Destacado

El futuro de Venezuela se debate entre el outsider y el insider

Vanessa Davies

Un líder nuevo para el mundo político nacional o uno que forme parte del sistema y decida reconstruirse: tal parece que el país se encuentra en una encrucijada que conduce a cualquiera de estos dos caminos. Hugo Chávez es el caso más reciente del primero; Rafael Caldera parece ser el ejemplo clásico del segundo. El descontento es un elemento clave para que aparezca el outsider, recuerda el politólogo y dirigente político Ángel Medina. Lo que enamora del insider es la forma distinta de presentarse, subraya el analista y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León

En política no hay muertos. Basta ver a los líderes venezolanos que parecían haber quedado suspendidos en el limbo del olvido y que revivieron por las circunstancias. “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer” y ven que tampoco se ha podido “poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad venezolana”. Estas afirmaciones, que seguramente hoy nadie podría sostener sin exponerse a la cárcel o al exilio, las hizo el expresidente y senador Rafael Caldera pocas horas después de la sublevación militar liderada por el teniente coronel Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992.

Con plena conciencia, o no, del incendio que causaban esas frases en un momento crucial, Caldera se empinó como abanderado presidencial y llegó nuevamente al Palacio de Miraflores en las elecciones del domingo 5 de diciembre de 1993. Su caso puede tomarse como ejemplo del insider: un líder que se reconstruye y sale de nuevo al ruedo.

En estos días en los que tanto se habla del outsider como opción de los factores democráticos para las elecciones presidenciales que deberían realizarse en 2024, el analista Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis, pone sobre la mesa de discusión otra figura: la del insider.

Un estudio de opinión de Delphos, efectuado en mayo pasado, reveló que 20% de la población se declara opositora y no apoya el liderazgo, 35,4% confirma ser “de ninguno” y 15,8% admite ser “chavista descontento con Maduro”. Un sondeo de Datincorp mostró que 48% no se identifica con ningún partido y 54% se siente “no alineado”.

Te invitamos a postularte en el Diplomado del CEPYG UCAB: «Marketing Político»

Otro rostro para el cambio

La palabra que mejor parece describir el estado de ánimo del venezolano es rabia. “Es importante entender el ambiente. El outsider (alguien que viene de fuera de la política) normalmente surge como producto de una frustración por un vacío de liderazgo; mucha decepción con el comportamiento político tradicional, que desconecta a la población de líderes, instituciones y propuestas”, explica León. En un contexto así, se genera un deseo racional o irracional de cambio que alguien capitaliza. Como economista, León aplica un principio de la economía a este análisis: “Cuando tienes demanda, surge la oferta, y aparecen figuras rompedoras, no convencionales; el outsider tiene, entonces, espacio para poder colarse”. Pero como “los rusos también juegan” no se pueden dejar de lado “los actores que controlan el poder y que intentan cercenar cualquier posibilidad de alternativas”.

Para que surja el outsider hay un ingrediente básico: el malestar de la ciudadanía con el sistema, resalta el politólogo Ángel Medina. En este momento eso es lo que más parece haber entre la población. “El descontento genera desconfianza en las instituciones, en el funcionamiento de las instituciones como el Ejecutivo, el Parlamento o las instituciones económicas”, agrega. Otro elemento clave que apunta Medina es la ausencia de líderes, ya que “en la mayoría de los casos en los que aparece el outsider, hay una crisis de liderazgo, y los liderazgos que aparecen no terminan de calar en todos los sectores, no terminan de ser aceptados, han sufrido por las contradicciones en el proceso político y social”. El tercer elemento, señala, es un sistema de partidos políticos debilitados (se resquebrajan los que existen y empiezan a aparecer otros). Se puede sumar un cuarto: una manifestación clara contra el sistema; “rechazar el modelo en el cual se toman las decisiones políticas, una crítica importante sobre el modelo político que está en el momento”. Cualquier parecido con la realidad venezolana no es mera coincidencia.

La gente, buscando algo distinto, se conecta con alguien que se monta en la ola de un momento determinado. “Cuando lo hacen bien, cuando mandan bien su mensaje, cuando se presentan como alguien limpio, diferente, que no tiene que ver con lo que ha decepcionado a la gente”, pueden lograr el click, plantea León. Son empresarios (como Sebastián Piñera en Chile), académicos (como Alberto Fujimori en Perú) o rostros de otros sectores. Para Venezuela el ejemplo clásico reciente es el de Hugo Chávez, “el último outsider que hemos tenido”, puntualiza Medina. Por supuesto, hasta la fecha.

Como el ave fénix

Caso diferente es el del insider: “Personas que se presentan como algo diferente a la mayoría de sus pares”, y aunque son del mismo sector, se comportan de otra manera, describe Luis Vicente León. “Lo que enamora es precisamente esa forma distinta de presentarse, de enviar los mensajes. Es algo rompedor”.

