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2022: Otro año perdido para la oposición

Efecto Cocuyo

Benigno Alarcón Deza

Mientras el gobierno sigue fortaleciendo su posición de cara a las elecciones presidenciales de 2024, la oposición sigue sin dar señales acciones concretas que le permitan elegir al liderazgo unitario que espera el país. Sin lugar a dudas, al día de hoy, la jugada más importante que podría ejecutar la oposición para fortalecerse y salir de la parálisis en la que se encuentra, es llevar adelante el proceso de primarias, del cual tanto se ha hablado, pero sin acuerdos sobre su organización, fecha, y reglas de participación, hasta el momento. Además, contar con un líder electo en un proceso con alta participación, podría se una de las pocas situaciones que podría obligar al gobierno a regresar a la mesa de negociación internacional que, ahora, se encuentra en punto muerto, pese a los esfuerzos de los facilitadores noruegos y de algunos otros gobiernos que tratan de incidir en la resolución del conflicto político en Venezuela. Por otra parte, el reconocimiento del gobierno colombiano a Maduro y el restablecimiento de relaciones dan otro respiro al régimen, aunque Petro trata de avanzar con cautela. En la situación económica pareciera estar el punto débil del oficialismo, cuyo flujo de caja se ha debilitado en los meses recientes, lo que limita las posibilidades de estabilización que venía predicando

No cabe duda de que, en estos momentos, en el juego político en Venezuela, el gobierno sigue llevando las de ganar. Una de las áreas en las que trabaja es en la organización de cara a las elecciones presidenciales inicialmente pautadas para 2024, para lo cual se han tomado algunas decisiones políticas y económicas que han favorecido su imagen frente a la opinión pública nacional e internacional. Pero sobre todo buscando mantener e incrementar –si es posible- el número de votos a su favor, a través del famoso 1×10 (incluso de carácter obligatorio en los cuarteles), elecciones de los líderes de grupos de control como las Unidades de Batalla Hugo Chávez (UBCHs), de los consejos comunales y jefes de calle. Todo ello enmarcado en una línea de unidad, a pesar de los conflictos internos que enfrenta el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Del otro lado de la acera, se percibe un sector opositor que sigue sin encontrar el camino que le permita convertirse en una opción de triunfo dentro de dos años. Y quizá la jugada más importante que podría ejecutar la oposición para fortalecerse y salir de este punto de inercia en el que se encuentra, es llevar adelante el proceso de primarias, del cual tanto se ha hablado pero sin que haya nada concreto hasta hoy. Una de las cosas que ha entorpecido este proceso es precisamente la cantidad de candidatos que han saltado a la palestra, la mayoría sin ninguna posibilidad de ganar, que apuestan al retraso de la consulta a la espera de lograr posicionar mejor sus nombres e imponer reglas que aumenten sus posibilidades.

Mientras tanto, el gobierno se siente fuerte y no le interesa conversar con casi nadie, lo que está afectando la negociación auspiciada por los noruegos. Adicionalmente, es muy probable que los republicanos aumenten su representación en el Legislativo norteamericano en las elecciones de noviembre, un nuevo obstáculo para los acuerdos que se han venido manejando, y el gobierno sabe que el tiempo prácticamente se agotó.

Por estas razones, no concretar la primaria lo antes posible es un importante error estratégico; el hecho de que la oposición cuente con un líder electo con un número importante de votos, es lo único que podría impulsarla nuevamente y generar los incentivos necesarios para que se retome el proceso de negociación. De esta manera el escenario se estaría complicando para el régimen liderado por Maduro.

De hecho, la última reunión sobre las primarias convocada en la última semana de agosto se dedicó a discutir las reglas de juego y a constituir un comité para designar los representantes que integrarán la Comisión Electoral, que cumplieran con normas similares a las establecidas para los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE). En todo caso, lo que quedó claro es que hay pocos nombres para integrar la Comisión que organizará las primarias y al final se fijó un plazo de 30 días (prorrogable), que vence en octubre, para decidir sobre la conformación de esa instancia. Tras la constitución de la Comisión toca analizar, tomar decisiones y anunciar el proceso, lo cual podría suceder entre noviembre y diciembre, como había prometido Omar Barboza desde un principio. Dado el ritmo  al que avanzan los acuerdos internos, la posible celebración del  proceso electoral opositor, con suerte, tendría lugar entre julio y octubre de 2023.

El tira y encoge de la agenda colombo-venezolana

A esto hay que agregar que, si Gustavo Petro, quien ha asumido una actitud de prudencia y ponderación en política internacional, sigue estableciendo alianzas con el gobierno venezolano, pondrá a Maduro en posición favorable. El retiro de la denuncia ante la Corte Penal Internacional por violación de los derechos humanos en Venezuela, aunque no tenga efectos jurídicos, si los tiene en lo político-simbólico. Y si, además, Lula gana la presidencia de Brasil, Maduro mejora de manera significativa su posición regional.

