Por: Héctor Hurtado / Jueves, 01 de mayo de 2014
La oposición al gobierno chavista es está conformada por una diversidad de actores en donde en ella confluyen partidos socialdemócratas, socialcristianos, grupos cercanos al liberalismo e, incluso, a la izquierda pacificada de corte marxista-leninista. Teniendo en cuenta la gama de razones que cada uno de estos grupos tiene para oponerse al actual gobierno, cabría preguntarse por las estrategias que permitan articular al arco opositor en un actor robusto, constitutivamente diverso pero con un programa político que recoja sus intereses y logre el apoyo de la población opositora, pero más importante, de aquellos sectores descontentos con la gestión gubernamental del chavismo.
La pregunta se centra en la labor requerida para articular en un actor político a semejante diversidad de objetivos e intereses sociales, económicos y políticos. Cabe señalar que la insatisfacción sistemática de algunas demandas puede dar lugar a un principio de equivalencia entre sí, ante un orden que parece excluir a los grupos demandantes de la comunidad legitimada. De lo que se trata es de construir una cadena de equivalencias lo suficientemente extendida que permita la confluencia de todos estos grupos desatendidos y excluidos por el gobierno.
Para pensarlo podemos recurrir al trabajo de Ernesto Laclau (2005), quien sostiene que llevar adelante esta tarea requiere de un proceso de vaciamiento, o si se quiere de pérdida de cierta precisión, de los reclamos y demandas de cada uno de estos grupos para que puedan identificarse en torno a un elemento común, como puede ser la necesidad de cambio social y político, por poner un ejemplo.
Ahora bien, la pregunta en este punto se centra en cómo lograr construir esa cadena equivalencial, es decir, cómo puede hacerse para que las fuerzas opositoras al chavismo se conviertan en un actor que se presente como una alternativa real y contundentemente mayoritaria.
Una clave puede estar en la identificación de los contenidos y reclamos generalizados de la población venezolana para construir una agenda política que los tome como bandera y así lograr cohesionar a la diversidad del pueblo venezolano que se opone o está descontento con el chavismo. Basta con revisar los estudios de opinión pública realizados por Latinobarómetro, o de encuestadoras venezolanas como Consultores XXI, Datanálisis, etc., además de hacerle un seguimiento a los informes del Observatorio Venezolano de Conflictividad Venezolana, para identificar los temas alrededor de los cuales gira el descontento de la población y los detonantes de la protesta en el país.
En este sentido, vemos que el malestar generalizado se enfoca principalmente en los siguientes problemas: a) inflación y alto costo de la vida, lo que deriva en b) demandas laborales y salariales; c) escasez de alimentos y medicamentos; d) inseguridad, particularmente la violencia delincuencial; e) corrupción y violación de la constitución, etc.
Los distintos actores que confluyen en el espectro opositor deben articularse en torno a estas demandas. Las principales manifestaciones en el país tienen como referencia principal algunos de estos temas, por lo que estamos en presencia de una población que se moviliza para manifestar en contra de la pésima gestión gubernamental así como para señalar las arbitrariedades con las que el chavismo maneja la res publica. De ahí que la labor de las fuerzas dirigentes al interior de la oposición deba centrarse en exigir mejores planes de seguridad ciudadana, desarme de la población y control de armas, una política económica que garantice el abastecimiento de los productos de la cesta básica, de las medicinas requeridas para tratamientos especializados, así como el respeto al propio marco constitucional que se dio el chavismo como proyecto de país desde 1999.
Estos temas deben ser considerados por la oposición como los significantes que coadyuvarían a la construcción de la cadena equivalencial, por medio de la cual puede lograrse la identificación de grupos opositores y descontentos en torno a elementos comunes y compartidos. A fin de cuentas, la estrategia última se centra en la articulación de un nuevo actor político, amplio e inclusivo, anclado en las necesidades de todos los sectores de la población venezolana, para cobrar protagonismo en el futuro cercano.
Bibliografía
[1] Laclau, Ernesto (2005). La razón populista. México, FCE.
Observaciones
Las reflexiones del presente artículo forman parte de un trabajo en construcción que vengo desarrollando en el marco del Seminario de investigación “Procesos políticos contemporáneos en América Latina” como parte de los estudios de Doctorado en la Flacso-México.
Categorías:Opinión y análisis