El insider, recuerda Medina, es alguien que está dentro del sistema político y logra “conquistar, por los mecanismos internos, el liderazgo o la dirección política de la organización a la que representa”. Desarrolla una carrera política desde abajo, puede pasar por varios cargos de representación popular. “Es una alternativa conocida” que, aunque critique el sistema, no pretende destruirlo.

En Venezuela lo consiguió Rafael Caldera, pues, aunque procedía de los partidos tradicionales, se mostró como un político capaz de diseccionar el sistema y llamar a la rectificación. “Caldera, en su último periodo, fue una mezcla de outsider con insider; aprovechó un momento político y transformó su imagen para avanzar, pero gobernó con todo el sistema político del gobierno”, rememora Medina. También probó esta receta Manuel Rosales, quien se levantó como el candidato presidencial contra Chávez en 2006 y ahora vuelve a sonar para el año 2024. Igualmente lo constató Henrique Capriles, que pese a venir de la política convencional “es irreverente en la propia oposición” y sigue siendo blanco de ataques en redes sociales por sus opiniones moderadas. La encuestadora Datincorp le otorga 8,85% a Manuel Rosales y 3,76% a Henrique Capriles.

De Rosales y de Capriles hay que hablar en presente, al igual que de María Corina Machado, fundadora de Vente Venezuela. Ella “ha sido consistente con una oferta radical, y ante la ausencia de éxito en el resto de la propuesta política, se va quedando sola, capitalizando esa oferta”, reconoce León. En esta visión coincide Medina, ya que considera que, “para efectos del sistema político, ella es una insider, ha sido crítica pero ha participado en el sistema político, ha participado en primarias y en las dinámicas políticas de algunos espacios unitarios”.

El chavismo también tiene sus ejemplos, como el del gobernador de Carabobo, Rafael Lacava: “Es absolutamente diferente del líder convencional de su área; su forma de comunicación, el uso de las redes sociales, la presentación de la eficiencia de la gestión, su discurso irreverente vinculado con la juventud lo hacen mucho más estrambótico” si se toma en cuenta de dónde viene, apunta León. Esto “le permite ser el líder alternativo quizá más fuerte en términos de respaldo popular en Venezuela en este momento”.

Una encrucijada

De cualquier manera, son los eventos inesperados (como la insurrección del 4 de febrero de 1992) los que alientan al outsider, aclara León: “Hay gente que podría tratar de aprovechar el momento de vacío. Un empresario conocido… Siempre se habla de Lorenzo Mendoza, aunque él no lo está buscando, evidentemente. Pero la figura equivalente a la de un hombre serio, un empresario eficiente, un gerente que puede ser joven y simpático son elementos importantes para la caracterización de un outsider”.

Hoy día es difícil saber en Venezuela quién puede ser un outsider, aclara Medina, porque precisamente una de sus características es “romper con el sistema, y en la mayoría de los casos aparecen y crecen de manera vertiginosa dentro del sistema”. Trae a colación el caso de Rodolfo Hernández, contendor de Gustavo Petro en las elecciones en Colombia, quien “de manera vertiginosa logró escalar en el electorado colombiano en cuestión de semanas, y se transformó en una revelación electoral”. Es decir, que cualquiera que se venda como rebelde puede ser outsider. No obstante, “los outsider que hemos tenido en Venezuela no han sido buenos, porque vienen cargados de mucho populismo”, subraya Medina, “y no han terminado siendo una buena receta para solucionar los problemas del país”.

¿Y el insider? “Esos son los que aparecen en las encuestas. Cuando empiezas a ver las personas o dirigentes políticos que aparecen en los sondeos, esos son los insider. Cualquiera de ellos puede ser, o puede terminar siéndolo, porque es un hecho natural en la política que existan liderazgos, que esos liderazgos se midan y se presenten como alternativa frente al liderazgo que existe”, reitera el politólogo. En el horizonte político venezolano los nombres ya parecen estar en las marquesinas, pero podría llegar alguien que se convierta en la carta secreta de la transición.

LA TENTACIÓN DE LOS “PAÑITOS CALIENTES”

El outsider y el insider llegan con ventajas y desventajas, como lo precisa el politólogo Ángel Medina.

Insider: Tiene a su favor el formar parte de un sistema político y no apuntar hacia una ruptura general con el sistema. Incluso “probablemente la construcción de su liderazgo formó parte de un acuerdo con miembros del sistema”. No obstante, puede ocurrir que no procure cambios reales, sino “ponerle paños húmedos al descontento de la gente”.

Outsider: Puede ser una ventaja o una desventaja “el que pretenda romper con el sistema político, porque eso no depende de la dirigencia política” sino de la opinión de los ciudadanos. “Si los ciudadanos quieren romper con el sistema les conviene un outsider, porque es el que permite canalizar ese descontento”. Sin embargo, queda la pregunta: “¿Es para algo mejor o para destruir el sistema y construir un sistema que cercene libertades o sea absolutamente populista”.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s