Carta del Director

Editorial
27 de enero de 2020, Benigno Alarcón Deza
Las manifestaciones que vimos durante esta gira internacional colocan a Guaidó y a Venezuela en un lugar especial y privilegiado de la lucha por la libertad y la democracia en esta era de retrocesos democráticos. Lo que hemos visto durante esta gira es la materialización de la confrontación entre el mundo libre y los regímenes autoritarios en torno a un país que se constituye en campo de batalla de esta lucha, Venezuela, representado digna y valientemente por un hombre: Juan Guaidó.
Si bien continuamos convencidos de que el intento de golpe de Estado parlamentario del 5 de Enero pasado constituyó un error de cálculo de quienes lo ejecutaron, posiblemente convencidos de que la combinación adecuada de incentivos, amenazas y control de acceso al Palacio Legislativo les daría el quórum y los votos necesarios para hacerse con la directiva de la Asamblea Nacional, sacándole a Guaidó y sus aliados del control del Parlamento, y con ello la base de sustentación de la Presidencia interina, el régimen ha decidido intentar sacar algún provecho del revés, no retrocediendo sino avanzando a marcha forzada sobre los escombros políticos y jurídicos de su acción orientada a la destrucción de un parlamento que es la única institución del Estado que no controlan y cuya inhabilitación judicial no ha sido suficiente para hacer control de daños por la derrota del 2015.
Como respuesta al intento de golpe de Estado legislativo, Guaidó, sorpresivamente, sale de Venezuela el pasado fin de semana para iniciar una gira internacional que ha sido, sin lugar a duda, un round a su favor tras el revés que significó el secuestro del Palacio Federal Legislativo por grupos armados leales al régimen el pasado 5 de enero. La toma por la fuerza del Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional, y la presencia posterior de funcionarios policiales en la Torre Sudamérica, sede de la Presidencia Interina, son indicativos de una aproximación progresiva del régimen contra Guaidó, que hasta ahora había evitado por un simple cálculo costo-beneficio que predecía consecuencias que podrían sacar al régimen del precario equilibrio que le ha mantenido en pie sobre su, cada vez más reducida e inestable, base de sustentación.
La gira, en donde se hizo evidente el tratamiento de Jefe de Estado dado a Guaidó, constituye una respuesta contundente que neutraliza el intento del gobierno por hacerlo ver débil y vulnerable, aumentando los costos de cualquier agresión, al tiempo de colocarle, nuevamente, como centro de gravedad de la oposición y de la lucha por la democracia en Venezuela.
Las manifestaciones que vimos durante esta gira colocan a Guaidó y a Venezuela en un lugar especial y privilegiado de la lucha por la libertad y la democracia en esta era de retrocesos democráticos. Lo que hemos visto durante esta gira es la materialización de la confrontación entre el mundo libre y los regímenes autoritarios en torno a un país que se constituye en campo de batalla de esta lucha, Venezuela, representado digna y valientemente por un hombre: Juan Guaidó.
Como respuesta lamentable, intencional o no, a la solidaridad del mundo libre con Guaidó y la democracia venezolana, a Maduro no se le ocurre nada mejor que el contraste de reconocer al Embajador de Cuba en Venezuela, Dagoberto Rodríguez, como parte de su Gabinete, lo cual, si bien no sorprende porque la influencia del régimen cubano, antes sobre Chávez y hoy sobre Maduro, es harto conocida, amerita preguntarse si existe alguna intencionalidad precisa tras una declaración que implica un reconocimiento expreso de tal influencia, así como del compromiso en mantener el nexo y la cooperación con Cuba, la única dictadura sobreviviente de la guerra fría en el continente americano, desafiando tanto a las democracias occidentales, que tratan de ejercer una presión creciente sobre el gobierno castrista para que se haga a un lado en el caso de Venezuela, como a actores internos, por ejemplo el estamento militar que, justificadamente, siempre ha resentido tal relación de subordinación que ha impactado las carreras de muchos oficiales y la desinstitucionalización de su propia institución.
Pero esta lucha va más allá de un hombre y un país, como vimos en los actos en honor a Guaidó en Madrid. La visita de Guaidó a España, trasciende el desplante del Presidente español -lo que a nuestro juicio fue una muy mala decisión de Sánchez que saca al gobierno español del liderazgo europeo en las iniciativas por democratizar Venezuela, colocándolo del lado equivocado de la historia- también sirvió para que la élite del gobierno local de Madrid, gracias a la presencia de Guaidó, hiciera evidente sus diferencias políticas con el gobierno liderado por Sánchez e Iglesias y la lucha que sucede hoy en España, así como sus aspectos en común con la que hoy desgarra a Venezuela.
De la misma forma en que ha sido evidente el reconocimiento del mundo libre a la lucha de los venezolanos por la libertad y la democracia, y a Guaidó como de líder, dándole tratamiento de Jefe de Estado, también lo es la molestia de Maduro y quienes dependen de la estabilidad del régimen. Las caras desencajadas, las expresiones de desprecio y las amenazas no se han hecho esperar, lo que hace que muchos se pregunten si Guaidó regresará, y que hará el régimen a su regreso.
Mi apuesta es que Guaidó sí regresa y regresa repotenciado por el apoyo y la renovación del compromiso del mundo libre con reestablecer la democracia y la libertad en Venezuela. Mi apuesta es que hoy, al igual que ha sucedido durante todo el año pasado, el régimen no se atreverá a hacer nada contra Guaidó porque su estimación costo-beneficio les sigue diciendo que hacerlo es lanzarse a un precipicio sin nada que los sostenga y sin certeza de su profundidad.
El 2020 comenzó con un nuevo aire y la rara bendición de una segunda oportunidad para Guaidó, lo que se traduce en una nueva oportunidad para una Venezuela cada vez más escéptica sobre su futuro. Toca a Guaidó continuar reinventándose, como ha comenzado a hacerlo, y aprovechar lo que podría ser su última oportunidad para liderar la lucha más importante que Venezuela ha dado desde su independencia. Toca al mundo libre y a los venezolanos acompañarlo para hacer realidad esta victoria.
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