
Tomada de DemoAmLat
Las posturas extremas podrían imponerse en las elecciones previstas para 2024 en Venezuela entre madurismo y oposición
Francisco Olivares
Cuando los analistas observan un giro político e ideológico en Latinoamérica hacia la izquierda o hacia la derecha, el ciclo observado suele revertirse y cambia la tendencia. Hasta hace tres o cuatro décadas esos ciclos eran de diez años o más. En la actualidad los tiempos se han acortado y nuevos elementos han influido en la inestabilidad política de los países.
La polarización extrema ha ido dominando el terreno de la democracia clásica que suele estar dominado por líderes populistas (de izquierda o derecha) con tendencias autocráticas en donde la ideología comienza a ceder espacio por el apoyo emocional al “mesías” que ofrece salvar al país y al pueblo de la catástrofe que se avecina, con mensajes en los que advierten que “el futuro de la patria está en juego”. El presidencialismo y el poder concentrado en una sola persona ha reducido la posibilidad del consenso, el funcionamiento de las instituciones y el valor de la democracia.
Los grandes partidos formados en sistemas democráticos también han dado paso a movimientos políticos, generalmente liderados por una figura, quien domina el mensaje y el rumbo del movimiento.
En Venezuela, el dirigente carismático, “salvador de la Patria”, Hugo Chávez Frías, ejerció su dominio desde 1999 junto al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hasta su fallecimiento “oficial” en marzo de 2013. Dejó un sucesor que ya tiene diez años en el poder, pero dejó implantado un régimen centralizado en el que “el líder designado” domina todos los estamentos institucionales. Venezuela y Nicaragua son los modelos extremos en el continente en donde se suprimen la democracia y las instituciones, el sistema electoral o de justicia, que permanecen como resquicios que se mantienen para ofrecer cierta imagen de democracia.
Desde la otra acera, en la oposición venezolana ocurre un panorama que se contamina del modelo implantado. En la práctica, se absorbió el concepto de la hegemonía del líder por encima de la institución partidista. Decenas de dirigentes encabezan sus propios movimientos en los que son quienes conducen el mensaje. Los grandes partidos tradicionales (Acción Democrática o Copei) que contaron con estructuras institucionalizadas y reglamentos de ejercicio democrático no lograron formar una sólida generación de relevo con esos principios, han sufrido divisiones y sus dos líderes históricos quedaron como figuras simbólicas. De los nuevos partidos surgidos en los tiempos del chavismo, al que más se le han visto esfuerzos por consolidar la democracia interna y formar estructuras de organización democrática ha sido Primero Justicia.
La democracia en declive
The Economist Intelligence Unit afirma que solo 6,4% de la población mundial vive bajo “una democracia completa”, mientras que más de un tercio se encuentra sometido por regímenes autoritarios. En su último estudio correspondiente a 2021, encontraron que todas las regiones del planeta registraron una reducción en los índices de democracia, a excepción de algunos países del este de Europa.
Latinoamérica es la región que registró el mayor descenso de los índices de democracia. Aunque aproximadamente 80% de la población del continente vive bajo “Estados democráticos”, solo 1,3% vive bajo “democracias completas”. Esos países son Costa Rica y Uruguay. Siete países bajaron entre diez y veinte puestos en el índice, el mayor descenso en todo el mundo. Chile pasó de ser una “democracia completa” a ser una “democracia incompleta”; Ecuador, México y Paraguay pasaron de “democracias incompletas” a “regímenes híbridos”; y Haití pasó de ser “régimen híbrido” a “régimen autoritario’, señala The Economist Intelligence Unit. Cuba, Nicaragua y Venezuela registran los más bajos índices entre los regímenes autoritarios.
En Latinoamérica ha generado impacto en la estabilidad de los países, la aparición de candidatos que no provienen de los partidos tradicionales y alcanzan la presidencia. Al llegar al poder comienzan a saltarse las normas y leyes, suelen gobernar sin buscar el consenso, en función de su oferta de “salvador de la patria”.
El líder que se asoma en Venezuela
¿Surgirá un líder carismático, como jefe de la unidad opositora en Venezuela? Aunque apenas la contienda interna opositora está comenzando, cada dirigente intenta mostrar de qué manera va a salvar al país y la democracia venezolana.
La abrupta salida de Juan Guaidó, del partido Voluntad Popular, al exilio y abandono de su candidatura a las elecciones primarias, alteró el cuadro de opciones que se venían produciendo en el panorama electoral con el llamado a elecciones primarias para elegir un candidato para las elecciones previstas en 2024.