Petro se ha manejado muy bien con Estados Unidos durante las tres reuniones relevantes que ha sostenido con representantes de ese país. La primera versó sobre temas ambientales, extradición y diálogos de paz regionales; la segunda trató asuntos de seguridad, desarrollo rural, derechos humanos, así como la lucha contra las drogas y la delincuencia transnacional; y la más reciente con la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur, sobre seguridad regional.

Con Venezuela, Petro ha dado señales de que quiere una relación más sostenible, confiable y le ha dado relevancia a temas como comercio, cooperación policial y judicial, y a la actividad consular, aunque aún toca ver cómo se define la relación entre lo ideológico vs. el pragmatismo político. El embajador colombiano en Venezuela, Armando Benedetti –en absoluto desconocimiento del tamaño actual de la economía venezolana -ha señalado que la meta es lograr un superávit de la balanza comercial con Venezuela de 10 mil millones de dólares al año. Meta imposible considerando que el intercambio comercial actual con Venezuela apenas alcanza los 200 millones, y que, en su mejor momento, nunca alcanzó una cifra cercana a la propuesta por Benedetti.

El intercambio comercial requiere infraestructura, electricidad, transporte. Por ejemplo, el ingreso de transporte colombiano al territorio venezolano es difícil porque particularmente la frontera está plagada de grupos irregulares, trochas, inseguridad, narcotráfico. En ese sentido, quizá quien definió de manera más realista la situación fue el gobernador del Táchira, Freddy Bernal, quien afirmó que la apertura prevista para el 26 de septiembre será simbólica porque aún queda mucho por hacer en esa materia. Para el gobierno de Maduro quizá lo importante sea la foto. Con una frontera de unos 2.200 kilómetros de extensión, es probable que no se realice un verdadero esfuerzo por mejorar el intercambio comercial ni por abrirla completamente, porque ello implicaría facilitar el flujo migratorio, ya insostenible, hacia Colombia, y afectar los intereses de algunos grupos económicos e irregulares. Si esto es así, entones la relación será cordial y política, pero el comercio no será tan fluido ni formal como algunos esperan.

El otro tema que marca la relación entre ambos países es el de la negociación de la paz total con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), para lo cual se invitó a Maduro a formar parte del proceso, tomando en cuenta la participación de Venezuela en los acuerdos de 2012 en La Habana y por supuesto, la actividad de ese grupo irregular a lo largo de la frontera venezolana.

No es un tema menos trascendente el de Monómeros Colombo Venezolanos S.A., donde Petro ha planteado la posibilidad de adquirir el 51% de esta empresa que es clave para su país por el tema del abastecimiento de fertilizantes para la producción agrícola. Una tesis indica que, a cambio, se ofrece retirar la demanda contra Venezuela ante la CPI. Sin embargo, este asunto quedará en suspenso por los momentos debido a que la Cámara de Comercio de Barranquilla suspendió el pasado miércoles 14 la inscripción de la junta directiva designada por Maduro. En consecuencia, habrá que esperar el pronunciamiento de la Superintendencia de Sociedades colombiana.

En cuanto a la posibilidad del suministro de gas a Colombia, trascendió que hay mucho interés de Venezuela que aprovecharía un proyecto elaborado por la Corporación Andina de Fomento (CAF) que contempla abastecimiento por parte de nuestro país a cambio de suministro eléctrico de Colombia al Zulia. Sin embargo, también trascendió que el tema del gas lo estarían manejando unos empresarios vinculados con un grupo iraní, quienes desde la semana pasada comenzaron a acondicionar las estructuras del gasoducto.

Equilibrio precario de la economía

Dentro del país, otro tema de preocupación es el de la economía, donde las acciones tomadas por el gobierno –especialmente las referidas al tipo de cambio y a los impuestos- han generado mucha incertidumbre en el mercado y, por supuesto, entre una población cada vez más empobrecida.

El tema financiero se le ha complicado al gobierno. El asunto que puede ser de mayor desvelo en estos momentos es el aumento del descuento para la venta de crudo. Cuando comenzó la invasión a Ucrania dicho descuento descendió ante la mayor demanda internacional de petróleo, pero luego, con las sanciones a Rusia, este país incrementó su presencia en el mercado asiático. Venezuela se vio perjudicada al punto que entre julio y agosto de este año el descuento se duplicó y llegó a 40%.

