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Maduro logra imponerse tras 10 años de presidencia cuestionada

Ludmila Vinogradoff

Nicolás Maduro ha sobrevivido a 10 años de un tormentoso y pedregoso gobierno, cuya presidencia ha sido cuestionada y rechazada desde el mismo 14 de abril de 2013 cuando asumió el poder como resultado de unas elecciones dudosas y fraudulentas, que nunca han sido aclaradas para su propio provecho.

El origen dudoso de su primer triunfo electoral con el 50,66% y luego el segundo de su no reconocida reelección presidencial internacional en el 2018, ha marcado su desempeño a lo largo de su gobierno, calificado como el peor que ha tenido Venezuela en toda su historia contemporánea. En Venezuela el período presidencial es de 6 años y no hay segunda vuelta.

Su rival Henrique Capriles Radonski, que era el abanderado de la oposición en el 2013 y perdió con el 49,09%, llegó a decir en el Programa de Ana Rosa de la televisión española, que Maduro le había robado las elecciones porque se negó a una auditoría del escrutinio por una diferencia de 0,33 puntos de la votación, después de haber reconocido su triunfo.

Capriles, que compite en las primarias de la oposición del 22 de octubre, siendo el favorito de Maduro, asegura que no peleó el robo electoral para “evitar una guerra civil’’. Recientemente dijo también que se opuso a la revuelta popular del 2014, dirigida por Leopoldo López, actualmente exiliado en Madrid.

Pero si a su oscuro origen electoral se le suman las dudas que existen sobre si Maduro, de 60 años, nació en Colombia o en Venezuela, entonces la presidencia del país plantea el dilema de si el poder está en manos de un ambicioso usurpador o un gran farsante que ha logrado engañar a medio mundo.

Lo cierto es que el sindicalista del Metro de Caracas, sin presentar el diploma de bachiller de sus estudios pero con un récord de reposos médicos archivados en su ficha del subterráneo, nunca ha presentado un certificado de origen electoral limpio y transparente para ser Presidente de Venezuela en sus dos comicios, como tampoco de su partida de nacimiento para despejar las dudas de su ascenso.

Hoy figura entre los más buscados por la justicia de EEUU, con una recompensa de 15 millones de dólares por su cabeza, debido a sus presuntos nexos con el narcotráfico, además de estar investigado en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, es difícil que alguien apueste por Nicolás.

El hombre de La Habana

Ser el “hombre de La Habana’’, como lo definían los hermanos Castro por haber hecho un cursillo político de cuadros en Cuba en su adolescencia, le valió convertirse en el puente y portavoz de los castristas ante el comandante Hugo Chávez. A lo largo de estos 10 años la influencia cubana ha sido compartida con la del ecuatoriano Rafael Correa en los últimos 3 años, especialmente en la economía venezolana.

Antes de ser presidente Maduro fue canciller seis años, tiempo en el que cultivó y profundizó las relaciones con sus pares izquierdistas, radicales y terroristas del foro Sao Paulo, del Medio Oriente (el Hezbolá y Hamás) y Asia.  Era la época del boom petrolero de 100 dólares el barril cuando podía contratar aviones fletados para 240 pasajeros entre amigos y familiares.

Antes de fallecer por un cáncer fulminante, Hugo Chávez lo presentó como su heredero. Fue una especie de testamento político, «voten por Maduro’’,  dijo agonizando en su lecho de muerte en diciembre del 2012 antes de partir a Cuba por última vez.

Fidel y su hermano Raúl Castro habían preparado la transición de Chávez para Maduro. Incluso habían inventado la firma electrónica de Chávez, la denominada “rabo de cochino”, para incluirla en los documentos de traspaso del poder entre el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia, mientras mantenían a Chávez en vida artificial, para adaptar las leyes a la medida de Maduro.

En Venezuela las firmas de los documentos ante registros y notarías deben ser presenciales y no electrónicas. Pero tanto la firma del jefe de la revolución como su mirada fueron pintadas en los edificios de la ciudad para mostrar la ubicuidad y omnipresencia del comandante ”eterno y galáctico’’.

Las protestas y la represión

Un año después de tomar el poder, el dirigente opositor Leopoldo López decide impulsar las protestas del 2014 pero fueron fuertemente reprimidas durante los cuatro meses que se prolongaron en todo el país. El saldo: 43 manifestantes asesinados y más de 200 encarcelados.

En el 2017 se levantó otra ola de protestas con más de 100 manifestantes asesinados, produciendo un hasta ese momento 163 víctimas mortales. Las protestas han bajado de intensidad pero continúan por pequeños grupos gremiales de trabajadores y pensionados, que ganan 5 dólares al mes. Así se organizan más de 20 protestas diarias en diferentes ciudades.

