuestros días.

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