
Alonso Moleiro
Independientemente de cual sea el resultado, el sólo hecho de que se celebren, por fin, por primera vez en más de 15 años, unas elecciones para elegir al rector y el resto de los cargos académicos y de cogobierno de la Universidad Central de Venezuela, constituye una victoria para las fuerzas democráticas del mundo político y civil del país.
Una plaza sitiada durante meses y años ha sido defendida y preservada con éxito del cerco de la oscuridad. Hoy está hablando la democracia y la discusión. Fue necesario entablar conversaciones políticas y hacer concesiones con el reglamento transitorio, pero el saldo es favorable.
Es un logro para ese sector de la sociedad nacional, ya mayoritario en Venezuela, que ha cerrado filas en la defensa de los espacios plurales, el pensamiento crítico, la libertad de cátedra, las libertades públicas, la objeción de conciencia, en defensa de las instituciones de todos los ciudadanos, con el objeto de impedir el arribo del relato unidimensional, el dogmatismo ideologizado, el control político burocratizante, la obediencia debida, la imposición sin contenido y la regresión cultural que propone el chavismo.
Al momento de escribir estas líneas es imposible calibrar los índices de participación o ponderar los atributos del sucesor de la rectora saliente, Cecilia García Arocha. Quién quede triunfador sabe que tiene ante sí una tarea titánica, que demanda claridad de objetivos, principios y equilibrio político.
Sea Rago, Belmonte, Rojas, Alfonso, López Loyo u Orta, todo lo que está sucediendo habla de un cuerpo que ha regresado a la vida. De momento sería muchísimo destacar como positiva la variedad de planchas que se han presentado, y el vuelco total que el recurso humano y el músculo académico de esta casa de estudios ha mostrado para atender esta cita, para proponer nuevos caminos a la universidad que puedan ser inspiradores para la nación.
La UCV, tradicionalmente amenazada por la extorsión revolucionaria en estas dos décadas, como otras universidades autónomas del país, languideciendo entre la falta de recursos, la diáspora del personal, la delincuencia, el abandono y la mengua, hoy es, de nuevo, un terreno vivo, un espacio para el debate y el pensamiento, un lugar del saber que está renovando autoridades en democracia, con una población flotante interesada en lo que sucede, en torno a la cual, se vuelven a sembrar, de nuevo, esperanzas.
Desde que Hugo Chávez llegó al poder, los defensores de sus postulados en el entorno universitario activaron una operación política para someter a la UCV a un ininterrumpido chantaje, procurando doblegarla, negando recursos a sus instancias, y al mismo tiempo exigiendo, como si tal cosa no existiera, “rendición de cuentas” sobre el dinero asignado –los mismos políticos oficialistas que no han querido rendir cuenta alguna del manejo de millones de dólares evaporados en el marco de esta crisis, a merced de la corrupción y la falta de criterios– , siempre presumiendo mala fe en sus procedimientos, y siempre fabricando argumentos para escamotear la autoridad del claustro, para cuestionar los métodos de elección o para promover escenarios de violencia.
Con Chávez y con Maduro, las corrientes revolucionarias han invertido mucho dinero y han articulado reiterados esfuerzos para debilitar la autonomía universitaria y colonizar definitivamente las estructuras de la UCV, con el objeto de ponerlas al servicio del proyecto dictatorial e inconstitucional que pretenden desarrollar, y que no han podido consolidar. Con este objetivo, apoyándose en toda suerte de ardides en un entorno judicial que controlan sin pudor, se fueron retrasando hasta lo inconcebible las elecciones de autoridades.
Las corrientes bolivarianas han tenido y tienen algunas expresiones políticas y simpatizantes en la universidad, que debemos respetar, pero, con el paso del tiempo, lo único que va quedando claro es que este importante bastión del mundo civil venezolano le pertenece a las fuerzas democráticas, al antichavismo, a la oposición civil que sueña todos los días con restaurar el pacto constitucional y el derecho a la alternabilidad política, dejando atrás esta pesadilla rupturista ya convertida en dictadura.
En estos años, en todos los escenarios, el oficialismo chavista ha sido una minoría derrotada repetidamente por la luz de la Universidad. Esta cita no será la excepción. Las elecciones ya son una victoria.
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