Luego de liderar a los principales partidos opositores desde que fue designado presidente interino en 2019, sus propios aliados eliminaron el gobierno interino el 29 de diciembre de 2022, lo cual removió el piso de quien había despuntado como la contraparte de Nicolás Maduro. El interinato contaba entonces con el respaldo de más de 60 países democráticos (Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile, España, Francia, Alemania, entre otros). El líder opositor parecía la alternativa viable. Era el rostro del cambio.
De desconocer a Maduro como presidente, llamar a una “salida” del régimen chavista, promover la abstención y el fin de la usurpación, a finales de 2021 se produjo un viraje de 180 grados del llamado G4 (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Voluntad Popular), que respaldaba a Guaidó, para regresar a la vía electoral en los comicios regionales efectuadas en noviembre de 2020.
A pesar del apoyo, la alianza política de Guaidó no logró consolidar el respaldo de la ciudadanía ni tampoco construir una dirigencia estructurada como la lograda en 2015. Esto dejó al sector mayoritario de la oposición que integraba el G4 sin un líder de la Plataforma Unitaria y profundizó la distancia entre ellos.
Voluntad Popular (VP) asignó nuevo candidato con un cambio en su discurso, en el que planteó la necesidad de participar en las futuras elecciones nacionales y destacó el triunfo opositor logrado en Barinas como ejemplo de que sí se puede ganar. Allí se logró unir al otro sector importante de la oposición (La Alianza Democrática) cuando fue desconocido el triunfo de Freddy Superlano (VP), inhabilitado a última hora por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), se convocó a una nueva elección y se derrotó al candidato del gobierno. En aquel evento, a pesar de su triunfo no reconocido, Superlano trabajó para designar un nuevo candidato a la gobernación respaldado por todos los partidos opositores. Ahora es el nuevo abanderado por VP a las primarias en sustitución de Guaidó.
Las diferencias se profundizan
Cada partido opositor está proponiendo a un candidato de sus filas en las que aún no se define un fin común. Las diferencias siguen marcadas, no sólo en el mensaje político, sino hasta en el método a seguir para hacer posible las primarias, como la participación del Consejo Nacional Electoral (CNE), el voto electrónico, el registro electoral, etc.
El gobernador del Zulia y presidente de UNT, Manuel Rosales, anunció el pasado 10 de mayo que su partido participará en las elecciones primarias de la oposición, aunque no informó si será el candidato. Aclaró estas deben parecerse lo más posible a las presidenciales del 2024, lo cual implica su apoyo a la presencia del CNE, postura avalada por Henrique Capriles de Primero Justicia.
La líder radical
Una de las campañas preelectorales opositoras más intensas que se observan es la de María Corina Machado, líder de Vente Venezuela. Su postura frente al gobierno de Maduro ha sido la más radical. Machado, quien se define como la real oposición, resalta que “la tiranía” utiliza el camino electoral como un mecanismo para “lavarse la cara”. A su juicio están montando una nueva farsa electoral y su prioridad es que se elija una nueva dirección política en las primarias y para ello plantea cinco condiciones: que se hagan sin CNE, sin TSJ, sin participación del Plan República, con voto manual sin máquinas; y que todos los venezolanos puedan votar incluyendo a los que se encuentran en el exterior. Más aún, ha advertido que de haber un acuerdo entre algunos partidos y bloqueen las primarias: “con o sin primarias nos vemos en 2024”. ¿Podría ser indicador de que se lanzaría por cuenta propia y esto dividiría más el voto opositor?
Estas posturas de Machado la distancian del resto de los candidatos quienes, si bien hacen denuncias contra el gobierno de Maduro, presos políticos y corrupción, han concentrado sus campañas en las propuestas económicas y sociales en sus recorridos por el país.
Candidatos y encuestas
Las divergencias y la falta de un discurso unificador de los líderes opositores han provocado un distanciamiento entre los aspirantes a presidir el cambio democrático para Venezuela y la gran masa de electores que aspiran a una Venezuela democrática que aún no se identifica mayoritariamente hacia alguna de las figuras que se proponen competir en las elecciones nacionales de 2024.
Uno de los primeros estudios que arrojó ese dramático distanciamiento fue el realizado por la firma Datincorp, en febrero de 2023. Su director, Jesús Seguías, explicó que la población rechaza a toda la dirigencia opositora y oficialista que se ofrece para cambiar la conducción del país. “Los venezolanos están expresando el hastío que sienten ante los políticos”, afirmó el experto. Y señalaba que “aunque algunos sectores celebran que tal o cual candidato puntea en las preferencias de los electores, antes de celebrar deberían evaluar las razones de ese enorme rechazo sembrado entre la mayoría de los venezolanos y que casi la mitad de la población (47%) aspira a que aparezca un independiente que logre cohesionar al país para llevarlo a ese cambio que muchos aspiran”.