Hay más de 300 presos políticos entre civiles y militares como saldo de 10 años de represión y torturas a los disidentes en las cárceles del régimen. Los más importantes son canjeados por las sanciones o los presos extranjeros, según el interés del momento que muestre el gobierno chavista.

La astucia de Maduro ha logrado comprar y dividir a los partidos de la oposición para mantenerse en el poder. También cerrar y controlar los medios de comunicación impresos, radiales y digitales. El año pasado el régimen cerró casi 100 emisoras de radio y más de 50 medios digitales que no pueden abrirse localmente por la censura oficial y el control que el régimen impone en internet.

La destrucción económica

Maduro es el rey Midas al revés, por paradójico que parezca en el país con mayores reservas petrolíferas del mundo, todo lo que toca se convierte en ruinas y destrucción. En sus 10 años han cerrado más de 500.000 empresas y unas 700 industrias han sido expropiadas por su régimen, según el censo del Consejo Nacional de Comercio (Consecomercio).

La economía nacional ha sufrido una caída brutal de 80% del PIB, y en los últimos 4 años mejoró en un 40%. La hiperinflación llegó a más de 35.000% hace dos años. La pobreza escaló de 45% a 95% de la población, siendo hoy de 82%, según la encuesta Encovi de la Universidad Católica Andrés Bello.

Por si fuera poco, el bolívar se hundió también. Del 2007 al 2021 la moneda nacional sufrió una mutilación o depreciación de 14 ceros, lo que obligó a Maduro a impulsar la dolarización siguiendo los consejos de los consultores ecuatorianos de Correa.

El sector de la pobreza crítica, del 56%, ya no hurga en la basura todos los días para proporcionarse su ración de una comida diaria, sino una o dos veces a la semana según cuentan en los sondeos, pero la migración- hoy de 7 millones de venezolanos- que escapa buscando mejor vida en el exterior no ha parado.

La corrupción

Maduro ha sorprendido encarcelando a unos 60 ejecutivos de la industria petrolera estatal Petróleo de Venezuela (Pdvsa), superintendente de criptomonedas, jueces y gobernadores implicados en un desfalco que supera los 23.000 millones de dólares. También ha detenido a 7 responsables de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), al sur del país, y al exdirector de extranjería y exgobernador de Trujillo, Hugo Cabezas.

Todo comenzó con la desaparición de 3.000 millones de dólares provenientes de la venta de petróleo que supuestamente estaban reservados en las cuentas de criptomonedas para financiar la campaña de Maduro para las presidenciales del 2024.

Pero el régimen no ha puesto tras las rejas al principal responsable que es el superministro petrolero Tareck El Aissami, su brazo financiero preferido, quien no tiene ninguna orden de arresto pero se mantiene oculto desde el 6 de marzo.

La causa se ha convertido en una especie de guerra abierta entre mafias del chavismo, donde los detenidos reciben un trato privilegiado en el sistema judicial. Incluso sorprenden desfilando con su importado overol naranja (en Venezuela los prisioneros no llevan uniforme) sin cadenas ni esposas ante los tribunales con las “muñecas del petróleo” del entramado de corrupción.

La puesta en escena de la supuesta lucha anticorrupción podría tener varias lecturas. Sería una represalia o vendetta de Maduro contra los involucrados en la pérdida de los fondos petroleros para financiar su campaña electoral del 2024 o una operación de “purga” que busca lavarse la cara para competir en mejores condiciones en las próximas presidenciales.

La controversia del Esequibo

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) terminó de poner a Maduro contra las cuerdas. Anunció que su solicitud de descalificación de la corte fue rechazada por la reclamación de más de 159 mil kilómetros cuadrados de territorio esequibo, según el Acuerdo de Ginebra, que está a punto de perder.

Y es que Guyana pidió ante el CIJ la validez jurídica “tramposa” del Laudo de París, del 3 de octubre de 1899. ‘’Esta es una segunda derrota de Venezuela en el procedimiento ante la CIJ en la disputa por el territorio situado al oeste del río Esequibo”, dice el analista Héctor Faundes.

La Plataforma Unitaria de la oposición ha convocado a los venezolanos a unirse en defensa del Esequibo, mientras que el expresidente interino Juan Guaidó insta a designar “a los más calificados” para este propósito ante la CIJ.

Henrique Capriles dijo que la incompetencia de Maduro pone en riesgo el territorio nacional, alertando que “estamos a punto de perder el Esequibo” tras el fallo en la CIJ.

Por su lado, María Corina Machado: “Chávez y Maduro son los culpables del riesgo de perder el Esequibo”. Delsa Solórzano llamó a defender el Esequibo para evitar “el robo del 17% de nuestro territorio”.

El tema del Esequibo podría unir a los diferentes partidos de la oposición en torno a un candidato unitario, lo que alejaría las perspectivas de Maduro de repetir en la presidencia.

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