
José Castrillo*
A cuatro meses de iniciada la invasión militar rusa a Ucrania, la guerra continúa con toda su estela de destrucción y muerte. Rusia luego de fallar en su objetivo inicial de tomar todo el país y llegar a la capital Kiev, para defenestrar al gobierno legítimo de esa nación, cambia su objetivo militar y concentra su esfuerzo bélico en el este (región del Donbas, bajo control parcial de milicias pro-rusas desde 2014) y el sur. Si logra controlar el este y sur de Ucrania, sería un triunfo militar y político para Rusia, porque le quitaría a Ucrania su zona industrial y su salida al mar negro. Putin declararía su victoria, que tanto necesita para su legitimidad interna.
En términos operativos, la guerra pasó de un conflicto de operaciones rápidas y de gran movilidad a uno de defensa de posiciones y trincheras con concentración de fuego de artillería pesada, lo que hace costoso y gravoso el avance de un bando sobre el otro.
Ucrania, luego de su exitosa estrategia defensiva, en la primera fase del conflicto, debe pasar ahora a operaciones de contraofensivas para recuperar o retener los territorios del este y sur que están controlados por Rusia. Para ello, y dado que Rusia concentra más equipos y hombres en esta región, deberá contar con equipos pesados de artillería convencional y misilísticas para poder degradar las posiciones defensivas rusas y detener su avance en el territorio en disputa. Estados Unidos, Alemania y Francia, entre otras naciones, han prometido suministrar este tipo de armas, que de llegar al cambo de batalla pudieran reducir la ventaja táctica rusa en el teatro de operaciones.
Una guerra de posiciones y de desgaste, en primera instancia es favorable a Rusia, porque tiene cerca del campo de batalla su apoyo logístico en pertrechos y hombres, desde su territorio, cercano a la franja territorial en disputa en Ucrania. Mientras Ucrania dependerá de los suministros, apoyo logístico y de equipamiento de Estados Unidos y de la OTAN, lo que implica que su línea de suministros está más expuesta a los ataques rusos porque están en el oeste del país, alejada del frente de batalla concentrado en el este. Si Rusia ubica las líneas de suministros de equipo y municiones que van a Ucrania, antes de llegar al frente de guerra, y logra destruirlos, su triunfo militar es cuestión de tiempo. Pero si Ucrania, logra que la mayor parte de sus líneas de suministros evadan las intersecciones rusas, le harán gravoso y costoso su esfuerzo de guerra del Kremlin. Sin embargo, Rusia jugará al desgaste militar y cansancio político de los aliados de Ucrania para buscar una salida negociada, logrando su objetivo militar de controlar y anexionar parte del territorio ucraniano en el este y sur.
Ucrania a pesar de su debilidad relativa frente a Rusia, ha demostrado una firme voluntad de lucha, sorprendente, y que es un componente fundamental en toda guerra, sin embargo, si este conflicto se prolonga y estanca, deberá revalorar sus objetivos militares y políticos, para garantizar la sobrevivencia de su Estado-nación.
En el análisis de este conflicto geopolítico podemos reconocer dos posturas políticas: la primera, de actores geopolíticos, que sostienen que hay que darle todo el apoyo militar y económico a Ucrania, hasta que pueda derrotar militarmente a su enemigo. Y una segunda postura, que sostiene que el esfuerzo de guerra ucraniano es solo un medio para en algún momento abrir la posibilidad a una salida política y diplomática a la guerra.
Frente a una guerra que se ralentiza y estanca cabe las siguientes interrogantes ¿Pueden los ucranianos derrotar militarmente a Rusia y qué consecuencias traería ello para la región? ¿Hasta dónde Estados Unidos y la OTAN apoyarán el esfuerzo de guerra de Ucrania, dado lo costoso del conflicto en términos económicos y políticos? ¿Hasta donde está dispuesto llegar Putin si no logra sus objetivos militares ? Y si logra sus objetivos, parará o seguirá hasta destruir al Estado-nación ucraniano?
En toda confrontación militar, los actores deben tener claro tres factores: a) sus objetivos políticos y militares, b) contar con los medios y recursos para lograr las metas trazadas y c) tener clara su estrategia de salida (hasta dónde llegar). Todo actor que entre en un conflicto debe considerar estos factores, para evitar que el mismo se le escape de su control y se convierta en una guerra que se empantana y estanca en el tiempo, con altos costos en recursos materiales, humanos y políticos.
Lamentablemente, no se vislumbra una salida militar inmediata, pero tampoco una salida política, lo que significa que la guerra seguirá por un tiempo mayor al deseable, con consecuencias impredecibles para todos los actores involucrados, directa o indirectamente, en esta confrontación geoestratégica.
(*)Politólogo / Magíster en Planificación del Desarrollo.
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