Ante la pregunta: ¿qué le generan la política y los políticos venezolanos a los electores? 70% respondió “gran decepción”, 21% “total indiferencia” y 63% le da la espalda al chavismo y a la oposición. En ese sondeo María Corina Machado punteaba las preferencias de los electores que confirman que participarán en las primarias con 17%, seguida por Benjamín Rausseo “Er Conde del Guácharo” con 16%.
El estudio anunciaba un escaso apoyo a Juan Guaidó, con 2% de los consultados. Sin embargo, Seguías aclaró que “el elemento dominante en ese momento no es María Corina, ni Maduro ni nadie, sino aquellos que no van a votar por ninguno (51%) lo cual refleja el nivel de descontento que hay en el país”. Este porcentaje podría inclinarse por cualquiera de las ofertas propuestas o por otra de manera inesperada.
Hay debilidad en la oposición
Otro analista, Félix Seijas, presidente de la firma encuestadora Delphos, desde sus redes sociales explicó que las primarias están planteadas en un momento de debilidad para los operadores políticos de oposición. No existe una estructura que reciba la “acreditación” general de la población para representar a la mayoría opositora. Sin esto, poco se puede lograr.
Considera que la oposición debería estar concentrada en posicionar esa plataforma vital. El norte debe ser las primarias. “Todos deben comprender que no hay mañana político a corto o mediano plazo si no funciona esto, hoy, en este presente. Quien piense que puede solo está divorciado de la realidad. Quien se mueva en una dirección distinta lo hace priorizando su agenda propia y no la de los venezolanos (chavistas y opositores, que somos Venezuela)”, afirma.
Seijas considera que cuando la discusión se centra en sí es o no con CNE, máquinas, captahuellas, militares, etc, estamos pasando por alto lo esencial, que es unir al país alrededor de un proyecto. “¿Qué país alternativo se está ofreciendo? ¿El de la división, las agendas propias y los egos? ¿El de sí no soy yo no es nadie? ¿El de la unión solo existe alrededor de lo que yo digo? Esa es la ruta al desastre. ¿Dónde está la unión alrededor de un proyecto de acuerdo?”, reflexiona.
Para Seijas esas son decisiones importantes que solo funcionan si lo esencial existe. En su opinión, la Comisión Nacional de Primaria está integrada por nombres que resisten cualquier escrutinio, son quienes toman las decisiones y todos deben acompañarla.
Se imponen posturas extremas
El sector oficialista sigue jugando a profundizar las diferencias entre opositores sumando trabas para el camino de las primarias. Siguen las amenazas a los inhabilitados, sacaron a Guaidó de la contienda, advierten que van a adelantar las elecciones para agosto de este año y ponen obstáculos a la inscripción de nuevos electores y a los millones de votantes que se han ido del país. La persecución a dirigentes no ha cesado y aceptando que son un régimen autocrático dicen abiertamente que no habrá elecciones libres si no les quitan las sanciones, suspenden las investigaciones en la Corte Penal Internacional y les entregan los bienes congelados en el exterior.
De allí que la confrontación entre dos extremos resultará inevitable en el escenario que se presentará en unas posibles elecciones en 2024, sea cual sea el candidato opositor. Aún no se puede asegurar cuál de los candidatos resultará vencedor. Hay nuevas nominaciones y pueden generarse alianzas que reduzcan la cantidad de aspirantes y fortalezcan algunas tendencias, o puede surgir un outsider inesperado que genere un cambio en lo que se ha visto hasta ahora.
La participación del CNE en las primarias podría generar una ruptura entre dos sectores por lo que para las presidenciales se presentarían varios candidatos opositores frente a Maduro. En ese escenario, en esas elecciones habrá CNE, TSJ y Plan República.
Venezuela sigue marcando con mayor profundidad la tendencia que se refleja en el mundo de hoy en el que predominan los extremos. El dilema del siglo XXI, donde domina el mundo capitalista globalizado, es entre autocracias y libertades democráticas. Como reflejan los índices de libertades, pocos países disfrutan de la democracia plena y tanto las autocracias como los países que se identifican como demócratas pueden degradar sus indicadores para culminar como dictaduras extremas. Veremos cuál de los líderes en disputa abre el camino para que Venezuela sea una “democracia plena”.
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