Esa situación, además de complicar la venta de crudo, está generando una acumulación de inventarios que el país no está en capacidad de almacenar.  Adicionalmente el flujo de caja del gobierno se ha visto afectado, lo que incide también en su capacidad de intervenir en el mercado cambiario y esto a su vez podría tener consecuencias en lo político para el próximo año. Ello puede constituirse en un incentivo para retomar las negociaciones, si el descuento continúa con su consecuente afectación de caja.

El segundo punto que debe considerarse es la presión que pesa sobre el gobierno para ejecutar más gasto, que fue lo que pasó con el pago del bono vacacional y bono recreacional a los docentes venezolanos en el mes de agosto. En este caso, fueron 400 millones de dólares en bolívares. Es decir, se inyectó más de 30% en la liquidez en solo tres días y por eso se produjo una importante devaluación del tipo de cambio.

Lo cierto es que cada vez es más difícil mantener el control del gasto, principalmente por la presión de empleados públicos y jubilados y pensionados exigiendo sus reivindicaciones laborales; y luego, por las necesidades que genera la campaña electoral de cara a las próximas presidenciales. Mayor ejecución de gasto en bolívares y menos flujo en dólares significa mayor devaluación e inflación.

Un punto que es necesario aclarar es que, contrario a lo que señalan algunos economistas, el gobierno no utiliza las reservas para alimentar el mercado cambiario sino las que vienen directamente del flujo de caja de PDVSA. El Ejecutivo ha vendido casi 4 mil millones dólares al mercado cambiario y las reservas no suben ni bajan, pero además no tienen una magnitud de este nivel. Es importante destacar que en este caso las reservas no dicen mucho sobre la fortaleza del gobierno porque éste, por temas de desconfianza, guarda el dinero en otras estructuras diferentes.

Aunque el gobierno reconoce que hubo un error en el manejo de la situación, la política de intervención cambiaria se mantendrá y la línea es cerrar el año con la inflación más baja posible. Pero lo cierto es que la inflación se estima que ya no sería de 150% sino de al menos 200% al cierre de 2022.

Preocupa también la desaceleración significativa del consumo en junio y julio, aunque este indicador sigue creciendo con respecto al año pasado. El costo de vida en dólares aumentó de manera importante en estos últimos meses y el salario se deterioró. Los precios en dólares se incrementaron 27% en los últimos meses y los precios en bolívares 100%. Esto dice mucho del equilibrio tan precario de la economía en Venezuela. Pero hay un elemento que puede ser positivo y es que por primera vez coincidirá la Navidad con un Mundial de Fútbol; esas celebraciones seguramente serán dos catalizadores de consumo, así que puede haber un poco más de actividad al cierre de año.

Del lado de las empresas, la mayor preocupación se centra en la presión tributaria y el cumplimiento de la tasa BCV como marcadora para  sus transacciones. El tema de la presión tributaria se genera en varios niveles: el gobierno, estructuras parafiscales, y gobiernos regionales y locales, lo que compromete de manera importante los ingresos de las empresas.

Con respecto a las previsiones de crecimiento para el cierre de este año, los economistas se mantienen en 10% por considerar que no hay evidencia alguna de de cambios significativos. Hay que recordar que se trata de 10% de crecimiento en una economía cuyo tamaño actual es apenas un 20% de lo que fue en el mejor momento de la era chavista.

En conclusión…

Mientras el gobierno sigue trabajando en organizarse para las elecciones de 2024, la oposición sigue un proceso de preparación de primarias que pareciera no estar a la altura de lo que exigen las circunstancias, no tanto por la complejidad organizativa, sino por las posiciones diversas sobre las reglas de juego y el momento en que deben realizarse. Uno de los problemas de esta falta de definición es que las primarias representarían un factor de presión para que se reactiven las negociaciones en México, proceso que hoy no muestra ningún signo que indique disposición por parte del gobierno.

El otro incentivo posible para que el oficialismo busque negociar, más hacia 2023, es la complicada situación de flujo de caja que se le ha generado a sus finanzas por la dificultad para vender petróleo en los mercados asiáticos inundados por el crudo ruso, y por el descuento que ha tenido que otorgar. Requeriría de esta manera recuperar el acceso al mercado norteamericano, lo que supone negociar. Más cuando crecen las presiones internas para aumentar el gasto público, lo que implicaría riesgos de devaluación e inflación como ya se vio en el pasado mes de agosto.

Entretanto, Maduro intenta aprovechar políticamente la reanudación de relaciones con el nuevo gobierno colombiano, al tiempo que espera ansiosamente el regreso de Lula al poder en Brasil.

Todo este cuadro pareciera indicar que a la oposición le urge acelerar el paso para definir las primarias y escoger su liderazgo, no solo para afrontar la campaña presidencial, sino para tener músculo para negociar, y aprovechar que la supuesta fortaleza económica del régimen tiene grandes fisuras que podrían afectar políticamente al gobierno de Maduro.

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