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El lamentable papel de López Obrador y Alberto Fernández

Tomada de El Ceo

Trino Márquez

La IX Cumbre de las Américas, efectuada en Los Ángeles,  finalizó sin grandes logros, a pesar de los sostenidos esfuerzos diplomáticos del presidente Joe Biden y del Departamento de Estado, así como de la importancia de los temas de la agenda, entre otros, el grave problema de los migrantes ilegales que llegan a Estados Unidos desde numerosos países latinoamericanos, las dificultades de las naciones de la región para crear condiciones económicas y sociales que eviten los flujos migratorios hacia el Norte, y el deterioro del medio ambiente, que no cesa de avanzar.

Los modestos logros de la Cumbre –entre ellos, los recursos financieros prometidos por Estados Unidos para programas sociales- se debieron en gran medida al boicot de algunos líderes izquierdistas que se sintieron más comprometidos con las dictaduras de Cuba y Nicaragua, y con el autoritarismo del régimen venezolano, que con buscar soluciones concertadas multinacionales a las serias dificultades que confronta la región, especialmente los países más pobres, en todos los órdenes.

En esa labor de zapa destacan el presidente mexicano, Manuel Andrés   López Obrador (AMLO), y Alberto Fernández, quien además de ser el presidente de Argentina, ocupa la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), mecanismo intergubernamental de alcance regional del cual se excluyó a Estados Unidos y a Canadá, concebido para reducir el peso de la OEA y, por supuesto, de Estados Unidos.

López Obrador y Fernández fueron los líderes de la pequeña rebelión en la que participaron Xiomara Castro, presidenta de Honduras, Luis Arce, presidente de Bolivia, y algunos otros mandatarios de pequeños países como Belice. Gabriel Boric, el joven jefe de Estado chileno, que ha demostrado ser de un agudo pragmatismo, protestó la ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero no se sumó al torpedeo.

La exclusión de los gobiernos de Nicaragua y Cuba era conveniente porque constituyen tiranías oprobiosas. El caso de Venezuela es diferente. Maduro no podía ser invitado porque el gobierno norteamericano reconoció como presidente interino a Juan Guaidó desde hace más de tres años. Habría sido incongruente con esa decisión haberle abierto las puertas a Maduro. Sin embargo –como debido a la invasión de Putin a Ucrania, a la administración Biden, por razones geoestratégicas, le interesa mejorar las relaciones de Washington con Caracas-, tampoco se invitó a Guaidó. Biden se mantuvo equidistante de los dos rivales.  

La participación de Cuba y Nicaragua en la reciente Cumbre de las Américas habría violado los principios democráticos que la inspiran. En la tercera Cumbre celebrada en Quebec en 2001, en la cual participaron México y Argentina, se estableció de forma taxativa que en ese encuentro se había  “adoptado un Plan de Acción para fortalecer la democracia representativa, promover una eficiente gestión de gobierno y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales”. En otras líneas del documento final se lee: “Reconocemos que los valores y prácticas de la democracia son fundamentales para avanzar en el logro de todos nuestros objetivos. El mantenimiento y fortalecimiento del Estado de Derecho y el respeto estricto al sistema democrático son, al mismo tiempo, un propósito y un compromiso compartido, así como una condición esencial de nuestra presencia en ésta y en futuras Cumbres. En consecuencia, cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del Gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas.” (las negritas son mías).

Ni Cuba ni Nicaragua, de acuerdo con la Declaración de Quebec, tenían el derecho a participar en la IX Cumbre. Cuba abandonó la democracia representativa, convirtiéndose en un sistema totalitario, hace más de seis décadas. A raíz de las manifestaciones pacíficas del 11 de julio de 2021, el tándem Raúl Castro-Miguel Díaz-Canel mostró su aspecto más brutal. Las penas que les han aplicado a los manifestantes, en especial a los jóvenes, han sido crueles. El objetivo consiste en paralizar la sociedad para que continúe soportando el martirio con la cerviz gacha. En Cuba desparecieron desde la implantación del comunismo, el Estado de derecho y todas las libertades fundamentales de las que habla la declaración de Quebec. Los cubanos no tienen derecho ni a criticar al gobierno, ni a agruparse en organizaciones distintas al Partido Comunista.

Nicaragua transita el mismo camino. La dupla Ortega-Murillo acabó con las elecciones libres y competitivas. Con la democracia representativa. Con los partidos opositores y con las oenegés. Hasta la ilustre Academia Nicaragüense de la Lengua fue objeto de la paranoia de ese dúo diabólico.

Díaz-Canel y Ortega, representantes de la América Latina montaraz y bárbara, no merecían estar en Los Ángeles. Con todas las desigualdades y desequilibrios existentes, el resto del continente ha realizado esfuerzos por asumir las normas de la convivencia democrática. Los gobiernos de Cuba y Nicaragua, de forma consciente,  transgreden ese marco. Guardar silencio frente a las atrocidades que comenten nos convierte en cómplice. Lamentable papel desempeñado por AMLO y Fernández.

Joe Biden, por fortuna, no cedió a los chantajes de esos personajes, que en vez de ocuparse de lavarle el rostro a las dos tiranías del continente, deberían dedicar sus esfuerzos a colocar a México y  Argentina de nuevo en la cúspide de América Latina.

@trinomarquezc

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